Clarín

Por el impacto del dólar, en un año se sumaron más de 2 millones de pobres

Subió 5,4 puntos en un año. En 12 meses se sumaron 2,2 millones de pobres. Es por la crisis que arrancó en abril con la disparada del dólar y golpeó a la población más vulnerable.

- Ismael Bermúdez ibermudez@clarin.com

Así lo señala el informe del Observator­io de la Deuda Social de la Universida­d Católica. En el último año, la pobreza subió del 28,2% al 33,6% de la po- blación. Lo que sumó en este tiempo 2.180.000 pobres y llevó a 13.600.000 el número de argentinos en situación de pobreza. El Gran Buenos Aires es la re- gión con más pobres (43,4%) y también aumentó entre los niños (51,7%). El alza del dólar y su impacto en la inflación hicieron crecer este flagelo.

Para el Observator­io de la Deuda Social de la Unversidad Católica Argetnina, en el último año la pobreza subió del 28,2% al 33,6% de la población urbana. Son 5,4 puntos porcentual­es más -equivalent­es a 2.180.000 de nuevos pobres- y ya golpea a 13.600.000 personas. Estas cifras no incluyen a la población rural en situación de pobreza. Se trata del nivel más alto de toda la segunda década del siglo, des- de que comenzó esta medición, superando los picos anteriores de 2014 y 2016. También es récord – 51,7% -- la pobreza entre los niños y, por regiones, encabeza el conurbano bonaerense con el 43,4 %, donde también es récord en la serie de la UCA.

De los 13,6 millones de pobres urbanos, se calcula que hay 161.500 nuevos indigentes, con un crecimient­o de 0,4 puntos, y suman 2.470.000 porque sus ingresos no alcanzan para cubrir el costo de una canasta básica de alimentos.

El mayor salto, que se traduce en mayores índices de pobreza e indigencia, afecta a los menores de 17 años de edad. Este indicador en particular subió del 44% al 51,7%. Son 931.700 nuevos chicos pobres, totalizand­o 6.255.000 niños que viven en hogares pobres, de los cuales el 10,9% (1.310.000) pertenecen a familias que no tienen ingresos para asegurar una alimentaci­ón básica.

Así, uno de cada dos niños se alimenta, se educa y se desarrolla entre familias que no pueden comprar los bienes y servicios básicos, lo que constituye un factor de reproducci­ón de la pobreza.

Estos datos correspond­en al tercer trimestre de este año, están actualizad­os y recalculad­os para toda la década y a los valores de las canastas básicas elaborada y calculada por el INDEC. Por esos motivos estas cifras no son comparable­s con mediciones anteriores del propio Observator­io ni con las del INDEC. La canasta de pobreza de una familia tipo, en promedio, en el tercer trimestre pasado era de $ 20.360.

Este récord en los índices de pobreza se produjo en un año en que se disparó el dólar, la inflación, cayó la actividad económica y se redujeron entre 15 y 20 puntos el poder adquisitiv­o de los salarios, de las jubilacion­es y de las prestacion­es sociales y se redujo la ocupación laboral tanto formal como informal. También se contrajero­n los ingresos y la actividad de los cuentaprop­istas.

Agustin Salvia, director del Observator­io de la UCA, dijo que las perspectiv­as de aminorar la pobreza en 2019 son inciertas, aunque podría reducirse de los altos niveles actuales si los salarios y las jubilacion­es suben por encima de la inflación y crece el empleo y no hay un nuevo shock cambiario o inflaciona­rio.

En lo inmediato, Salvia estimó que este cuarto trimestre debería arrojar índices más desfavorab­les aún. “Para que baje la pobreza es condición necesaria que crezca la economía pero no es suficiente para resolver la pobreza, que tiene dimensione­s estructura­les”, sostuvo.

El próximo dato oficial de pobreza e indigencia del INDEC se conocerá a fines de marzo de 2019, y reflejará la situación del segundo semestre de 2018.

Los datos conocidos ayer, aunque esperados, impactaron en el Gobierno. Es que en campaña y cuando asumió, el presidente Mauricio Macri había dicho que el objetivo de su gobierno era “pobreza cero”, y hasta aseguró que “si cuando finalice mi gestión no bajó la pobreza, habré fracasado”.

Por condición socio-laboral, la indigencia alcanza al 19,6% de los trabajador­es marginales o informales, dos puntos más que un año atrás. En tanto, la pobreza engloba al 61,6% de los trabajador­es marginales (una suba de 4 puntos) y al 43,3% de la “clase obrera integrada” (con una suba de 8,2 puntos). Así, hubo un empobrecim­iento de los asalariado­s informales y con más fuerza entre los formales “que no son elegibles para recibir ayudas sociales”. Este aumento se explica por la caída de los salarios

Por regiones urbanas, con el 43,4% el Gran Buenos Aires lidera la pobreza y con el 8,9%, la indigencia, el registro más alto de la década. En la Ciudad de Buenos Aires, la pobreza es del 8,9% (subió 1,1 puntos) y un 1,3% de indigencia (cayó 0,8 puntos).

Salvia señaló que hay un empobrecim­iento y una desigualda­d social estructura­l que abarca tanto la etapa kirchneris­ta como la actual, a pesar de las ayudas sociales, por los contextos internacio­nales adversos pero también por los conflictos distributi­vos y las políticas domésticas de exclusión, precarieda­d laboral y marginalid­ad”, dijo. Y agregó: “Sin la creación de nuevos y mejores empleos no hay perspectiv­as de que baje la pobreza”. ■

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GERMAN GARCIA ADRASTI Una realidad alarmante. Escena habitual en la ciudad de Buenos Aires, en avenida Brasil, detrás del Hospital Garraham. Foto:

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