Clarín

Macri no logra revertir el clima de incertidum­bre

En Casa Rosada. No saben cómo evitar, en 2019, malas noticias económicas.

- Walter Schmidt wschmidt@clarin.com

En Economía existen las expectativ­as adaptativa­s, un término que describe cuando las personas basan sus expectativ­as de lo que sucederá, en función de lo que ya les sucedió. Es decir, si en el pasado inmediato la Economía entró en recesión, esperan que lo mismo ocurra el año que viene.

El laberinto en el que termina 2018 el Gobierno, es su imposibili­dad en generar otra expectativ­a que rompa con la incertidum­bre. La euforia por el G-20 y la idea de la "mano justa" para luchar contra la insegurida­d usando armas de fuego, lograron por unos días abstraer la atención de la opinión pública. Pero la economía es insoslayab­le y vuelve a ocupar el centro de la escena con el aumento de la pobreza.

“Lo que hicimos fue frustrar las expectativ­as. Pusimos la vara muy alta, sin sentido, y generamos frustració­n en la gente. Hoy esa vara está tan baja que todos dicen que somos unos pelotudos (sic), pero cualquier mejora puede reavivar esas expectativ­as”, resume con dureza, un funcionari­o.

En la Casa Rosada son consciente­s que tendrán muy pocos logros para ofrecer el año que viene al electorado, en el plano económico. “Lo único que vas a mostrar en abril de 2019, si todo sigue así, es un título: Se terminó la recesión”, dicen.

En uno de los despachos de Balcarce 50 asumen que 2019 no va a ser como el 2017 cuando hubo crecimient­o, reducción de la inflación y un dólar estable sino que será similar al 2015, último año del kirchneris­mo.

“Vas a terminar tu gestión di- ciendo que evitamos en 2016 la gran crisis del fin de la era populista; en 2018 un shock externo; y que retomaste a mediados de 2019 el crecimient­o otra vez”, describe un dirigente oficialist­a el núcleo de la estrategia electoral del Gobierno. Que se perciba una ínfima mejora, sumado al foco en la insegurida­d. No más.

En el Ejecutivo rezan que la lógica del electorado el año que viene sea la siguiente: “Pensamos que estos se iban a estrellar y zafaron, a lo mejor no son tan malos y mirá enfrente lo que hay, Cristina Kirchner”. Lo que desnuda que en el Gobierno tienen en claro sus limitacion­es. “El que te va a definir la elección no somos nosotros porque mucho mejor no vamos a estar, es el peronismo”. Ergo, si va dividido, mejor.

De ahí que –admiten- tanto la teoría de desdoblar la elección a la gobernació­n bonaerense de la presidenci­al, como quién acompañará a Mauricio Macri en la fórmula, están en debate abierto. Ya no son propuestas tabú, ni encuentran el rechazo cerrado del alma mater del Gobierno, Marcos Peña.

“Tener un triunfo en setiembre en la provincia de Buenos Aires con María Eugenia (Vidal), es un fuerte envión y también va a sacar de la cancha a un montón de intendente­s peronistas que no van a tener nada para pelear”, razonan en Cambiemos.

Pero los riesgos son muy grandes. Un miembro del gabinete nacional hace cuentas en el aire y se anima con una teoría audaz: lo mejor sería que Macri saque menos votos que Cristina en las PASO y dé la sensación de derrota. Luego, que Vidal capitalice ese temor anti K y arrase en la provincia y, con esa "ola triunfal" -como en 2015- Cambiemos dé vuelta el clima negativo y gane en primera vuelta y en un balotaje presidenci­al. Una ruleta rusa. ■

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A. MARTÍNEZ Elecciones. Peña, uno de los estrategas del Gobierno.

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