Clarín

Ni la recesión económica logra contener el avance de los precios

¿Por qué no se detienen los aumentos? La inflación terminará el año en un nivel que no se conocía desde 1991.

- Alcadio Oña aona@clarin.com

Casi de manual, la primera lectura del 3,2% que el INDEC cantó para noviembre es que la recesión está haciendo retroceder a los precios. Todo, porque se lo compara con el 5,4 de octubre y el 6,5% de septiembre.

Pero un 3,2% para un solo mes significa una suba tan grande que bien cabe otra lectura dentro del mismo cuadro, o una lectura bastante diferente de la cifra. Como plantear que ni la recesión puede con la trepada de los precios.

El costo de los alimentos, por lejos el mayor gasto de las familias, refuerza esa interpreta­ción. Y la refuerza con todo: siempre por encima del nivel general, anotó 3,4% en noviembre; 48,6% desde enero y 49,6% en los últimos doce meses, digamos 50%.

Ahora, varios ejemplos menos amplios tomados de las estadístic­as del gobierno de la Ciudad. Para el período enero-noviembre: pan, 57%; pescado, 66%; aceite, 71% ; café, té y yerba, 61% y verduras, 51%.

Salta evidente por donde se mire que ni la fuerte caída del salario re- al, ni los problemas con el empleo ni ninguna de las cosas que sacuden los bolsillos, han sido razones suficiente­s para detener la escalada que golpea a bienes de consumo esenciales.

Dice un analista: “Hay una variante conocida para tiempos como estos, que quizás esté sucediendo ahora. Gente que busca ganar o conservar la ganancia por la vía de los precios, en lugar intentarlo por las cantidades, o sea, tratando de vender más”.

Allí, en los alimentos, también existe pasto en cantidad para quienes suelen hablar de posiciones dominantes en la formación de los precios. Entre ellos, economista­s del propio palo oficial o, para ser más precisos, economista­s del palo oficial heterodoxo.

Más que pura coincidenc­ia temporal, acoplado al mismo panorama, ayer se conoció el índice de pobreza del Observator­io Social de UCA. Dice un 33,6%, lo cual equivale a decir que un tercio de la población es pobre. Bajado a tierra, son nada menos que 13,6 millones de personas.

Y si los precios no se detienen ante la recesión ni ante la pobreza, la pregunta es por qué habrían de hacerlo ante el planchazo del consumo masivo. La respuesta es que tampoco lo hacen: esa variable se desplomó bre, incluidos los chinos.

Después de tentar sin una gran cosecha con las segundas marcas, grandes compañías de la alimentaci­ón están subiendo a este tren marcas de los años 70, algunas de empresas que ellas adquiriero­n. Hallazgos de publicitar­io: el vino Toro; la naranjada Crush; los jugos Tang y los chocolates Noel.

La inflación sigue viva y coleando y terminará el año a un nivel que no se conocía desde 1991. La pobreza sube en vez de caer. La economía va camino de coronar el segundo período recesivo de los tres que lleva Cambiemos. Y pronto el desempleo puede llegar a los dos dígitos.

El problema es que manda el ajuste y se sabe de sobra que cuando manda el ajuste los instrument­os de política económica son limitados. O están limitados a garantizar los resultados que se pretenden del ajuste modelo FMI.

Por eso puede decirse que la idea de que no hay vuelta atrás, como dice el Gobierno, es también un modo de cubrir una ausencia grande: el crecimient­o económico. O a ausencia que cuando es presencia es carta ganadora. ■

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Adiós a los pronóstico­s. Ministro de Economía, Nicolás Dujovne.

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