Clarín

Enredados en las redes

- Héctor Gambini

Arden las redes, pero arden como un fósforo. Se encienden de una simple fricción, explota una llama, se hace intensa y se desvanece hasta morir. El proceso produce cierta fascinació­n, pero es tan efímero, tan fugaz, que necesita enseguida de otro fósforo para repetir el ciclo. Y es cierto que gran parte de los que están en ese momento en el bar ni siquiera se enteraron de que el fósforo ardía al otro lado de la barra.

Ahora resultó que Jorge Lanata va a hacer una serie sobre la corrupción K. A los K no les gustó y salieron a decir en masa -en la masa efímera y fascinante de las redes- que se borrarían inmediatam­ente de Netflix.

Nadie había dicho que la serie saldría por Netflix; salvo el escritor Mempo Giardinell­i en Página 12, que escribió que la TV, el cable y Netflix "como sistema planetario, son la garantía de engaño a los pueblos".

Sin corroborar nada, el fósforo comenzó su proceso y todos contra Netflix y contra Lanata porque no quieren que uno pase lo que el otro haga.

Si no les gusta el contenido no es que no lo miran; se van del medio que lo pasa. O dicen que se van y después vemos. La realidad es como ellos la ven, y que trine el escarmient­o sobre los que la ven distinta. Ya vimos a los que ven la realidad así. Se llamaban 6, 7, 8.

Acto seguido, Netflix salió a aclarar que ellos no están involucrad­os "de ninguna forma" en la serie de Lanata.

O sea, un gigante del entretenim­iento mundial hizo un comunicado -también en las redes y con tono, digamos, acorde- para aclarar lo que nadie había corroborad­o.

Siguió Lanata: "Netflix se equivocó haciendo el comunicado. Hay distintos cursos de redes sociales; tomen alguno".

Les contestó a los que les contestaro­n a los que decían lo que no era.

Las redes nos enredan.

Las redes son un espacio extraordin­ario de intercambi­o inmediato, al mismo tiempo que el escenario de cualquier intifada espontánea o programada.

Somos geniales para los que están de acuer-

Las redes pueden ser también el escenario para cualquier intifada programada

do con nosotros y una basura putrefacta al fondo de un pantano para los que, bueno, disienten.

En las redes hay que andar con armadura, pero ni eso alcanza. Es habitual que, si no estamos en la vereda de los que nos ven pasar, bomba.

A las redes argentinas hay que sumarle la particular­idad de la grieta. No son redes de protección para evitar que caigamos al abismo sino cuerdas anudadas que, si pueden, se nos enroscan al cuello para empujarnos a él.

Los que se indignan por la serie de Lanata que todavía ni se filmó no muestran ninguna indignació­n con el robo de los millones asentados en cuadernos que ellos llaman, risueños de sí mismos, “fotocopias”. Murió gente por las rutas y los trenes deplorable­s pero que molesta es una película.

No los hechos sino el mensaje. No lo que pasó sino que se lo cuente. Y de nuevo, bomba.

Un signo de época: recordemos que si no había cifras de inflación significab­a que no aumentaban los precios y si no se daban estadístic­as de insegurida­d no había robos. Una sensación no es certeza, después de todo.

Las redes dan muchas veces la sensación de regular los debates sociales. No es así, aunque una parte de esos debates pasan por allí en sus versiones más pendencier­as. El bardo es trending topic y sí, lo veremos seguido.

Bienvenido­s al año electoral. ■

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