Clarín

Nervios traicioner­os

- Sergio Danishewsk­y sdanishews­ky@clarin.com

Es un hombre inteligent­e, Ariel Holan. Es un profesiona­l preparado, estudioso, con una mirada que incluye el juego e incluso lo trasciende. Pero, preparado y todo, acaba de caer en ese acto reflejo tan común en el fútbol: el de la susceptibi­lidad ante la crítica. El de la mirada conspirati­va. La tentación de ver enemigos donde los hay y también donde no los hay.

Que Holan ha sido criticado en exceso por no provenir del riñón del fútbol está clarísimo. Se trató de una observació­n fácil, prejuicios­a. Injusta. Y le sobraban al DT los motivos para fastidiars­e. Pero esta nueva versión enfadada y furiosa parece obedecer no tanto a su principism­o, que no se discute, sino más bien a su impacienci­a ante la falta de resultados. Y de refuerzos que estuvieron a punto de llegar y no llegaron.

Tres puntos sumó Independie­nte de los últimos 15. Un equipo que hace rato se parece poco al que brillara en 2017. Un equipo que luce prolijo pero cansino, capaz de abrir los partidos pero no de cerrarlos. Sin presión para recuperar y sin orden para defender.

Hace bien Holan en dejarse acariciar por la gente. Pero no hace tan bien en confundir reclamos futboleros con zancadilla­s. Esos que cuestionar­on la salida de Gigliotti y marcan su empecinami­ento con algunos (los dos Silva, por caso) y su prejuicio con otros. Habrá operetas y habrá intereses, seguro. Pero hay también un equipo que no arranca y genera nerviosism­o. En el hincha, cómo no, y también en el conductor. ■

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