Foenkinos contra la “cultura rápida”
Cuestiona la era de la adicción a las series y explora cómo la belleza artística nos salva de las crisis profundas.
Aunque la actualidad es cada vez más brutal, la sociedad vive un retorno a la necesidad de la belleza, sostiene el escritor David Foenkinos (París, 1974), quien defiende el arte como algo sanador, aunque reconoce que es difícil enseñarlo “cuando una clase de adolescentes piensa que Netflix es una obra de arte”.
Hacia la belleza es el título de la nueva novela de este galardonado escritor francés que llegará a las librerías en español editado por Alfaguara: se trata, explicó él mismo, de un libro sobre la belleza como salvación y el poder redentor del arte, pero también sobre la culpa.
El arte salvó al propio Foenkinos: fue cuando tenía 16 años y enfermó gravemente. Comenzó a leer, a escribir, estudió jazz y empezó a ir a exposiciones, de forma tal que se convirtió en “un psicópata de los museos”, ironizó. Si bien la creación artística no puede “curarlo todo”, Foenkinos cree que es un “bálsamo” para el alma.
El protagonista de Hacia la belleza, Antoine Dubris, es un admirado profesor en la Escuela de Bellas Artes de Lyon hasta que repentinamente abandona su vida habitual para ha- cerse vigilante de sala del Museo de Orsay y contemplar la belleza del retrato de Jeanne Hébuterne, de Modigliani, con la idea de recuperarse de algo terrible que le ha sucedido.
También hay otro personaje roto en la novela, Camille, brillante estudiante de arte y prometedora pintora cuya desgarradora historia se enlazará con la del profesor. Un relato que sin ser policial crea intriga y descansa sobre el misterio.
Según Foenkinos, su protagonista elige refugiarse en un museo de arte al igual que un católico podría hacerlo en una iglesia. Allí intentará desaparecer para todos contemplando ese cuadro: “Una obra de arte no nos juzga”, señala el autor, que explica cómo al sufrir un drama sin poder impedirlo siempre nos sentimos culpables. Aunque sus libros son diferentes, reconoce que Hacia la belleza está de alguna forma vinculado con Charlotte, novela galardonada en 2015 con los premios Renaudot y Goncourt des Lycéens y en la que rescataba del olvido a la pintora Charlotte Salomon.
Al autor le interesaba reflejar el papel de los vigilantes de sala de museos, personas que en lugar de tener al lado a un compañero de trabajo en una oficina están siempre frente a una obra de arte, profesionales que suelen ser “invisibles” para el público, dice. Al intentar explicar su punto de vista, el escritor sostiene que la sociedad actual está retornando a la necesidad de belleza, aunque sea es- ta una época cada vez más brutal: “No es una moda; necesitamos profundidad porque con lo superfluo nos estamos volviendo locos”. Algo que considera “magnífico”, dice lleno de optimismo, ya que proyecta que los museos, la literatura, la música y el arte interesarán más a la sociedad en el futuro. No obstante, matiza, cada vez es más difícil “educar en la inteligencia y en el gusto a la belleza”. Por esa razón, expresa su admiración por los profesores y especialmente por los de arte que deben desarrollar sus tareas en una época de producciones audiovisuales populares. ■