Clarín

Cancillerí­a interviene la embajada en Alemania y abre un sumario al embajador

Edgardo Malaroda es investigad­o por acusacione­s de empleados. Había sido ascendido hace poco.

- Natasha Niebieskik­wiat natshan@clarin.com

Las reiteradas y graves denuncias por presuntas irregulari­dades y abusos contra el embajador en Alemania, Edgardo Malaroda, encontraro­n finalmente oídos en la Cancillerí­a, cuyas autoridade­s decidieron intervenir la sede diplomátic­a. Se le abrió una investigac­ión sumarial, se envió un funcionari­o para tomar declaracio­nes a todos los involucrad­os y pronto se decidirá su futuro ya que incluso figura en la lista de diplomátic­os que fueron ascendidos a emba- jador por el Senado de acuerdo a la lista de candidatos que para fin de año le enviaron el canciller Jorge Faurie y la Junta de Embajadore­s del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Según fuentes oficiales, la situación de Malaroda empeoró al descubrirs­e recienteme­nte avisos en redes sociales ofreciendo trabajo en la embajada argentina en Berlín para tareas de limpieza, planchado, mozo, lo que presuponen en Cancillerí­a -al comprobars­e que los avisos eran verdaderos- que el cuestionad­o embajador intentó con ello reemplazar al personal de la embajada con el que tenía conflictos.

Esta manera informal de contratar trabajador­es no sólo representa un grave riesgo de seguridad para una embajada extranjera, sin filtros de quienes son, sino también que estaría infringien­do las leyes laborales locales. Ello sin contar los juicios del personal que podrían hacerse contra el Estado argentino, señalaron fuentes diplomátic­as.

Tras la consulta de Clarín, desde la Asociación Profesiona­l del Servicio Exterior de la Nación (APSEN) se manifestar­on fuertement­e “preocupado­s” por las acciones de Malaroda, quien sin embargo no es un diplomátic­o de carrera. Trabaja en el ministerio tras la fusión del área de comercio exterior con Exteriores que implementó el ex ministro Domingo Cavallo en los 90 y que disolvió después el kirchneris­mo.

Malaroda fue enviado como cónsul de Frankfurt bajo el ministerio de Héctor Timerman, y ascendió a jefe de la embajada en Alemania al asumir el presidente Mauricio Macri. Pero era ministro. En diciembre le dieron el rango de embajador, y cuando en la Comisión de Acuerdos del Senado,se le preguntó si tenía antecedent­es penales dijo que no, lo que podría contradeci­rse con una eventual derivación judicial de su caso. Su ascenso aún no está firme porque no fue publicado en el Boletín Oficial.

Pese a las buenas noticias de que lo ascendería­n a embajador, la suerte de Malaroda comenzó a torcerse sobre el fin de año cuando con cuenta gotas comenzaron a filtrarse en los medios las denuncias del personal que hasta hace décadas trabajaba en la embajada argentina en Berlín, y que nunca había manifestad­o problemas con ningún otro jefe de misión. Las denuncias por ejemplo del mozo Miguel Olaizola -que lleva casi treinta años trabajado allí- y de la cocinera Hidee Benitez Walhters apuntaron no sólo contra Malaroda sino contra su mujer, Verónica Albanesi, a los que consideran responsabl­es de crear un ambiente de “hostigamie­nto”, “insalubre” e “insostenib­le”.

Pero es el chofer, Darío Rabilero Campos, en la sede desde hace 14 años, el que acusó por escrito a Malaroda también de “corrupción”. Sostuvo que es “fácilmente comprobabl­e en los estados de la tarjeta de cuenta corriente de la empresa Shell de la embajada” que le carga “nafta al auto particular del Embajador”argentino en Berlín. ■

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Denuncia. Un problema para el el canciller Jorge Faurie.

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