Los hijos de la revolución iraní, entre festejos y desilusión, 40 años después
Cambio. Más de la mitad de la población de la República Islámica tiene menos de 35 años. No vivieron la revuelta que derrocó al Sha en 1979 y sufren la crisis económica
Nacieron después de que las protestas de sus padres derrocasen al sha de Irán en 1979, cuando el fervor revolucionario dio paso a duros años de un aislamiento propiciado mayormente por Estados Unidos y una sangrienta guerra de ocho años con Irak. Hoy, los “hijos de la revolución” son una fuerza importante en el país, que celebra en estos días los 40 años de la Revolución que eyectó del poder al sha Mohammad Reza Pahlevi.
Más de la mitad de los 80 millones de habitantes de Irán tienen menos de 35 años y todos lidian con el legado del alzamiento, especialmente ahora que el país enfrenta nuevamente sanciones económicas de Estados Unidos impuestas por el presidente Donald Trump, que retiró a su país del tratado nuclear firmado en 2015 con otras potencias mundiales. Para muchos jóvenes, los objetivos de la revolución siguen siendo esquivos.
El umbral de los 40 años -sinónimo de madurez- es particularmente simbólico en el mundo musulmán: es la edad en la que, según la tradición, Mahoma recibe la revelación divina y empieza a transmitir el Corán. Este aniversario llega en un período de dificultad económica para Irán.
Las esperadas consecuencias comerciales y financieras del acuerdo nuclear firmado en 2015 con la comunidad internacional no se han concretado, y el país padece ahora el restablecimiento de las sanciones de Estados Unidos. Según el FMI, la economía iraní entró en recesión en 2018 y el PBI del país caerá un 3,6% en 2019.
“Teníamos ciertas metas y creo que eran correctas”, comentó Farzad Farahani, estudiante universitaria de 22 años, a la agencia Associated Press. “Teníamos reclamos justos, pero la revolución no logró plasmar sus objetivos”, remarcó.
Además de instalar la teocracia shiíta que gobierna hoy, la revolución islámica publicitó su independencia del Este y del Oeste. E incorporó pro- yectos promovidos por sectores izquierdistas que se unieron al clero, como el desarrollo económico, educación y justicia social. Sus líderes prometieron al pueblo una participación en los ingresos de la lucrativa venta del petróleo. Hoy casi todos los iraníes pueden leer, comparado con el 47% de 1976. Y un gran porcentaje de la población va a la universidad .
Pero al menos una de cada cuatro personas no puede encontrar trabajo, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y el desempleo en general es del 11%. Quienes consiguen trabajo, generalmente toman posiciones inferiores a las de sus aptitudes y abundan las personas con doctorados que manejan taxis.
Mani Filum, estudiante de 27 años, dice que la revolución educó a mucha gente, pero que tanto ella como buena parte de sus amigos están decididos a buscar oportunidades afuera. “Todos quieren sacar un doctorado e irse de Irán”, afirmó. “Los que se quedan es porque tienen padres ricos. Pueden conseguir empleo y tener una situación estable”, señaló.
Muchos iraníes nacieron después de la guerra con Irak de la década de 1980 en la que murió un millón de personas. “La situación económica es muy mala. Mi padre estuvo en la guerra, fue herido en combate, estaba dispuesto a dar su vida y veneraba al imán (el ayatollah Ruhollah Jomeini)”, señaló Kimia Zakeri, de 20 años.
“Incluso hoy, cuando hablamos, se resiste a aceptar la realidad y lo fea que está la situación”, agregó. “Mis padres no fueron felices. Pensaron que la situación económica iba a ser mucho mejor. Ahora la gente ya no se confía tanto. No puedes divertirte ni comprar nada. Solo tienes que llegar a fin de mes y sobrevivir”, lamentó.
Las sanciones de Occidente son una constante desde la toma de la embajada estadounidense y la retención de rehenes durante 444 días entre 1979 y 1980. Reinó cierto optimismo en 2015 tras la firma del acuerdo nuclear, por el cual Irán se comprometía a reducir el enriquecimiento de uranio a cambio de que se levantasen las sanciones. Pero la esperanza se diluyó ahora que Trump se retiró del pacto en protesta por el creciente papel de Irán en la región y su programa de misiles balísticos.
Shayan Momeni, estudiante de odontología de 27 años, culpa a Washington por los males de Irán. “Esto no tiene nada que ver con la revolución”, sostuvo. “Es Estados Unidos que quiere imponer su voluntad”, se quejó. Y agregó: “Estados Unidos quiere dominar Oriente Medio, pero no ha podido. Ahora quiere ponernos de rodillas, y tampoco lo va a lograr”.
Filum, la otra joven, no está de acuerdo. “Irán insiste en que Estados Unidos es el malo, nuestro enemigo. Gran Bretaña es mala, el enemigo. ¿Independencia a qué precio?”, se preguntó: “Nuestras vidas empeoran”.
Esa visión es compartida por muchos jóvenes que han tenido acceso a Internet y a canales de televisión satelital, que ofrecen un panorama muy distinto al brindado por los medios estatales. Recuerdan cómo las revueltas de la Primavera Arabe, en 2011, terminaron con violencia y represión. Y también el caos y la represión en el país después de unas cuestionados comicios presidenciales en 2009, cuando el ultraconservador Mahmud Ahmadinejad ganó la reelección. ■