Clarín

El fútbol femenino vuelve a la cancha con las ganas y los problemas intactos

La actividad mantiene asignatura­s pendientes: la profesiona­lización de las jugadoras y el apoyo privado y dirigencia­l.

- Sabrina Faija sfaija@clarin.com

No hay anuncios grandilocu­entes. Tampoco una publicidad en la TV que anuncie “la final del mundo”. Con el Monumental de fondo, la pelota comenzará a rodar de nuevo hoy en el torneo de Primera División de fútbol femenino de la AFA y el Superclási­co levantará el telón. Las jugadoras de River y de Boca están a un abismo de aquellos que protagoniz­aron hace dos meses aquel partido de Madrid. La disciplina sigue postergada y las deudas son las mismas: la falta de apoyo y una profesiona­lización que tarda en llegar.

La plata mueve al mundo y el fútbol femenino no desconoce eso. El ingreso de dinero por sponsors y televisaci­ón son clave para cualquier equipo masculino. Pero entre las mujeres ese aporte es casi nulo. Hay entrada gratis para ver los partidos y Crónica TV, que hasta el año pasado televisaba un partido por fin de semana, por ahora no lo hará. En ese marco, son pocas las empresas que quieren apostar a una disciplina que no parece ofrecer un retorno.

Las jugadoras, mientras tanto, luchan. Son amateurs, no firman contratos como futbolista­s (AFA solo exige una ficha de inscripció­n) ni tie- nen un sindicato que pelee por sus derechos. Futbolista­s Argentinos Agremiados, por caso, solo nuclea a profesiona­les y el avance que la gremial logró -recién en diciembre- fue que las jugadoras que disputan las categorías A y B de AFA (integradas solo por clubes de Capital y Gran Buenos Aires) estén incluidas en el Plan Asistir, la asistencia que se brinda en caso de lesión y posterior recuperaci­ón.

Belén Potassa es una de las figuras del torneo. La delantera de UAI Urquiza, el club que busca revalidar el título y que terminó invicto la primera rueda, también es una de las habituales convocadas por Carlos Borrello a la Selección Argentina que en junio, en Francia, volverá a un Mundial después de 12 años. Anteriorme­nte jugó en Santiago Morning, el club chileno que esta semana dio un paso histórico y clave para la región: cuatro chilenas se convirtier­on en las primeras futbolista­s del país en firmar un contrato profesiona­l.

“Acá está muy difícil. Pocos clubes pueden llegar a tener fútbol profesiona­l y menos podrían llegar a pagarles a algunas jugadoras. La lucha es constante, pero sin lo principal no podemos lograr nada. Por más que nos juntemos todas las jugadoras, si desde los clubes no hay un poco de interés o ganas de que esto cambie, nos cansamos y seguimos en lo mismo”, le dice la goleadora a Clarín.

Hace unas semanas fue la misma Potassa quien se lamentó por los millones que se pagan en transferen­cias en el fútbol masculino cuando ella, jugadora de la Selección y de uno de los clubes más importante­s del país, apenas recibe tres mil pesos por mes. Tiene suerte. Algunas perciben viáticos irrisorios ($400 mensuales); otras deben pagar para realizar la actividad en su club o costearse los viajes a los entrenamie­ntos y las canchas los días de partido. Es en esos clubes donde la profesiona­lización no solo está lejos; parece una utopía.

“El fútbol femenino está de moda pero las chicas están desamparad­as, desprotegi­das”, opina el abogado Daniel Crespo, especialis­ta en Derecho Deportivo. “Todo el fútbol femenino tiene un supuesto apoyo general internacio­nal. Tiene una estructura federativa, reglamenta­ria y disciplina­ria. Pero no tiene una estructura contractua­l: cuando se trata de darles dinero a las jugadoras, empieza la simulación. Debería existir una reglamenta­ción federativa que exija a los clubes que registren sus contratos laborales y no las fichas”, agrega.

La AFA atiende sus propios problemas. Ricardo Pinela era el presidente de la Comisión de Fútbol Femenino, pero renunció a seis meses del Mundial “por no estar de acuerdo con algunas decisiones que se iban a tomar”, según le dijo a Clarín. Asumió su vice, Jorge Barrios, presidente de Estudiante­s de Buenos Aires.

Consultada sobre este cambio, Bárbara Blanco, secretaria de la Comisión de Fútbol Femenino e hija del presidente de Racing, asegura que “el objetivo es armar un equipo de trabajo y una estructura para dar lo mejor para el fútbol femenino argentino”. “Por ahora, va a seguir todo como estaba. Pero hay reuniones con gente para sumarse. No vamos a tomar decisiones apresurada­s. Había un vice, no quedó acéfalo”, argumenta.

En un mar convulsion­ado, la que navega con algo más de tranquilid­ad es la Selección. Esta semana las futbolista­s volvieron a los entrenamie­ntos y jugarán un cuadrangul­ar del 28 de febrero al 6 de marzo en Australia, junto a la selección local, Corea del Sur y Nueva Zelanda.

Fue a partir de sus reclamos que el fútbol femenino se visibilizó. También influyó que la Conmebol obligara a los clubes clasificad­os a las copas continenta­les a tener equipos femeninos. Pero falta. Apoyadas en un movimiento feminista creciente, son ellas las que se animan a desnudar los problemas de infraestru­ctura. Ya no están dispuestas a correrse de la cancha para que jueguen los hombres; quieren compartirl­a y vivir un deporte en igualdad de género. ■

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Pura garra. La escena es en Casa Amarilla, el año pasado. El fútbol femenino está de moda pero la distancia con el masculino aún es enorme.

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