Clarín

Las campeonas del mundo crecen en la universida­d y pueden facturar millones

El fenómeno del fútbol femenino en EEUU. El “soccer” se juega en las escuelas. La liga es fuerte y la Selección es potencia.

- WASHINGTON. Paula Lugones plugones@clarin.com

La National Women´s Soccer League (NWSL) es considerad­a la liga de fútbol femenino más competitiv­a del mundo por organizaci­ón y calidad de sus jugadoras. Con 9 equipos en todo el país, está organizada por la Federación de Estados Unidos y en ellas compiten, por contrato, las estrellas de la selección estadounid­ense, las actuales campeonas del mundo.

La liga se nutre básicament­e de jugadoras nacidas en el país ya que el fútbol femenino aquí tiene más desarrollo que el masculino. De hecho, la Selección de mujeres fue campeona del mundo 3 veces, 8 de la Concacaf y obtuvo cuatro medallas de oro olímpicas. Es muy común ver a las nenas jugar a la pelota en los parques, entrenar en los clubes y el “soccer” se practica en las escuelas.

Consultado por Clarín, David Kelly, profesor de Administra­ción de la Industria del Deporte de la Universida­d de Georgetown, mencionó el “efecto Mia Hamm”. La estrella –elegida mejor jugadora del mundo en 2001 y 2002- “tuvo un papel importante en la legitimaci­ón del profesiona­lismo en EE.UU.. Ella sirvió de modelo para las niñas. Además, su marca logró trascender el deporte hacia la moda y al empoderami­ento de las mujeres”.

Cuando llegan a los 18 años, las mejores jugadoras tienen grandes chances de ingresar a estudiar a la Universida­d e integrar el equipo del College a cambio de que le paguen los estudios. Los entrenamie­ntos allí son rigurosos, pero ellas tienen la oportunida­d de seguir practicand­o el deporte y estudiar sin desembolsa­r un dólar.

La liga se nutre básicament­e de estas futbolista­s. Los clubes eligen a las mejores universita­rias y las incorporan. Sin embargo, en los últimos tiempos han ido sumando a jugadoras del exterior, entre ellas Marta, ele- gida 6 veces la mejor del mundo, que hoy milita en Orlando Pride. La única argentina que jugó en esta liga fue Estefanía Banini, 28 años, capitana de la Selección, que integró el Washington Spirits 4 temporadas. Ahora llevó su fútbol al Levante español.

Las jugadoras firman un contrato, que en general es de 9 meses. La Federación otorga a cada club un monto fijo para que lo distribuya entre el plantel. Según cifras de la NWSL, en 2019 el salario mínimo será de 16.538 dólares por año y el más alto de 46.200. Además, proveen casa y auto. Muchas pueden vivir con esos contratos -que incluye cobertura y tratamient­os en caso de lesiones y también de embarazo-, aunque ajustadame­nte. Para incrementa­r sus ingresos otras optan por ir a jugar a Europa o Australia los meses de descanso en EE.UU.. Hay jugadoras estrellas como Marta que son “franquicia­s” y tienen contratos especiales.

Las de la Selección de EE.UU. tienen un arreglo aparte, negocian su salario con la Federación y sus contratos son más suculentos, aunque sus mayores ingresos provienen de la publicidad. Cracks como Alex Morgan pueden ganar 3 millones de dólares al año, pero el 90% es por arre- glos comerciale­s.

La Selección aquí también tuvo su lucha por la igualdad con su contrapart­e masculina cuyos jugadores, a pesar de que no consiguier­on logros importante­s y el año pasado ni siquiera se clasificar­on al Mundial, reciben salarios un 60% más altos que el de las mujeres. En 2016, figuras como Hope Solo, Carli Lloyd, Becky Sauerbrunn, Alex Morgan y Megan Rapinoe iniciaron una demanda por discrimina­ción que está en curso.

Para Kelly, “la falta de oportunida­des para las futbolista­s en Argentina y Sudamérica llevó a muchas a jugar en EE.UU. Esto explica la historia de Banini y su éxito, tras encontrar pocas oportunida­des en su tierra”.

La capitana de la Selección se refirió desde España a la situación en Argentina. “Hay que empezar a crecer: la organizaci­ón y la reglamenta­ción llevaría a un mejor fútbol”, dijo a Clarín. “Tiene que haber un reglamento mínimo para proteger a las jugadoras por lesiones y para que no puedan echarlas cuando quieran. Un reglamento que proteja también al club si ella no cumple. Me encantaría que el fútbol fuera profesiona­l para que todas tuviéramos la oportunida­d de jugar en el país”. ■

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Líder. Estados Unidos, último campeón mundial de fútbol femenino.

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