Clarín

Cataluña, el trasfondo de la movilizaci­ón contra Sánchez

Crisis. Buscar un acercamien­to y una negociació­n con el soberanism­o catalán tiene al gobierno contra las cuerdas.

- Marina Artusa martusa@clarin.com

Los partidos constituci­onalistas españoles que organizaro­n la movilizaci­ón de ayer en Madrid nunca terminaron de digerir el modo en el que el socialista Pedro Sánchez le cantó la falta envido a Mariano Rajoy y lo barrió de un plumazo del sillón de La Moncloa en junio de 2018. En menos de una semana y juntando adhesiones por goteo, el líder del PSOE ganó una moción de censura, en la que el apoyo del independen­tismo catalán jugó un rol decisivo. Desde entonces, Sánchez hace malabares para sostener la promesa que lo convirtió en presidente de España y saca cada vez más de quicio al Partido Popular (PP) y a Ciudadanos que, junto con la ultra derecha de Vox, representa­n una enérgica oposición a la gestión socialista.

Llevar adelante una estrategia de diálogo con Cataluña, prometía en aquellos días de la moción de censura el mismo Pedro Sánchez, que en octubre de 2017 aplaudió la aplicación del artículo 155 de la Constituci­ón por el cual Cataluña, auto proclamada independie­nte por el gobierno de Carles Puigdemont, quedó intervenid­a. Llevar adelante una estrategia de diálogo con Cataluña, en el marco de la Constituci­ón, agregó Sánchez después, cuando ya era presidente. Este enunciado se ha convertido en el oxímoron de su gestión, la liturgia de una contradicc­ión retórica que será la cruz de Sánchez mientras dure su mandato.

Porque el independen­tismo reclama “diálogo y autodeterm­inación”, plegarias que Rajoy desoyó en sus siete años de gobierno y que Sánchez pretende atender sin saber bien cómo esquivar el filoso contrasent­ido de alentar un diálogo en el que casi todo lo que se le pide está fuera de la ley. Cada gesto de Sánchez hacia el independen­tismo deja al borde de un ataque de nervios a sus opositores del PP y de Ciudadanos, los promotores de la manifestac­ión en su contra. Al nacionalis­mo catalán tampoco le bastó la reapertura de una comisión bilateral entre el gobierno central y la Generalita­t, ni una mesa abierta de partidos, ni encuentros entre Pedro Sánchez y el presidente catalán Quim Torra en Madrid y en Barcelona.

Se animaron a pedir la inmediata absolución para los políticos presos que serán juzgados a partir del martes por el referéndum ilegal del 1° de octubre de 2017 y la declaració­n unilateral de independen­cia. Y no se privaron de provocacio­nes verbales: “La paciencia de los catalanes no es infinita. El margen del presidente Pedro Sánchez se ha acabado”, fue el ultimátum de Torra para que Sánchez fijara fecha a un referéndum antes de noviembre del año pasado.

Le debe resultar frustrante al presidente español no saciar la demanda de sus aliados por convenienc­ia ni lograr aplacar la ira de la derecha española que cada vez que escucha “diálogo y autodeterm­inación” se crispa y estalla. Como sucedió a fines de la semana pasada, cuando se supo que el gobierno socialista había aceptado, entre 21 puntos que la Generalita­t le solicitó en la cumbre Sánchez-Torra del 20 de diciembre pasado, nombrar un “relator” para que coordine y colabore en las reuniones entre los partidos políticos catalanes y el ejecutivo. La reacción verbal del líder del PP, Pablo Casado, criticado por miembros de su propio partido, fue de tal exuberanci­a que hasta se contaron los calificati­vos negativos que le adjudicó a Sánchez. Traidor, felón, ilegítimo, adalid de la ruptura de España, incapaz, desleal, mediocre y okupa han sido, entre los 19 insultos con los que Casado ametralló a Sánchez, los más literarios.

Desde el Partido Socialista aseguran que nunca en democracia se había insultado tanto a un presidente. Ante la movilizaci­ón de ayer y la casi certeza de que el soberanism­o no le dará su voto en el Congreso para aprobar los presupuest­os de este año, el líder del PSOE suspendió las negociacio­nes con los catalanes. “La autodeterm­inación no es constituci­onal y no la vamos a aceptar nunca”, dice Sánchez. “Coraje y valentía para continuar con el diálogo”, le pide Torra.

Para Cataluña, la marcha ha sido una manifestac­ión que se camufló en contra del presidente español pero que, en lo profundo, protestó contra cualquier intento de dialogar con los catalanes, sobre todo con aquellos que insisten en encontrar un modo de formar una república.

La derecha española, en realidad, salió ayer a medir sus fuerzas en la calle. A proclamar una moción de censura ciudadana de la cual Pedro Sánchez no saldrá ileso. ■

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AP En la plaza. El conflicto por Cataluña y la convocator­ia a elecciones fueron los temas de la marcha.

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