Troglio: “Amo lo que hago y no puedo vivir sin estar dirigiendo; el fútbol es mi psicólogo”
A los 53 años, el técnico mira todo de un modo especial y dice: “Le doy la vida a esta profesión porque sé lo que pasé”.
Será porque la vida nunca se la hizo fácil. Será por su infancia muy humilde. Será porque de futbolista también la tuvo que remar desde el comienzo. Será porque como entrenador la mano no cambió. Será por los golpes duros como el suicidio de su exmujer. Será por todo eso y porque Pedro Troglio es así, auténtico, que tiene la virtud de poder desdramatizar un fútbol enjaulado entre los barrotes del éxito y el fracaso. “Si analizo las cosas que me han pasado, llama la atención poder tener la capacidad de desdramatizar todo para seguir adelante con buen ánimo y con fuerzas. Yo tengo seis hijos, me pasó de todo en mi familia y en lo futbolístico siempre me tocó luchar contra la ad- versidad, pero no siento las presiones con las que convivo”, reflexiona el técnico de Gimnasia La Plata ante Clarín en la víspera del partido de mañana ante Defensa y Justicia, uno de los líderes de la Superliga.
En el mes de San Valentín, se define como un enamorado del fútbol y explica el porqué de este amor incondicional: “Amo esto que hago, no puedo vivir sin estar dirigiendo. Esto es mi vida. El fútbol es mi psicólogo. Yo puedo estar atravesando el peor momento de mi vida, que entro a entrenar y me olvido del mundo. Le doy la vida a esta profesión porque sé lo que pasé. Nunca tuvimos nada nosotros. Cuando era chico, mi mamá compraba una gaseosa el domingo y le dejaba la marca antes de guardarla para seguirla tomando el próximo domingo. La padecí tanto que cómo no le voy a agradecer a lo que hago”.
En la charla, el DT de 53 años se adentra en el presente del Lobo y su lucha para no caer en zona de descenso (está cinco puntos arriba de Patronato, que ocupa hoy la primera plaza para perder la categoría), pero no despega todavía de la final de la Copa Argentina perdida por penales ante Rosario Central el año pasado: “Esto era escalar de a poquito y de pronto nos encontramos en una final que nos sacó del foco nuestro, que era el campeonato. Perdimos varios partidos por cuidar jugadores y ahora tenemos una realidad dura”. -Estuviste a punto de convertirte en estatua, pero ahora tenés que pelear de nuevo por la permanencia. ¿Cómo se cambió ese chip?
-Yo ya sabía a dónde venía. Lo de la Copa Argentina fue un mimo y nada más. Siempre vine a pelear lo que estoy peleando. Tenemos que ganar todo lo que podamos porque no sólo es este campeonato. Hay que mirar el que viene también. Sueño con meter cuatro triunfos más.
-¿La herida de la final sanó? -Nunca va a sanar. Fue la tercera vez que peleé un título con Gimnasia, pero fue la primera que sentí que estuvimos a la altura y que la merecimos ganar. No es fácil llegar a una final con Gimnasia. Ojo, si pensás que llegás a una final después de 25 años y vas a salir campeón podés estar equivocado. Central jugó cuatro para ganar una. Me angustié mucho igual. -¿Volviste a ver ese partido?
-Ni loco. Lo tengo en la cabeza. Ya está. Me preocupa lo que viene. -¿Dolió más que el 0-7 en el clásico con Estudiantes?
-Nadie quiere perder un clásico así. Ese tampoco nunca lo volví a mirar. Este dolor de ahora es el de una final perdida estando a la altura, el otro es una mancha más triste y un dolor mucho más grande. Fue el momento más triste en mi carrera futbolística, más allá de la final del Mundial 90. -¿Pensaste en irte tras la final? -Cuando uno llega a una final en un club como Gimnasia se pregunta cuánto más puede conseguir. Yo estaba cómodo en Perú y resigné mucho para venir. Siempre se analiza qué sigue después. El técnico siempre es el culpable en la mala. El padre del Pipita Higuaín un día me dijo: “Cuando todo te chupe un huevo te vas a recibir de técnico”. Yo ya me recibí. Antes me dolía todo lo que se decía, pero ya no le doy bola a lo que se dice en las redes sociales.
-Pero tenés cuenta de Twitter.
-Sí. Pero me río de lo que dicen. Twitter es una herramienta bárbara, pero es un criadero de boludos. A los que me putean los bloqueo y listo. También hay muchos que me envían cariño. Y otros que me tienen de punto por ese clásico. Mi mujer un día me dijo: “Vos te preocupás por los que no te quieren y no te van a querer nunca”. -¿Te preocupaba convencerlos?
-A los hinchas de Gimnasia sí. Porque hay un sentimiento. Hay mucho padecimiento junto. Este club me tira y hay que aguantar. ■