Clarín

“Estuve esperando esto toda mi vida, ahora siento que volví a nacer”

El calvario de Ana Paula. Su padre y su hermano la abusaron durante años y logró que fueran presos.

- Mariano Gavira mgavira@clarin.com

Ana Paula se saca una foto con el Obelisco de fondo. Acaba de poner un pie en Buenos Aires y lo primero que dice es que acá las personas caminan apuradas: “Como si todo el tiempo estuvieran llegando tarde”. Es sanjuanina, vive en un pueblo ubicado a una hora de la capital y tiene la voz tan suave que casi parece un susurro cuando habla. Es la protagonis­ta de un calvario: su padre y su hermano la abusaron durante ocho años y su madre siempre lo ocultó. El martes la Justicia los condenó a 22, 20 y 12 años de cárcel respectiva­mente y para la joven significó un volver a nacer: “Estuve esperando esto toda mi vida”.

Tiene 18 años, pero el peso de una nena de 12. Sus brazos parecen pequeñas raíces de un árbol, aunque tiene la fuerza de un huracán. No se quiebra fácil y cuenta que ya no tiene pesadillas como antes. El calvario que fue su infancia y adolescenc­ia no se borra ni se olvida. El primer beso que dio en su vida fue a su papá a los 9 años y los 12 perdió la virginidad con su hermano. Ahora, con ellos detenidos, lucha para que su hermano menor, que quedó en manos de una tía (hermana de la mamá) pueda irse a vivir con ella.

En su desgarrado­r testimonio, que publicó Clarín el fin de semana pasado, indicó que a los 7 años sus padres la obligaron a trabajar con e- llos. "Hacíamos uniformes y calzado. Parecíamos una familia normal, pero eran unos psicópatas". Dos años más tarde comenzaron los abusos de su padre. Primero eran visitas nocturnas, mientras dormía. Cada noche él la despertaba manoseándo­la, luego la obligó a practicarl­e sexo oral. Todo eso se lo contó a su mamá, pero nunca le creyó.

La mujer tampoco quiso hacer nada cuando tuvo el abuso sexual de su marido a su hija frente a sus ojos. Hoy todavía recuerda esa no- che con claridad: tenía 13 años, su mamá había salido y su papá se le fue encima. "Él no escuchó que mamá había vuelto y cuando la vio me dio un empujón para que me hiciera la dormida. Ella lo vio desnudo y le preguntó qué estaba haciendo. Él le dijo que estaba buscando el short. ‘Ahí lo tenés’, se lo señaló ella". Al otro día la mujer le preguntó qué había sucedido. "Yo ya le había contado antes y no me había creído, entonces yo tenía miedo y se lo negué”.

Ese miedo a que nunca le creye- ran hizo que jamás le contara a nadie el calvario que vivía en su casa. Ni sus compañeros de la escuela, ni los docentes, ni los vecinos, nadie notó que algo en la vida de Ana Paula no estaba bien: “No me dejaban quedarme a dormir en ninguna casa, no tenía amigas y siempre me acompañaba­n a cada lugar al que iba. Era como una esclava”.

Su ángel salvador viajaba en colectivo. Allí fue donde conoció a Miguel, su actual novio, una tarde en la que él se sentó a su lado y con ver- güenza le preguntó la hora e inició una conversaci­ón que duraría 15 minutos. Al despedirse le regaló un chocolate y le pidió su número de teléfono. Con el tiempo se transforma­ría en su confidente y en la persona que la convencerí­a para que hiciera la denuncia: “Fue al primero a quien le conté todo lo que me había pasado. Con su apoyo fui a la comisaría y denuncié a mi familia”.

Ana Paula sabía que era difícil que pueda comprobar lo que había sufrido, no tenía testigos ni pruebas. Entonces escondió su celular, encendió el grabador y habló del tema con su mamá y su papá. Allí ellos admitieron todo y la amenazaron con que lo ocurrido no se debía saber: “Mi papá decía que era una tradición que venía de familia en familia y mi mamá decía que piense en mi hermano más chico que iba a sufrir mucho si yo contaba todo. Eso quedó grabado y fue la prueba que necesitaba para denunciarl­os”.

Dos años después de aquella mañana en que se acercó a la comisaría, la causa avanzó y el martes tuvo su final. La jueza Silvia Peña dio por acreditado que la niña no mentía, y condenó a su padre y hermano con 22 y 20 años de cárcel por abuso sexual con acceso carnal y corrupción de menores. Y a su madre con 12 años, por facilitar la corrupción sexual de su propia hija. Ellos nunca admitieron en ninguna lo que hicieron, siempre lo negaron.

Ana Paula prefiere no mostrar su rostro. Así se lo pide a Clarín y también a Mariana Fabbiani, la conductora del programa “El Diario de Mariana”, por quien fue invitada para relatar su historia. Dice que lo hace para preservar a su hermano de 10 años, que si bien sabe y conoce todo, no quiere que sus compañeros del colegio se enteren. Es lo único que pide para hacer la entrevista, eso y también la posibilida­d de decir que busca trabajo, que es cumplidora con los horarios y que no le gusta salir de noche: “Tal vez porque tengo 18 años creen que me gusta ir a bailar o no soy responsabl­e. Pero les juro que no”. ■

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QUINTEROS En Capital. Ana Paula es sanjuanina y ahora tiene 18 años. Los abusos comenzaron cuando tenía 9.

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