Román Martínez “Si alguien me pide que me tire al piso, que ponga a otro”
Las monerías que Fernando Monetti le hace desde el gimnasio lo desconcentran. Román Martínez no se aguanta y suelta una carcajada contagiosa mientras posa con su jopo extra large al viento en el césped del Nuevo Gasómetro, ahí donde desde su botin derecho le regaló a San Lorenzo el primer triunfo en la era de Jorge Almirón luego de 12 partidos, la semana pasada ante Junior por la Copa Libertadores. “Son bravos los muchachos, no te dejan pasar una”, dice el mediocampista sobre las bromas de sus compañeros mientras se frota las manos para contrarrestar el primer frescor del otoño.
Con casi 36 años (los cumple el miércoles que viene) y después de un paso en falso por la B Nacional en Deportivo Morón durante 2018 (rescindió su contrato en septiembre), Martínez sorprendió a todos con la performance que viene demostrando para tratar de sacar a flote al conjunto de Boedo, que marcha último en la Superliga. “Siempre confié en mis condiciones. Nunca dudé de lo que podía llegar a dar, más allá de dónde venía y del tiempo de inactividad. Obvio que pesa. Pero me molesta que se hable de la edad de un jugador. Yo siempre jugué igual, no era más explosivo o más rápido antes”, le dice a Clarín el pibe de 36 que difruta de su primera experiencia en un grande.
-¿Por qué te molesta que se hable de tu edad?
-Todo el tiempo se remarca, como si la edad fuese un impedimento para jugar al fútbol. Me jode. Escucho que dicen: “Mirá cómo corre con la edad que tiene”. Pero no por mí, en general. Se decía de Guiñazú, se dice de Licha López, de Ponzio, de Cvitanich... Son tipos que rinden en equipos muy poderosos. Nos ponen una fecha de vencimiento como si después de los 33 ya no se podría jugar más. El límite se lo pone uno. Yo hoy me siento pleno.
-Claramente no coincidís cuando se dice que si el mejor jugador tiene casi 36 años eso habla de lo mal que está el equipo...
-Es que la edad no es una barrera. Mirá, en Lanús empecé a entrenar y a jugar con el GPS todos los días. Me sorprendí de mis mediciones. Lo hablé con mucha gente que me decía “vos jugás parado”. Yo por dentro pensaba “pero si yo corro”. No seré veloz, pero corro. Mi manera de correr no me gusta porque parece que estoy cansado todo el tiempo. Tengo un trote cansino y no me gusta verme por la forma. Pero con el GPS me di cuenta de que corro bastante, para todos los que piensan que no corro. Y jugué en todos los clubes de la misma manera. Intento siempre hacer jugar al equipo, pisar el área, ayudar en la marca. Si alguien me pide que me tire al piso y que patee para arriba, que ponga a otro. Prefiero equivocarme mil veces, pero intentar hasta que me salga. Puedo meter 25 pases mal, pero sé que el 26 lo voy a meter bien y puede llegar un gol. -¿Que Almirón sea el técnico te hace dar un plus?
-Me ayuda conocer sus conceptos por lo vivido en Lanús. Obviamente, yo no le quiero fallar. Y eso significa entregarme siempre al cien por ciento y no guardarme nada nunca. Depositó mucha confianza en mí sabiendo que podía traer cola el hecho de llevarme porque yo venía de la segunda división y de estar tres meses sin jugar. Me conoce y confía en mis condiciones. Después, el rendimiento pasa por lo que uno pueda dar y por el equipo.
-¿Por qué creés que en Lanús salió campeón a los seis meses y en San Lorenzo le cuesta el arranque? -Tiene que ver con los resultados. Las primeras cuatro fechas del campeonato con Lanús ganábamos 1 a 0, 2 a 1, 1 a 0... ¿El equipo andaba bien? No, pero se dieron los resultados y así arrancó. Acá empatamos, empatamos, empatamos. Se empezó a crear un ambiente de que no se podía ganar. Vas ganando y nos empatan al final. Parecía que era todo malo. Ganar te da confianza y tranquilidad. Se bajan las especulaciones de lo que se hablaba y te vas acostumbrando a ganar. Salis a la cancha con otra mentalidad. La única manera de respaldar al entrenador y a su idea, porque nosotros estamos convencidos de lo que él pide, era en la cancha con un golpe de carácter. Había que ganar como sea y se ganó.
-¿Te gusta ganar como sea?
-A mí no. Creo que van a ser más veces las que vamos a ganar intentando jugar con la pelota al ras del piso y con una idea que como sea. Con Junior llegábamos hasta tres cuartos muy bien, pero nos faltaba la puntada final. Pero el gol vino con una jugada elaborada, no tiramos un centro y metimos
Tengo un trote cansino y no me gusta verme correr. Parezco cansado. Pero con el GPS me di cuenta de que corro bastante”
una bola que quedó boyando.
-¿Qué se siente verse último en la tabla?
-Muy mal. Mucha bronca. Lo charlamos. Tenemos un partido pendiente que si lo ganamos subimos como cinco puestos. Nos propusimos terminar lo más arriba posible. Verse ahí abajo no es nada lindo. Este es un club grande y no está bueno. Obviamente que si no ganás vas a venir con cara de culo, pero eso es normal. A nadie le gusta verse abajo. De todos modos, el clima desde que llegué siempre fue bueno en el grupo.
-¿Te asumís un referente por tu experiencia?
-Acá hay grandísimos jugadores de experiencia y con mucha historia que han ganado cosas. Y ese rol lo tienen ellos. A mí me gusta acercarme a alguno de los chicos y hablar. Si yo te veo que sos rápido, quizá me gusta acercarme para darte algún consejo para
que aproveches tu velocidad. Me desenvuelvo bien en la charla y me gusta aconsejar desde lo que he vivido, no desde la postura del “me las sé todas”. Yo también mejoré mucho a lo largo de mi carrera. Aprendí a largarla más rápido, a veces es mejor hacer un buen pase que intentar una gambeta. Eso sí trato de inculcarles a los más pibes, que toquen y que vayan a buscar. -¿Pensás en el después?
-Hoy te digo que voy a jugar hasta los 45 porque me siento así. Pero capaz que mañana me duele todo y no lo sé. Seguramente siga vinculado al fútbol porque es lo que amo. Hice el curso de entrenador, pero no sé si quiero ser DT. El técnico trabaja en serio, ya dejás de ser un jugador que termina el entrenamiento y te vas a tu casa. Me gusta la táctica y la estrategia, pero no sé si quiero eso. Podría ser ayudante de campo, que no lo putean tanto como al técnico. ■