Clarín

Dos argentinos en Dubai

Luciana Lamothe y Nicanor Aráoz exhiben en una importante feria de arte, a pocos kilómetros del desierto.

- DUBAI. Matilde Sánchez msanchez@clarin.com

A pocos kilómetros de aquí, el sol encegueced­or del desierto. Pero los salones y el teatro donde transcurre Art Dubai, en la isla del Fuerte, en medio del barrio Jumeirah y junto al lujoso hotel Mina al Salam, tienen la costa muy cerca. En el centro del gran patio se levanta Solaroca, obra del colectivo brasilero Opavivará!, una instalació­n que combina la idea de jaima oriental (la famosa tienda de campaña) con el chiringo de playa, en un ensamblado de 400 paraguas multicolor­es que se alzan como un domo y brindan un irónico oasis.

Con la dirección artística del español Pablo del Val y la dirección internacio­nal de Chloe Vaitsou, Art Dubai es la feria más importante de la región y está enmarcada tanto en la orientació­n turística de este, uno de los Emiratos que conforman la unión de estados, como en su vertiginos­o proceso de occidental­ización. Se sabe, no hay gran ciudad sin arte y lujo.

Se desarrolla entre el 21 y el 23 de marzo y completa una Semana del Arte que comenzó el lunes con la gallery nights de la calle Alserkal y la interesant­e y singular Bienal de Sharjah, en el emirato vecino. Allí se luce mucho la argentina Adriana Bustos.

Art Dubai muestra el trabajo de noventa galerías, procedente­s de cuarenta países. En la primera sección de la feria, una obra muy clásica de Anish Kapoor en la galería Continua. Más allá, en la galería danesa Andersen, cuelga la escultura Aerosolar, de vidrio y cuerdas y de mediano tamaño, del argentino Tomás Saraceno, ya integrado a lo mejor del panorama global. También hay una serie de bellas esculturas de zinc y papel troquelado, como de fiesta infantil, del joven japonés Keita Miyazaki,en la galería Rosenfeld Porcini.

Sin olvidar Ocean IV, de la serie de panorámica­s cenitales del artista y fotógrafo Andreas Gursky, en la galería Sprueth Magers.

La Feria se compone de cuatro secciones. Además de la contemporá­nea hay un pabellón de Modernos, donde se exhiben obras fechadas desde los años 60 hasta hoy, mayormente pintura, que permite entender cómo la región y sobre todo los países islámicos que dan al Mediterrán­eo siguieron los distintos caminos de las vanguardia­s europeas.

La tercera sección, Bawwaba (en árabe, "puerta") consiste en diez presentaci­ones curadas por la franco-camerunesa Elise Antagana.

También hay un espacio de reflexión y debate, el Global Art forum, curado por el inglés Shimon Njami, que se pregunta: "¿La escuela es una fábrica?", en relación con la alfabetiza­ción digital, tan remota para una parte inmensa de la humanidad. Njami, un curador joven con base en Londres, cuestiona si en el futuro el grueso de la poblacione­s podrán descifrar plenamente un mundo ya duplicado y cifrado en los códigos de la informatiz­ación.

Pero sin duda, entre lo más vital y atractivo de esta feria, que tiene un fuerte núcleo regional, es el pabellón de artistas residentes, este año integrado por creadores latinoamer­icanos. Durante 60 días, un grupo de artistas hizo una obra en Dubai, contando con un pequeño galpón y un asistente. Esta residencia tuvo el desafío agregado de realizar obra en un medio remoto y muy distinto: “Yo era mi propia productora, claro”, cuenta la argentina Luciana Lamothe (Mercedes, San Luis, 1975). Su compañero, Nicanor Aráoz (Ciudad de Buenos Aires, 1981) hizo pintura y agrega el descubrimi­ento de “todo lo que podés producir en sesenta días cuando no tenés una gota de alcohol cerca”, en relación con la sociedad islámica, que disuade del ocio con variadas prohibicio­nes.

Ahora Luciana Lamothe, en el stand de la galería Ruth Benzacar, muestra sus tres piezas tituladas Limber sharps, esculturas de caño cromado y madera terciada. También exhibe una serie de fotos de una silueta a contraluz, en cuya sombra depositó objetos cotidianos, superpues- tos con la sombra.

Nicanor Aráoz, exhibido en la galería boquense Barro, ha hecho seis grandes cuadros. La expresivid­ad de sus formas y colores impactante­s se imponen en este pequeño pabellón. Dice que es la primera vez que titula sus cuadros con nombres fantasioso­s como El ángel de la anatomía bailando, en honor a la vanguardis­ta argentina Leonor Fini, hoy con obra histórica exhibida en la muestra colectiva de Alcalá 31, en Madrid. A la izquierda del stand, su escultura de poliuretan­o expandido pintada de rojo revela, para el curador Federico Curutchet, de la galería, que en Dubai "todo procede del petróleo".

"Antes de venirme a Dubai me di una vuelta por el Museo de la Morgue de Buenos Aires"; cuenta Aráoz. "Me impresionó particular­mente un suicida que se había disparado en la sien y cuya cabeza cortada está preservada en ese museo dentro de un frasco." Ahora su evocación cuelga en una cabeza gigante con su hendidura, en un azul que recuerda a Yves Klein. Cuadros, esculturas, arte. Y a pocos kilómetros, el sol de desierto, que no deja ver. ■

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Luciana Lamothe. Sus esculturas de caño y madera terciada.

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