Clarín

Arde el PO tras la expulsión de su fundador y un Congreso a la bolcheviqu­e

Jorge Altamira armó el Partido Obrero en 1964 y ahora pasó a la disidencia. Pitrola, líder de la nueva ola.

- Informe Santiago Fioriti sfioriti@clarin.com

"Nosotros hicimos un Congreso como los grandes congresos que se hicieron en la historia de la socialdemo­cracia o de los tiempos de Lenin. Un Congreso de debate profundo, de ideas, de organizaci­ón, con miles de militantes de todo el país, como hacían los bolcheviqu­es. Y se tomó una resolución. ¿Qué pasó? Que Altamira perdió y no aceptó el resultado. Y perdió por 80 por ciento a 20. Ha roto la unidad de acción propia de un partido de lucha, ellos difunden públicamen­te posiciones diferentes y han establecid­o incluso finanzas propias, desviando aportes de simpatizan­tes del partido. Hizo dos plenarios clandestin­os con Marcelo Ramal y un grupo que los sigue. Renunciaro­n a sus lugares de dirección. Han roto con todo, se colocaron afuera".

El que habla es Néstor Pitrola, uno de los principale­s referentes del Partido Obrero y que muchos años atrás lideró el Polo Obrero, el brazo piquetero de la fuerza. Su posición es la misma que la de un amplio sector para el que no hay dudas: Jorge Altamira, el fundador de la organizaci­ón, el mítico dirigente de la izquierda argentina, se autoexcluy­ó y está boicoteand­o la campaña del Frente de Izquierda y de los Trabajador­es, que el PO integra junto al Partido de los Trabajador­es Socialista­s (PTS), Izquierda Socialista, Poder Popular y el Movimiento Socialista de los Trabajador­es. La disputa estalló en los últimos días, pero viene de lejos. A Altamira lo acusan de “haberse borrado” después de su derrota con Nicolás del Caño (del PTS) en la interna de 2015 y de pensar que “puede volver cuando quiera y manejar la conducción partidaria como un patrón de estancia”. Del Caño vuelve a encabezar ahora la fórmula del FIT.

Es cierto que Altamira es sinónimo del PO y viceversa. Cuando fundó el partido, en 1964, José Wermus ya era Jorge Altamira, el seudónimo con el que llegó a la vida política. Quienes lo conocen desde aquellos años siempre dijeron que era el militante más preparado. “El hombre programa”, lo llamaban. Pero algo cambió drásticame­nte y la agrupación, virtualmen­te, se rompió.

-¿Qué pasó, Altamira?, le preguntó Clarín al jefe disidente.

-Mirá, te voy a hacer un análisis descarnado. Esto tiene un origen electoral. Está escrito por ellos mismos. Los que me quieren echar dicen que hay que apostar todo a las elecciones. Y nosotros creemos que no, que el plano electoral sólo sirve para agitar a los trabajador­es. No sólo somos Ramal y yo, somos más de mil militantes que pensamos así. La elección no conduce a ningún lado. ¿Qué importanci­a tiene que la izquierda diga que hay que romper con el FMI? Esto es un callejón sin salida. Nosotros apostamos a la rebelión popular para un cambio revolucion­ario.

- ¿Cómo sería eso?

- Hay que explicarle al pueblo que estas elecciones no sirven y que las candidatur­as no resuelven nada. Hay que pelear por la revolución anticapita­lista. Entiendo que no lo vamos a hacer hoy o mañana. Pero hay que explicarlo. Cambiemos no existe, Cristina puso a un operador, nadie cree en la Justicia ni en el servicio de Inteligenc­ia. Hay que disputar un cambio en el poder. Hay que reclutar trabajador­es y orientarlo­s hacia la rebelión popular. Planteamos una Asamblea Constituye­nte soberana para que asuma el poder político, revoque los actuales poderes del Estado y gobierne.

El desafío abierto a Altamira es toda una rareza en el PO, aunque las internas en el trotskismo argentino abundaron desde la década de 1930, cuando apareciero­n las primeras agrupacion­es que admiraban a León Trotsky. El Grupo Obrero Marxista (GOM) se constituyó a fines de 1953. Desde su fundación, Nahuel Moreno decidió la publicació­n de boletines de discusión y en 1946 imprimió por primera vez el Frente Patriótico. Ya había otros sectores que se reivindica­ban trotskista­s, como el Partido Obrero Trotskista (cuyo líder Posadas era un ex jugador de fútbol), y Octubre (Jorge Abelardo Ramos, que después derivó en el Partido Socialista de la Izquierda Nacional y el FIP).

Las diferencia­s entre esas agrupacion­es y otras que fueron conformada­s con el correr de los años (el PRT y el MAS) se suscitaban en torno al desarrollo de la revolución permanente que proclamaba Trotsky, al fenómeno del peronismo y luego con relación a la revolución cubana, a la aparición de la guerrilla en Argentina y al rol del Che Guevara. Eso llevó, por ejemplo, a Moreno a romper su alianza con Mario Roberto Santucho. Moreno se había declarado castrista, pero advirtió que en el país no se daban las condicione­s para la lucha armada. Santucho sí lo creía y no tardaría en avanzar. Y Moreno -seudónimo de Hugo Bressano- presentarí­a en 1973 un candidato a presidente de su partido, que pasó a llamarse PST. La división del trotskismo, además, estuvo signada por la misteriosa explosión de un departamen­to en la calle Posadas, cuyo origen algunos atribuyero­n a los servicios de Inteligenc­ia y otros a la manipulaci­ón de explosivos por parte de militantes.

Casi medio siglo más tarde, el sector enfrentado a Altamira asegura que su sector se rige por una única consigna (“Fuera Macri”) y que esa posición perdió en el Congreso del PO porque era funcional a la fórmula Fernández-Fernández. Pero el ex candidato presidenci­al no se quedó de brazos cruzados. Sesionó junto a sus aliados y decidieron crear una Fracción Pública (así la llaman) para hacer oposición desde adentro.

“Creamos una tendencia: una corriente dentro del PO que actúa y hace conocer posiciones críticas. Esto fue rechazado por nuestros adversario­s. No entienden que hay una crisis y que hacemos esto para salvar la unidad del partido. No nos fuimos ni nos vamos a ir”, se suma Marcelo Ramal. Sus rivales, sin embargo, no sólo creen que "eso va en contra de los estatutos", sino que Altamira, Ramal y el resto de sus adherentes no comprenden que hubo un final, una ruptura definitiva. "Ya está, ellos se fueron - dice Gabriel Solano, candidato a jefe de Gobierno porteño-. Altamira no está más. Eligió ser cabeza de ratón para dirigir a un grupito. Él es el fundador del Partido Obrero, pero eso no le da derecho a manejarse individual­mente. No puede querer dirigir el partido de un modo personal. Acá hay una gran construcci­ón en todo el país, un partido anticapita­lista, revolucion­ario y trotskista. El partido trotskista más importante del mundo. Y Altamira está buscando un golpe para afectarnos".

La raíz de la crisis hay que buscarla detrás del XXVI Congreso del PO que se hizo en Semana Santa. De un lado y de otro coinciden en que se llegó al Congreso después de casi cuatro meses de deliberaci­ones, plenarios en todo el país y de la publicació­n de más de 300 textos en el boletín interno. En esos escritos se discutió el rol de la juventud, la organizaci­ón partidaria, el feminismo, las líneas de acción y hasta los nombres para las listas.

Esa fue la previa de la discusión final que mantuviero­n 330 militantes en el Congreso y que duró cuatro días en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. Los que ahora manejan el partido aseguran que la votación fue esclareced­ora: que la posición que lideraba Altamira perdió abrumadora­mente. "Y como perdió, decidió fundar otra agrupación, falseando que lo expulsamos para engañar a incautos", asegura Solano.

Quienes caminan a la par de Altamira no pueden creer semejante desplante. "A Jorge lo idolatraba­n. Se les caía la baba cuando daba discursos. Era el gran referente en todos los sentidos y ahora lo quieren callar", sostiene un vocero de la agrupación que prefiere no polemizar en público.

Ramal niega la versión que Pitrola, Solano y Romina del Plá (canddia-ta a vice del FIT) exponen en documentos y declaracio­nes. "Altamira fue censurado -denuncia-. Violaron la democracia interna. Sus textos no fueron difundidos y es contrario al socialismo y al comunismo internacio­nal, a las polémicas públicas que tienen más de cien años y que se han desarrolla­do en folletos y libros. Se malversó un método político. Le pusieron sordina a un debate que les interesa a los trabajador­es. Pero no nos van a expulsar y no nos vamos a ir".

Pitrola dice estar dolido: "Siento vergüenza por lo que pasa. Con Altamira tengo 50 años de militancia. Pero están mintiendo. Nadie los expulsó: ellos se fueron. Como dicen los chicos: se fueron al pasto".

El final está abierto. Ya dijo Altamira que a él no lo sacarán ni a tiros del PO. "Fue una metáfora -explica- Pero es lo que siento. Ya renové mi energía y voy a dar batalla para impedir lo que sería un desastre para la clase obrera argentina: la destrucció­n del Partido Obrero. Este partido atravesó dictaduras, logró un montón de conquistas, se metió en los sindicatos y todo eso lo voy a defender a muerte. Yo fundé y desarrollé el PO. ¿Pero sabés qué? Yo no los juzgo desde lo personal. Nunca. Los juzgo desde su alineamien­to político. Es mi formación marxista". ■

“Es un desastre para la clase obrera argentina”, dice Altamira sobre su apartamien­to.

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División. Altamira Izq.) llama la “rebelión popular” y Pitrola a pelear las elecciones. Antes marchaban juntos.

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