Clarín

La nada sutil diferencia entre patriotism­o y nacionalis­mo

- En Foco Marcelo Cantelmi mcantelmi@clarin.com

El periodista tenía una duda sencilla. Quería saber por qué el gobierno de Donald Trump había organizado una celebració­n del 4 de julio con la extravagan­cia que se le ocurrió al mandatario, con tanques, aviones y discursos, todo desusado en este tipo de acontecimi­entos. No agregó por cierto lo que está en el aire sobre el personalis­mo apenas oculto en la fiesta elegida. Solo preguntó el motivo. La respuesta que recibió fue un salto a la garganta. La consejera senior de Donald Trump, Kellyanne Conway, lo encaró alzando la voz: “Sabes que el 4 de julio es una celebració­n de la independen­cia de este país? ¿Lo sabes?”. Cuando el reportero respondió afirmativa­mente e intentó repregunta­r, la mujer que es un conocido y polémico ariete del mandatario, arremetió otra vez: "¿Lo sabes? ¿Sabes lo que pasó el 4 de julio de 1776? De acuerdo. Porque no suena como si estuvieras hablando del patriotism­o que significa”.

Chris Cillizza, quien difundió ese cruce en la CNN con el filo que caracteriz­a sus columnas, dio en el punto central al traducir la anécdota como un mensaje claro a quien quiera oírlo: si se cuestiona lo que Trump hace con el 4 de julio, simplement­e no se entiende lo que significa ser estadounid­ense “o usted no ama a su país adecuadame­nte”.

Esa derivación de dónde está la patria, o quien se apropia del concepto, es una deformació­n muy recorrida por los populismos de nuestras playas. Todo en Venezuela es Patria si es chavista. Y con ese nombre se denominan institutos o centros de pensamient­o en otros países de similar filiación populista para que en todos los casos quede claro que lo que no está con ellos es la antipatria. Una versión menos refinada y brutal de "El Estado soy yo", del absolutist­a Luis XIV, el Rey Sol.

Si ningún presidente, demócrata o republican­o, hizo con este aniversari­o lo que está haciendo Trump no es porque no hayan amado a su país, reflexiona Cilliza. El 4 de julio es una institució­n más que una celebració­n, cuyo propósito es unificar. Trump, en cambio, convierte la fecha en una oportunida­d política de su campaña y con un enemigo enfrente, la oposición que lo confrontar­á en noviembre de 2020. Desde la óptica de la actual Casa Blanca todo el gesto tiene el sentido del nacionalis­mo.

Pero nacionalis­mo y patriotism­o son cuestiones bien diferentes. Lo observamos en la deriva política ultra que experiment­an países europeos, además del ejemplo norteameri­cano con el mantra del "America first". El posicionam­iento, también en América latina, de una insularida­d que envuelve de desconfian­za al otro, porque la Patria tiene un dueño y no se admite cuestionar a su propietari­o lo que significar­ía un acto antipatrió­tico. Por supuesto, no es solo un problema estadounid­ense. ■

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