Monóxido, un enemigo silencioso
Los primeros días de frío se comienzan a sentir, por lo que tratamos de mantener los ambientes cálidos. Pero debemos tomar medidas preventivas con el uso de los artefactos de calefacción.
Contamos con datos del año 2017. El Boletín Integrado de Vigilancia del Ministerio de Salud de la Nación contabilizó 976 personas intoxicadas con monóxido de carbono (CO), y los datos brindados en el 2018 fueron cercanos, costando la muerte de alrededor de 200 personas.
El CO es un gas venenoso, que no se huele, no se siente y no se ve. No irrita los ojos, tampoco la nariz. Su inhalación se origina a partir de la combustión incompleta de elementos como gas, madera, leña, kerosene y gasolina.
La presencia de CO proviene de artefactos que no han sido controlados o supervisados por personal especializado. Estos artefactos deben recibir una correcta ventilación.
Normalmente respiramos el oxígeno que está en el aire, que se une a la hemoglobina de los glóbulos rojos de la sangre, que lo lleva al torrente sanguíneo y de allí al cerebro, corazón, pulmones. Ante la presencia de monóxido de carbono en el ambiente, la hemoglobina deja de lado al oxígeno y se combina al monóxido de carbono, y comienza el sufrimiento de los diferentes órganos y aparecen los síntomas de una intoxicación porque los niveles de CO en sangre son suficientes como para envenenar a una persona, y en caso de no recibir atención inmediata, puede costarle la vida. *Experta en olfato y alergista, presidenta Asociación ORL