Clarín

Para las Naciones Unidas, América Latina es la región más violenta de todo el planeta

La región sólo cuenta con el 13% de la población mundial, pero registra el 42% de todos los homicidios. El Salvador, Venezuela, Brasil y México lideran el ranking.

- VIENA.

Aunque el continente americano sólo alberga el 13% de la población mundial, allí se registran el 42% de todas las víctimas de homicidios, una situación que es especialme­nte grave en América Latina y en la que confluyen problemas de desigualda­d, debilidad del sistema judicial y fortaleza del crimen organizado. Así lo señala el Estudio Mundial sobre el Homicidio de 2019 publicado ayer en Viena por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD).

La tasa media de homicidios anual en el continente es de 17,2 por cada 100.000 habitantes, casi el triple que el promedio mundial y casi seis veces más que Europa. Centroamér­ica, con 25,9; Sudamérica, con 24,2; y el Caribe, con 15,1, son las subregione­s con las tasas más altas del planeta. De hecho, América es la única región en la que esa tasa crece desde 1990.

Los únicos cuatro países del mundo con tasas de homicidio de más de 40 personas por cada 100.000 habitantes están en América Latina: El Salvador (62,1), Venezuela (57), Jamaica (57) y Honduras (41,7).

La ONUDD destaca especialme­nte el caso de Venezuela, donde se ha registrado “el más dramático incremento” de la tasa de homicidios, al pasar de 13 a 57 por 100.000 habitantes entre 2012 y 2017. Caracas, la capital del país sumido desde hace años en una profunda crisis global, en 2017 registró 122 muertes por 100.000 habitantes, multiplica­ndo por más de dos las cifras de homicidios a nivel nacional. En Brasil, la tasa de asesinatos subió a 30 en 2017 y se estima que 1,2 millones de personas ha sido víctimas de homicidios intenciona­dos entre 1991 y 2017.

De hecho, la subida de las muertes en Brasil y en México (19), ambos muy poblados, son en buena parte la causa del alza mundial de la tasas de homicidios desde el 2015, tras décadas a la baja. Por oposición, la ONUDD destaca la reducción del número de homicidios experiment­ada por Colombia en ese período, de 80 a 25 por cada 100.000 habitantes, algo que la ONUDD atribuye en parte a la “intensific­ación de la acción estatal contra el tráfico de drogas”.

En la parte baja de la tabla, pero aún por encima de la media mundial de 6,1 homicidios por cada 100.000 personas, están países como Argentina, Perú, Uruguay o Nicaragua. Ese número surge por un promedio realizado por la ONU de las tasas de los años de 2012 a 2016. En el caso de la Argentina, en 2017 el número es de 5,1. Sólo Chile, con 3,5, estaría por debajo de ese promedio.

Al referirse a las causas del elevado número de homicidios en América Latina, el informe de la ONUDD señala que la criminalid­ad organizada, en especial relacionad­a con el tráfico de drogas, está detrás de buena parte de esas muertes.

“Hay otros tipos de homicidios, como la violencia en la pareja o en la familia. Pero el elemento del crimen organizado es mucho más alto que en ninguna otra región del mundo”, explica a Efe Angela Me, jefa del departamen­to de investigac­ión de la ONUDD y una de las coordinado­ras del informe. De hecho, Me explica que una de las conclusion­es del trabajo es que en el caso de Latinoamér­ica no se cumple necesariam­ente la idea de que el desarrollo socioeconó­mico va acompañado de una reducción de la violencia, como ocurre en Europa o Asia.

“En el mundo, en general, las diferencia­s en tasas de homicidios entre países pueden ser explicadas principalm­ente con el desarrollo socioeconó­mico. En América Latina, no. La interpreta­ción es que hay un componente que otras regiones no tienen, que es el crimen organizado y las bandas”, analiza la experta italiana.

De hecho, Me identifica tres grandes causas para la grave situación en la región: la desigualda­d, la impunidad y el acceso a las armas de fuego, responsabl­es de más homicidios en América Latina que en ninguna otra parte del mundo.

En el informe, la ONUDD advierte de que “una justicia débil conduce a la impunidad y crea un ambiente en el que los criminales pueden operar más fácilmente”. ■

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EPA Ruego. Una mujer se arrodilla en el medio de una operación policial luego de un tiroteo en la ciudad de Río de Janeiro, en febrero pasado.

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