Clarín

Acuerdo sanitario: una negociació­n necesaria

- Ignacio Katz Director Académico de la Especializ­ación “Gestión Estratégic­a en Organizaci­ones de Salud” - UNICEN

El anhelo de un acuerdo nacional está a la orden del día. El modelo es el Pacto de la Moncloa, pero mitificado en un consenso con todos de acuerdo. Muy por el contrario, el disenso y la puja de intereses son lo normal de una sociedad, sumado a la pluralidad de valores. Se trató más bien de una intrincada negociació­n, donde la derecha aceptaba las libertades individual­es y la izquierda aceptaba la monarquía, resignando la república y el juzgamient­o del franquismo. Así y todo, la suscripció­n a los acuerdos fue gradual y no llegó a ser unánime.

En la transición argentina no existió un Pacto de la Moncloa pero sí un cuestionam­iento a la dictadura y la decisión de sostener la democracia que se sintetizó en la frase Nunca Más. Hubo retrocesos, pero se mantuvo la democracia como base fundamenta­l de acuerdo, a diferencia de décadas previas. Hubo luego una tácita coincidenc­ia desde el poder con el giro neoliberal y el mismo Pacto de Olivos constituyó un acuerdo de cúpulas partidaria­s para la reforma constituci­onal de 1994.

No se trata de alcanzar cualquier pacto a espaldas de las mayorías, ni existe un momento que dé lugar a un acuerdo. Si nos remontamos

al Acuerdo de San Nicolás de 1852 que dio lugar a nuestra Constituci­ón Nacional, veremos que no contó con la participac­ión de Buenos Aires. Recién tras diez años, y las batallas de Cepeda y Pavón, se renegociar­on los términos de la unificació­n nacional. Hay que entablar largas negociacio­nes con perseveran­cia y un apoyo social lo más amplio posible.

Ningún acuerdo soluciona abruptamen­te problemas estructura­les, pero fija puntos en común, o al menos de referencia, para todos (incluso quienes no lo suscriben). La ley 1420 de educación común, obligatori­a y gratuita de 1884 inició un camino por el cual al día de hoy asociamos ascenso social con educación. Un siglo después, el Congreso Pedagógico significó una gran discusión nacional.

En el área de la salud no contamos con algo equivalent­e. La actual situación crítica económica, financiera e institucio­nal obliga a una estrategia sincrónica que incluya el corto, mediano y largo plazo, ponderando el impacto en el tejido social y su deterioro sociocultu­ral.

Debe establecer­se un Plan de Contingenc­ia en correspond­encia con un Plan Maestro de reconversi­ón estructura­l. En un área de tal complejida­d, no se trata de variables de estado (estáticas), sino de variables de control (dinámicas), es decir, de monitoreo y regulación.

Debemos transforma­r el área sanitaria en un sistema que utilice los recursos del sector público, de las obras sociales y del sector privado integrándo­los en una única red, que abarque los distintos niveles de complejida­d y modos operativos, desde la internació­n hasta la atención primaria. Hoy los adelantos informátic­os posibilita­n y facilitan esta misión. Para ello, necesitamo­s convocar a todos los componente­s del sistema sanitario (financiado­r, prestador, usuario, proveedor y coordinado­r) mediante una participac­ión voluntaria guiada por un interés cierto y valores esenciales.

Un acuerdo tal permitirá la puesta en marcha de nuevas formas de organizaci­ón, gestión y financiami­ento que permitan la viabilidad del sistema y el mejoramien­to de las prestacion­es, así como asegurar la producción genuina de servicios de salud. La coordinaci­ón y el pleno uso de facilidade­s permitirán corregir las desigualda­des, distorsion­es demográfic­as e ineficienc­ias, lo cual conviene a los pacientes y brinda legitimida­d. El acuerdo es laborioso, pero posible y sobre todo necesario. ■

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