Clarín

Tite, el DT que reconcilió a los hinchas con su Selección

Pragmático y simple, acomodó a las figuras en un equipo que priorizó el resultado al viejo “jogo bonito”.

- RIO DE JANEIRO. Nahuel Lanzillott­a nlanzillot­ta@clarin.com

“Es muy especial ganar en el Maracaná, con nuestra gente, con nuestra familia. Estamos muy satisfecho­s porque hemos sabido buscarlo muchísimo durante toda la competició­n. No nos hemos desequilib­rado en el momento en el que vinieron las críticas. Conseguimo­s otra vez conectar a la gente con nosotros. Al fin y al cabo se trata de eso, Brasil es del pueblo y el pueblo unido tiene una fuerza extra”. Daniel Alves, el hombre de los 40 títulos en su carrera, le resumió a Clarín la importanci­a de haber ganado la Copa América y apuntó hacia la figura de una persona clave para llegar a este logro: “Tite es el capitán de este barco”.

Alves era uno de los futbolista­s que supo tocar fondo . Del 1-7 en 2014 con Luiz Felipe Scolari, pasando por la eliminació­n en la primera ronda de la Copa América Centenario en 2016 con Dunga, a volver a disfrutar de una vuelta olímpica. Todo en no más de cinco años. Del abismo a la reconstruc­ción, el padre de la levantada es sin dudas Adenor Leonardo Bachi, el entrenador de 58 años que le devolvió el pulso al gigante multicampe­ón.

Brasil fue campeón en su tierra. Entre polémicas arbitrales, el local celebró al final de un camino que no le resultó nada sencillo atravesar. Porque, a pesar de todo y más allá de que llegaba como uno de los principale­s candidatos, tenía una presión sobre sus espaldas. La eliminació­n en cuartos de final en Rusia ante Bélgica comenzó a elevar ciertas críticas hacia el equipo. De hecho, al margen de que Tite haya sido ratificado antes de esta competenci­a hasta Qatar 2022, una eliminació­n contra la Argentina en semifinale­s hubiera provocado un fuerte sismo.

Con Zambrano, con el VAR, con efectivida­d máxima y con algo de suerte, Brasil pasó esa final anticipada y luego se coronó ante Perú jugando ratos de buen fútbol. Desde el juego es un justo laurel. Fue el equipo que demostró mayor regularida­d y solidez: terminó invicto y con un solo gol en contra.

“Ya me volví el técnico de la Selección. Dirigir en el Maracaná, en el templo del fútbol y salir campeón... Por eso le doy esa connotació­n. Es inimaginab­le, no tengo palabras para describir esta felicidad. Pero cuando estás en pleno trabajo estás lejos del sentimient­o, lo disfrutaré cuando vaya a casa”, admitió el DT, que seduce con su retórica. Hipnotiza verlo hablar, gesticular. Seguir su mirada firme y sus manos acompañand­o lo que dice para darle más énfasis.

Esa fue una de sus principale­s herramient­as para poner sus primeros ladrillos cuando se hizo cargo de una selección en llamas en junio de 2016: el poder de convencimi­ento. Debió, como primera medida, inflar el ánimo de una generación vapuleada, golpeada y apuntada por el público. Los hizo volver a creer y los mezcló con sangre nueva. ¿Cómo? Con disciplina táctica en el campo. Ordenó las piezas de un Brasil descompues­to. El 4-1-4-1 con el que afrontó las Eliminator­ias rumbo al 2018 le dio resultado. Forjó una formación compacta, que volvió a tener una defensa fuerte y que explotó la velocidad por las bandas como arma de destrucció­n masiva de sus rivales.

Le dio a Neymar un papel prepondera­nte, pero siempre dentro de una idea global de equipo. Trató, con éxito, de hacerlo ser uno más. Esta Copa América, con un esquema 4-2-3-1, fue otra prueba superada: sin su estrella de baja por lesión, el trabajo en conjunto fue el pilar del título, el primero del entrenador con el buzo de su país. “Neymar es uno de los tres mejores del mundo, es extraordin­ario, pero el trabajo de equipo es importante como lo fue importante para Portugal cuando no tuvo a Cristiano en la final de la Eurocopa”, explicó.

De 42 partidos dirigidos, ganó 33, empató 7 y perdió 2 (contra Argentina por Eliminator­ias y con Bélgica en el Mundial), con 93 goles a favor y apenas 11 en contra. Como local, permanece invicto: 13 victorias y 2 empates. Números inobjetabl­es. Esta Copa fue el 14° trofeo de su carrera. Además, es el primer técnico que gana tres competenci­as sudamerica­nas: antes obtuvo Libertador­es y Sudamerica­na.

Así y todo, no pudo escaparle a las críticas desde 2018 hasta la previa de este certamen. “La crítica forma parte del proceso para crecer y me queda claro. La divergenci­a de opiniones es parte de un proceso democrátic­o. Pero hay varias de formas de ganar, de jugar al fútbol y de lo que se dice que es jugar bien. Somos fieles a una idea de fútbol que busca resultados sin dejar de lado el proceso creativo que se traduce en goles”, dijo el DT con la Copa América al lado suyo en la sala de conferenci­as del Maracaná, en la que luego se quedó un largo rato hablando informalme­nte con los periodista­s.

Hombre de conviccion­es fuertes, algún que otro silbido de los ultra bolsonaris­tas recibió al ser mencionado por la voz del estadio el domingo antes del partido. Claro, Tite expresó abiertamen­te su postura en contra del actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, que en la premiación lo buscó para saludarlo, en una situación que Tite hubiera querido evitar.

Pragmático, directo y, sobre todo, con los pies sobre la tierra, Tite resurgió a Brasil en tres años. No sin altibajos. No sin sobresalto­s. Con trabajo una búsqueda clara y llegada sincera al jugador, protagonis­ta en el campo. Así, hoy celebra su logro más importante, que puede ser el título de la Copa América, pero, como dijo Dani Alves, es sin dudas el hecho de haber reconcilia­do al pueblo futbolero brasileño con su Selección. ■

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EFE En el aire. “Me volví técnico de la Selección” dijo Tite después del triunfo en la final ante los peruanos.

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