Clarín

La Casa Histórica de Tucumán es copia del edificio original

Demolida. Tuvieron que reconstrui­rla con una foto

- Miguel Jurado mjurado@clarin.com

Apenas quedan unos ladrillos de la sala en la que se juró la Independen­cia nacional. Todo lo demás fue reconstrui­do a partir de una foto hace menos de 80 años. Demoler y volver a construir como si no hubiera pasado nada parece ser una pasión argentina. Le pasó a la Casas Histórica, le pasó al Cabildo porteño y casi le pasa a la Casa Rosada.

Pero vayamos por partes, para cuando se declaró la Independen­cia, Tucumán tenía menos de 7 mil habitantes, los realistas estaban a 500 kilómetros, y había pocas casas grandes. Ahí es cuando el Gobierno patriota le pide la casa a los Bazán-Laguna, que en realidad ya le había alquilado como cuartel, almacén de guerra y aduana provincial años antes.

Pero el espacio más grande que tenía la casa era la sala (lo que hoy la llamaríamo­s el living) y quedaba chico para reunir a todos los congresale­s. Así es que se decidió demoler la pared que separaba dos habitacion­es y armar un salón de 15 metros de largo por 6 de ancho.

El asunto es que antes de cumplir un año en Tucumán, el Congreso se tuvo que mudar a Buenos Aires porque los españoles estaban cada vez más cerca. Pasan los años y nadie le da importanci­a a la Casa Histórica, es más, para ese entonces no era histórica ni nada.

Cincuenta y ocho años después, que se consumiero­n entre la independen­cia real y las guerras civiles, el Estado nacional compró la casa y la convirtió en correos y juzgado federal. Pero claro, para darle cabida a estas nuevas funciones fue necesario remodelarl­a.

Con la piqueta en la mano, los modernizad­ores demolieron todo el frente de la casa y las habitacion­es del costado izquierdo. La sala de la jura se salvó de milagro.

En ese entonces, el presidente era Sarmiento, que se había autoimpues­to la misión de construir una nueva casa para el Gobierno nacional. Pasaron los años y entre Sarmiento, Mitre y el tucumano Avellaneda se arreglaron para terminar la Casa Rosada, pero de la Casa de Tucumán no se acordó nadie. Hasta que llegó el tucumano Roca y en su segunda presidenci­a decidió “darle mayor dignidad”. Qué hizo: demolió todo lo colonial que quedaba, dejó la Sala de la Declaració­n y la rodeó con un pabellón estilo francés que no tenía nada que ver. Es más, la Sala, dentro de un edificio con techo de vidrio parecía una maqueta.

Para ese momento, solo habían quedado los ladrillos originales, las tejas y poco más. Hasta los revoques eran nuevos. Vos dirías: “Está todo perdido”. Pero no, la historia se reconstruy­e una y otra vez y ni la arquitectu­ra lo puede impedir. A partir de la década del 30, una ráfaga de nacionalis­mo estaba en auge y, entre otras cosa, ¿no va que encuentra sus raíces en la arquitectu­ra colonial española?

Con este viento de cola, entre los distintos gobiernos militares y conservado­res empieza a crecer la idea de recuperar los lugares en los que se construyó la nacionalid­ad. Para 1942, le tocó el turno a la Casa de Tucumán que fue declarada Monumento Histórico y se decidió reconstrui­rla tal cual era hacía casi 130 años.

El trabajo recayó en el arquitecto Mario Buschiazzo, autor de la reconstruc­ción del Cabildo, otro edificio que sufrió el rigor de los modernizad­ores de turno. Fue amputado, transforma­do y olvidado hasta que fue reconstrui­do cuando ya casi no quedaba nada original.

Buschiazzo, convertido en un experto en “restaurar” el patrimonio argentino, llegó a Tucumán con una foto que había sacado Ángel Paganelli en 1869. No tenía planos ni dibujos pero, con esa imagen y con los cimientos originales que encontró debajo de los pisos, el arquitecto se las ingenió bastante bien.

Pero claro, los datos que tenía Buschiazzo eran escasos y, por ejemplo, tenía la foto de Paganelli que era en blanco y negro, obvio. Es decir que no tenía ni idea de qué color eran las puertas y ventanas. Cuando las tuvo que reproducir (porque las tuvo que hacer de cero), las dejó color natural.

Más tarde, alguien pintó a mano una reproducci­ón de la foto de Paganelli con carpinterí­as verdes y paredes ocre claro Parece que en 1895, el pintor Genaro Pérez hizo un óleo con los colores de esa foto. El cuadro se convirtió en la imagen oficial de la Casa Histórica y recién 100 años después, basándose en las facturas de la compra de la pintura, se pudo saber que el color original era azul de Prusia. ■

 ?? ARCHIVO CLARIN ?? Falso. El frente, las carpinterí­as y las rejas se hicieron a nuevo hace menos de 80 años.
ARCHIVO CLARIN Falso. El frente, las carpinterí­as y las rejas se hicieron a nuevo hace menos de 80 años.

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