Clarín

Alerta por la oferta de fotos y videos sexuales en Instagram

Un fenómeno que avanza en el mundo virtual y preocupa a especialis­tas Son de jóvenes, mayormente mujeres, que se muestran casi desnudas y luego ofrecen material explícito a cambio de plata. La empresa reconoce que ocurre y que no puede controlarl­o.

- Mariano Gavira mgavira@clarin.com

El fenómeno lo protagoniz­an jóvenes, mayormente mujeres, que se muestran casi desnudas en sus perfiles. Consiguen así miles de seguidores, entre los que después ofrecen material explícito a cambio de dinero. Por envíos de 10 fotos y 2 videos eróticos cobran al menos $ 1.500, y si incluyen escenas con acción sexual, la tarifa puede llegar a $ 5.000. Se abona a través de redes de pago virtuales. En Instagram admiten que esto ocurre pero dicen que no pueden controlarl­o. Quienes lo hacen hablan de “porno casero” o un simple negocio. Pero según expertos, puede ser riesgoso.

Están ahí. Son miles. Las fotos se mezclan entre las imágenes de perritos, de paisajes y del mate perfecto que acaba de cebar un abuelo. Instagram se transformó desde hace un tiempo en un difusor sin igual de contenido. Más mil millones de personas en el mundo utilizan esa plataforma por lo menos una vez al mes y la mitad de ellos, todos los días. Sin embargo, detrás de su cara amable se esconde un hábito que enciende alertas: la difusión y venta de contenido sexual amateur.

Se trata en su mayoría de mujeres (aunque también hay hombres) que no superan los 30 años y que tienen miles de seguidores. Varias rozan el millón. Muestran su cuerpo hasta donde la red les permite, con imágenes muchas veces que llevan emoticones para ocultar sus zonas íntimas. El objetivo es la venta de "packs", que es como se llama a los "paquetes" que incluyen fotos, videos y “gifs” animados en donde se ve a las jóvenes desnudas, incluso teniendo relaciones o haciendo juegos de índole sexual.

Dicen que se fotografía­n ellas mismas, en sus casas, dentro de la habitación, arriba de la cama, en el comedor o la cocina. Pero no se sabe cuántas de ellas lo hacen bajo el control de alguien más que luego se queda con lo recaudado. Apoyan el celular y utilizan el temporizad­or para tener tiempo de posar. Algunas prefieren contratar un fotógrafo profesiona­l para que las imágenes sean de mejor calidad. Aseguran que es una práctica segura porque no tienen contacto directo con clientes, sino que solo es de manera virtual. “No es prostituci­ón” -aclaran-, sino erotismo y pornografí­a casera.

La forma en la que se comerciali­za funciona así: publican fotos en los perfiles o las historias de la red social (esas que duran sólo 24 horas), sin ser explícitas, porque conocen las reglas de la plataforma para evitar ser bloqueadas. Son imágenes que van al límite de lo permitido. Pero allí existe un detalle: una invitación a escribir por privado. Una vez que se genera ese contacto por el chat se llega a un acuerdo y el material se envía luego por mail, a través de un link o por WhatsApp, ya fuera de Instagram.

Los precios de esos packs varían dependiend­o lo que se pida. En general van desde los $ 1.500, que son por ejemplo diez fotos y dos videos de no más de un minuto de duración en donde se muestra un baile erótico. A partir de ahí, cada negociació­n dependerá de hasta dónde esté dispuesto quien produce el contenido y hasta cuánto quiera pagar el que desea el material. Son varias las que ofrecen, por ejemplo, un video teniendo sexo con sus parejas. Eso cuesta más caro y, si es dentro del paquete, puede llegar hasta los $ 5.000. Algunas cuentan que de ese modo llegaron a juntar más de $ 100.000.

Dentro de ese universo están quienes aseguran lo hacen porque de esa manera pueden pagar sus estudios, el alquiler del departamen­to o viajar por el mundo. Pero también existe el riesgo de terminar formando parte de una red de venta de material porno o que regenteado­res las busquen para acosarlas. No hay forma de chequear si todas son mayores de edad ni de saber saber cuántos años tienen quienes piden el material. Tampoco, qué usos malintenci­onados podrían darle (Ver Critican...). La mayoría son cuentas públicas de libre acceso.

Clarín habló con las autoridade­s de Instagram y admitieron que conocen la práctica. Aseguran que no pueden hacer nada para combatirlo: "El contenido sexual explícito está prohibido, las cuentas que no cumplan con nuestras políticas podrán ser eliminadas", dicen. Agregan que en Instagram se ofrecen millones de productos y servicios y que existe un equipo especializ­ado y avanzado que controla todo lo que se publica en la plataforma.

Pese a que no hay un registro, son cientos los perfiles que existen en Argentina que alternan fotos cotidianas con la promoción de material erótico. Este diario intentó comunicars­e con decenas de estas chicas, aunque sólo dos respondier­on. Fiuna Laino es una de ellas. Tiene 27 años y trabaja además en el sitio Celeb.tv que es, junto a Patreon, dos plataforma­s que sirven, entre muchas otras cosas, para generar contenido erótico sexual para vender.

“Empecé haciéndolo porque me gustaba, pero de repente me empezaron a llegar mensajes de hombres y mujeres en donde me pedían si tenía más fotos, si había forma de pagarlas. Entonces me di cuenta que había un negocio del cual salgo beneficiad­a. Amo mostrarme como soy, amo mi cuerpo y con él hago lo que quiero”, dice, y agrega: “No me siento un objeto, no me siento cosificada. Creer que uno se convierte en cosa sexual por mostrar su sensualida­d es como creer que un cómico al mostrar su humor pueda convertirs­e en una cosa que sólo hace reír y que no piensa, que no siente o que no respira. Yo me quiero mostrar, me disfruto, me muestro”.

Su forma de trabajo parece senci

Al comienzo lo hacía porque me gustaba, y me empezaron a ofrecer plata para que mande más fotos. Así descubrí que había un negocio del que podía beneficiar­me”. Fiuna Laino

Uso las redes sociales para darme a conocer, con el objetivo de que luego mis seguidores quieran pagar el ‘pack’. Me ofrecieron tener sexo por dinero, pero no es lo que busco”. Bárbara Pardo

lla, pero necesita estar pendiente de las redes sociales casi las 24 horas del día. Ella es quien contesta los mensajes, se toma las fotos, las sube al sitio y luego cobra. En Celeb.tv, dice, se conecta con los usuarios que se suscriben pagando una mensualida­d. Por eso ella debe subir entre tres y cuatro fotos al día para cada categoría: “Son distintos niveles, el básico tiene una cierta calidad, hasta el nivel más alto que tiene desnudos totales. Yo no hago porno, pero ahí cada uno es libre de hacer lo que quiera”.

En ese sitio también existe la posibilida­d de contactars­e y realizar chats y videollama­das que cuestan unos 9 dólares por minuto. Lo que ocurre allí es totalmente privado entre las dos personas.

Bárbara Pardo es otra de las tantas que usa Instagram para publicitar­se. Ella, además, es personal trainer y estudiante de Farmacia. No oculta su “trabajo freelance”, como ella misma les dice a las fotos que vende: “Las redes las uso para mostrarme y darme a conocer, es mi publicidad. El objetivo es que luego quieran pagar el pack”. Bárbara utiliza la plataforma Patreon, donde el contacto nunca es personal: “Me ofrecieron salir o tener sexo, pero no es lo que busco. Yo no veo a las personas, aunque estoy segura de que juntaría mucho más dinero, pero no es mi intención”. ■

 ??  ?? Exposición. Los que venden afirman que se trata de “porno casero”, un juego erótico o un simple negocio.
Exposición. Los que venden afirman que se trata de “porno casero”, un juego erótico o un simple negocio.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina