Para evitar escraches, vuelven a reforzar la seguridad presidencial
Tras el episodio con activistas K en Suiza, el Gobierno está en alerta. Piden a Macri que se ajuste al protocolo.
“¿Y si era un terrorista con una camiseta de Argentina y en vez de darle la mano le tiraba?” La pregunta, exagerada para algunos y con fundamentos para otros, partió desde un especialista en Seguridad del Gobierno, tras repasar una y otra vez el video que un militante kirchnerista viralizó en las redes sociales tras escrachar a Mauricio Macri, cuando se retiraba de la sede central de la FIFA en Zurich, Suiza.
El planteo fue parte de un nuevo debate que se generó puertas adentro del oficialismo luego del hecho, como ya ocurrió ante otros ataques K, en las que la seguridad del Presidente queda en el centro de la escena. Sucede que, en la recta final de la campaña, en el Gobierno creen que este tipo de situaciones se repetirán a medida que se acerque la elección y buscan evitar sorpresas.
Como en casi todos los temas, las reacciones ante escraches K son diversas. Desde el primer día de gobierno, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, fue la que más insistió para que se reforzara la custodia. Y luego del episodio en Zurich, desde su cartera confirmaron que mantuvo contactos con la Casa Militar, a cargo de José Luis Yofre; y con Alejandro Cecati, jefe de la custodia, para remarcarles la importancia de que se cumpla con el protocolo de actuación. “El vidrio de un auto blindado no se baja”, fue la conclusión compartida por los tres.
“Se debe seguir estrictamente el protocolo. Los insultos en definitiva terminan en una anécdota, pero Suiza es un país donde es muy extendida la portación de armas... Y en la Argentina, lamentablemente, cualquiera consigue una”, opinó otra voz de peso en materia de Seguridad. “La reacción de Mauricio fue la que tendríamos cualquiera de nosotros sin una evaluación del riesgo, que es justamente lo que determina y prevé el protocolo”, agregó, en relación a que en Suiza fue el propio Presidente el que hizo bajar la ventanilla para saludar.
“La custodia puede hacer todos los ajustes, pero el problema es Mauricio. A él le gusta estar cerca de la gente y a veces se corta solo”, expuso una fuente al tanto de todos los movimientos del mandatario.
Este jueves, ante la consulta de Clarín, Bullrich se refirió al escrache en conferencia de prensa. Evaluó que “fuera del país hay condiciones que no se manejan del todo” y dijo ser consciente de que “el Presidente no puede aislarse y tiene que estar en contacto con la gente”, pero deslizó que este tipo de hechos se puede repetir. “Sería bueno que el que quiera manifestarse en contra, lo haga de forma directa, sin manipular y engañar diciendo que lo quieren saludar”, reprochó.
A criterio de los especialistas, esto fue lo más grave del hecho: “Usaron un ardid. Cuando se trata de una protesta, la custodia está atenta. En estas ocasiones es muy difícil de anticipar. De ahí que necesitamos que el Presidente ayude”, enfatizaron.
El jefe de Gabinete, Marcos Peña, está convencido de que a medida que se acerquen las elecciones habrá más escraches, fogoneados por el kirchnerismo. “A medida que ellos vean que sus chances siguen cayendo, esto se va a repetir”, es el análisis que hacen en su entorno.
En el Gobierno diferencian las manifestaciones contra Macri de los traslados internos ó fuera del país. Más allá del episodio en Zurich, fue en los primeros donde Macri quedó más expuesto. En 2016 vivió dos momentos complicados: el primer ataque fue en Mar del Plata, tras un acto con la gobernadora María Eugenia Vidal; y en diciembre un grupo de afiliados al ATE le lanzó piedras y rompió los vidrios de la camioneta en la que se desplazaba hacia Villa Traful. En este último caso, el jefe de Estado quedó expuesto porque cambió el itinerario: se dirigía a un acto pero quiso pasar por una fábrica de alfajores, escala que no estaba prevista.
En 2017, durante la campaña, las situaciones de conflicto se repitieron. Hubo dos hechos de extrema tensión: uno en Tigre, cuando un grupo de docentes lo interceptó en una recorrida que realizaba junto a Vidal; y el otro, en Tandil, ciudad a la que fue a descansar con su familia: a la salida de una parroquia, manifestantes aprovecharon que se movía sin custodia - conducía él mismo y sólo iba acompañado por su hija Antonia- para gritarle que vaya “a laburar”. ■