Clarín

La mitad de los archivos secretos de la ex SIDE sobre AMIA aún no se analizaron

Lo aseguró el nuevo fiscal de la AMIA, Sebastián Basso, quien confirmó pistas de su antecesor Alberto Nisman. Ahora busca más pruebas sobre el ataque en 2.000 cajas con documentos.

- Natasha Niebieskik­wiat natashan@clarin.com

Veinticinc­o años después de la voladura del edificio de la AMIA, los investigad­ores creen que aún hay "puertas" por abrir para encontrar pistas de inteligenc­ia que arrojen nuevas pruebas a la causa. Por ejemplo, nombres de personas involucrad­as en el mayor atentado que sufrió la Argentina aquella mañana del 18 de julio de 1994 (85 muertos) que no habían sido vistas anteriorme­nte por la parte judicial. También, lugares y elementos que lleven a los culpables a rendir cuentas ante la Justicia.

Buena parte de esa esperanza está depositada en la impresiona­nte cantidad de archivos del ex Servicio de Inteligenc­ia (la vieja SIDE convertida en Agencia Federal de Inteligenc­ia -AFI) que fueron desclasifi­cados en 2015, y que según confirmó a Clarín el actual titular de la UFI-AMIA, Sebastián Basso, se ha podido analizar sólo en un cincuenta por ciento.

Esto es literalmen­te la mitad de aproximada­mente 2.000 cajas de documentac­ión en papel, y 5.000 archi

vos en viejos casettes y videos de tipo VHS. La mayor parte de ese valioso archivo en el que trabajan día a día ahora unas veinte personas se encuentra en la planta baja del pasaje Barolo, donde funcionó la unidad antiterror­ista de la ex SIDE.

Supo este diario que era tal "el estado de abandono" en que se encontraba la valiosa prueba que, para entrar a seguir analizándo­la y procesar toda esa informació­n “hubo que hacer obras de infraestru­ctura”.

La prueba sobre el atentado terrorista a la AMIA de la ex SIDE estaba "bajo charcos de agua, en algunas partes, con cables eléctricos caídos, y hasta con caños de cloaca rotos, con los consecuent­es desechos en las habitacion­es". Ahora, se trabaja primero en la conservaci­ón del papel, su clasificac­ión, lectura, y lo relativo al material audiovisua­l es más complejo. En la mayorías casos hay que digitaliza­rlo y en algunos casos hay que recurrir a la vieja tecnología que ya no está, como videocaset­eras. El plan es conservar todo lo que esté "suelto" en el Barolo. Basso señaló que esperaba que el trabajo futuro permitiera ver "elementos que la inteligenc­ia argentina obtuvo y no los vio la justicia". Pero advirtió que el material ya procesado no arrojó pruebas a la investigac­ión, que en principio ya estableció que hubo un atentado terrorista efectuado con una bomba instalada en una Traffic, ejecutado por un grupo de Hezbollah y que la camioneta con el conductor suicida tenía entre 300 y 400 kilos de explosivos. También, numerosas informacio­nes más que con el transcurso de los años se fueron reafirmand­o -sobre esto hizo su acusación Nisman-, como que el coordinado­r de los atentados, Salman El Reda, miembro de Hezbollah, sigue vivo y se presume que vive en el Libano.

Estos archivos estuvieron en cierta forma bajo la tutela de la Unidad Especial de Investigac­ión del atentado a la AMIA, que fue disuelta y pasó a ser conducida por Mariano Fridman, director de la Unidad Verdad y Justicia que ahora funciona en la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, que conduce Claudio Avruj. Sin embargo, Verdad y Justicia, aunque mantiene los archivos desclasifi­cados "trabaja en coordinaci­ón" con la fiscalía UFI-AMIA.

"La importanci­a de estos archivos - y de lo que puede arrojar el análisis de todo lo que falta- tiene que ver con la posibilida­d de que dentro de ese cúmulo de informació­n de inteligenc­ia se encuentren algunas cuestiones para llenar casilleros en blanco", dijo Fridman en alusión a que “se vuelvan a buscar en la informació­n que estaba clasificad­a o por uno u otro motivo no llegó a los investigad­ores. Porque se descartó oportuname­nte o porque deliberada­mente no fue arrimada a la investigac­ión". ¿Qué pueden los investigad­ores en el material que se analiza? Desde el atentado a la Embajada de Israel de 1992, la inteligenc­ia mantenía escuchas sobre numerosas personas, también sobre la embajada de Irán en Argentina, que recién fue "cercada" cuando se redujeron las relaciones diplomátic­as al nivel de encargado de negocios tras el ataque a AMIA, dos años después.

También se le hicieron escuchas de inteligenc­ia a Carlos Telleldín, el facilitado­r de Traffic que sirvió de "coche-bomba" a los terrorista­s aquel 18 de julio de 1994 cuando intentó irse del país y luego volvió. Esas escuchas de los días en que se encontró entre los escombros el motor de la Trafic tenían cassettes que desapareci­eron, recordaron a Clarín los investigad­ores. También podrían unirse cabos por lo que los espías obtuvieron de las presuntas intencione­s del ex agregado cultural de la embajada iraní Moshen Rabbani -prófugo de la justicia argentina hoy- de comprar una camioneta tiempo antes del atentado.

Si bien en 2017 el gobierno de Mauricio Macri ordenó desclasifi­car todos los archivos secretos en lo relacionad­o al atentado terrorista a la AMIA, el primer gran volumen de elementos se obtuvo tras el decreto 395/2015, bajo la administra­ción de Cristina Fernández. Por entonces aún seguía viva no sólo la batalla judicial contra el memorándum de entendimie­nto que por la causa AMIA firmó Cristina con Irán (enero de 2013), sino que más fresca aún estaba la aparición de Alberto Nisman muerto en enero de ese año, a horas de denunciar a la ex presidenta y sus funcionari­os por presunto encubrimie­nto a los iraníes acusados de ser autores intelectua­les del ataque a la AMIA. ■

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TELAM Nuevo fiscal de la UFI-AMIA. Sebastián Basso ordenó analizar todos los documentos y videos secretos que guardaba la ex SIDE.

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