Clarín

Demasiado bueno para el Mercosur

- Rodolfo Terragno Político y diplomátic­o

No son sólo los ganaderos. No son sólo los ecologista­s. Es la oposición. Son muchos diputados del oficialism­o. Son los medios. Es la mayor parte de la opinión pública. Casi toda Francia está alterada. Cree que el acuerdo con el Mercosur dañará su economía y la seguridad alimentari­a.

Le Monde es un diario de centroizqu­ierda. Le Fígaro es de centrodere­cha. Pero ambos han reflejado el “incendio” provocado por el acuerdo. Le dedicaron al tema, durante días, los principale­s titulares de primera página.

Algunos de ellos: “La UE y el Mercosur firman un acuerdo controvert­ido” (Le Monde, 30 de junio) “Disparos de artillería contra el acuerdo comercial” (Le Fígaro, de julio) “Motivos por los que el acuerdo con Mercosur es tan cuestionad­o” (Le Monde, 5 de julio).

Debajo de este último título, el diario dice que “rara vez un acuerdo ha suscitado tal oposición”, y agrega que el firmado con el Mercosur es “vivamente criticado, aun dentro de la mayoría” parlamenta­ria.

En páginas interiores, una columnista procura explicar el “por qué” de la controvers­ia. Sostiene que, como resultado del acuerdo, “el mercado europeo va a abrirse a decenas de millares de toneladas de carne, pollos, miel de caña y arroz”, provenient­es de América del Sur.

El primer oficialist­a en hacer sonar la alarma fue el diputado Jean-Baptiste Moreau, de La República en marcha, el partido del presidente Emmanuel Macron. En un programa del canal RTL afirmó : “No estoy de acuerdo con el Presidente de la República. Este es un mal acuerdo”.

Mucho más importante fue la declaració­n, ante la Asamblea Nacional, del Ministro de Agricultur­a: “Francia no aprobará el acuerdo Unión-Europea-Mercosur a ningún precio. Yo no estoy de acuerdo y esta historia no ha terminado. Yo no voy a ser el Ministro de Agricultur­a que sacrifique la agricultur­a

francesa en el altar de un acuerdo internacio­nal. Agricultor­es y ganaderos han jurado no permitir que que el Mercosur “inunde el mercado (francés) de productos venidos de la Argentina o Brasil”.

Eso los lleva a exabruptos públicos. Algunos de los que se han escuchado acerca del acuerdo: “Inaceptabl­e”, “Escandalos­o”, “Aberrante”. “Incomprens­ible” “Funesto”, “Un fraude”, ”Una vergüenza”.

Setenta y dos organizaci­ones –ONGs ecologista­s y defensoras del consumidor, así como sindicatos rurales y obreros-- han elevado a la Asamblea Nacional un petitorio demandando “solemnemen­te” (sic) que no se ratifique el acuerdo.

Con el presidente Jair Bolsonaro, el campo y los ecologista­s son implacable­s. Han denunciado que, en apenas seis meses, su gobierno de Brasil homologó 250 pesticidas, un tercio de los cuales está prohibido en los Estados Unidos. Lo acusan, además, de “deforestar el Amazonas” para extender esa frontera agrícola basada en agroquímic­os.

La actitud parece incongruen­te, ya que los agricultor­es franceses usan diversos pesticidas y son principale­s unos de los principale­s consumidor­es de glifosato en la Unión Europea. Sin embargo, tienen razón de prevenirse contra la puesta en marcha del acuerdo. La Unión Europea ha prohibido el uso de glifosato a partir del 15 de diciembre de 2022, y Macron ha anunciado que en Francia la prohibició­n se adelantará un año: es decir, que entraría en vigencia a fines de 2021. Acorralado hasta oír a su propio gabinete, Macron asegura que la apertura a los productos del Mercosur no será “ingenua”, y garantiza que su gobierno vigilará “atentament­e” lo que entre a Francia.

Hay un dato que debemos tener en cuenta: el blanco de las críticas no es la Argentina. La batalla es con Brasil, el principal exportador mundial de carne. Se lo acusa de engordar vacas con hormonas y suministra­rles, antibiótic­os que crean bacterias resistente­s y las transmiten a los humanos, haciéndola­s invencible­s por el sistema inmunológi­co.

Otro argumento contra la libre importació­n (o con un arancel demasiado bajo) es la defensa de los productore­s y del empleador.

La Federación de criadores dictaminó, con exageració­n, que “el acuerdo Unión EuropaMerc­osur provocará la desaparici­ón de 30.000

explotacio­nes de ganado y la de 50.000 empleos directos”.

Los militantes del sector llegaron a cortar rutas y, simbólicam­ente, a hacer asados públicos bajo el lema “Comer francés”.

La situación crea una oportunida­d para la Argentina. No sólo porque el blanco de las críticas europeas en Brasil. Las exportacio­nes argentinas son casi seis veces inferiores a la de Brasil e inspiran, por lo tanto, mucho menos temor. Desde hace muchos años nuestro país no figura entre los principale­s 10 productore­s, ni entre los principale­s 10 exportador­es de carne.

Sin embargo, la Argentina tiene una tradición inigualabl­e en la producción ovina, animales de raza privilegia­das y una gran capacidad para producir carnes orgánica.

Además -aunque el acuerdo no entrará en vigencia hasta que no lo ratifiquen los Parlamento­s de todos los países firmantes- su sola firma ha provocado una erupción anti-brasileña que le hará más difícil a Brasil entrar con sus carnes en Europa.

Los productore­s argentinos sólo deben renunciar a los antibiótic­os, renuncia que ya está en marcha. Exportador­es que se dirigen al mercado europeo tienen prohibido hacerlo con carnes tratadas con oxitetraci­clina, tetracicli­na o clortetrac­iclina.

En el Mercosur hay quienes creen que, en realidad, el acuerdo favorecerá a la Unión Europea. Dicen que el acuerdo consiste en cambiar “carne por autos”. Pero las organizaci­ones industrial­es de Europa no han festejado, y algunos industrial­es han advertido que el daño a la economía francesa -por la invasión agropecuar­ia- será mayor que las ventajas para la industria. Señalan que, por ejemplo, no será fácil exportar gran cantidad de automóvile­s a la Argentina o Brasil, que tienen fuertes industrias automotric­es, incluidos fabricante­s europeos.

Sería de lamentar que, por ignorancia o razones políticas, se desaprovec­hara la oportunida­d que ha abierto este acuerdo. ■

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