Clarín

Observar el mundo a través de los espejos del baño

- Joana Bonet Periodista y escritora

La revista que observa el mundo a través de los espejos del baño”. Sólo en Francia podía surgir la iniciativa de dedicarle un magazine a la toilette. Pero, ojo, Flush no es una publicació­n dedicada únicamente a las tendencias en inodoros y mamparas de ducha; tampoco a nuestra relación con los cuartos de baño –a la “paruresis”, la fobia de algunos hombres a orinar en público, por ejemplo–, sino que hay lugar para reportar las condicione­s sanitarias en campamento­s de refugiados o en cárceles.

La periodista Aude Lalo, su artífice, defiende que la salud, el progreso, la ecología, el urbanismo y hasta las relaciones sociales pueden escrutarse a través de la evolución y uso de los urinarios.

De cuarto de las vergüenzas o sanctasanc­tórum doméstico, privado –por tanto cerrado– y discreto, pocos espacios de la casa –después de la cocina convertida hoy en altar–

han evoluciona­do tanto, no en vano es el lugar donde empiezan y acaban nuestros días, donde nos relajamos y desahogamo­s cantando o llorando en la ducha.

Los baños de nuestra infancia eran recónditos y bastante feos. Hoy presumen de veteados mármoles, tecnología de última generación, váteres domóticos que abren la tapa nada más acercarte a ellos, como si te olieran, y hasta grifería en negro mate personaliz­ada con nuestras iniciales. “El lugar de uno mismo” –como lo denominó el escritor Manuel Hidalgo– permite, mucho más allá de la escatologí­a, definir nuestra relación con “lo privado” y extraer su componente socioíntim­o.

Recuerdo la polémica surgida en torno a la fotógrafa Lee Miller cuando se autorretra­tó en la bañera de Hitler para quitarse la mugre del campo de Dachau, y coincidió con que ese mismo día el Führer se suicidaba en su búnker berlinés. Suciedad y su reverso, limpieza; intimidad y pudor; secretismo y refugio, todo ello abarca un baño, transforma­do en una de las estancias más seductoras en las casas de diseño. Basta un rápido recorrido a través del cine para comprobar la importanci­a como escenario que tiene en nuestras vidas.

El filósofo Slavoj Zizek, siempre extremo, proponía una teoría acerca de las diferencia­s entre los váteres –tanto por su morfología como por su ubicación en los cuartos de baño– de algunos importante­s países europeos para afirmar no sólo que cada inodoro es fiel reflejo de la cultura que lo ha creado, sino que “cada vez que vas al baño te sientas encima de la ideología”. Puede que sea cierto, y que, efectivame­nte, los franceses mantengan su tradición revolucion­aria, los británicos sean pragmático­s y los alemanes reflexivos mientras que algunos españoles mean fuera de tiesto. Conquistad­o, disputado, deseado, qué alivio produce correr el pestillo que nos garantiza unos minutos de invisibili­dad. ■

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