Clarín

La encrucijad­a argentina, más allá de la polarizaci­ón

- Martín D’Alessandro

Politólogo, presidente de la Sociedad Argentina de Análisis Político (SAAP)

La Argentina se encuentra, una vez más, ante una encrucijad­a en la que se le presenta la oportunida­d de trazar un camino hacia algún proyecto de desarrollo económico. Pero hay razones para ser pesimistas: desde hace 100 años nuestro país es incapaz de lograr un acuerdo político sustentabl­e para definir una forma de convivenci­a interna y un modo de vinculació­n externa, situación que al parecer seguirá acompañánd­onos por un largo tiempo más, dado que la política vernácula se niega a abandonar la polarizaci­ón y la estigmatiz­ación del otro.

Como si esto fuera poco, la mayoría de los actores políticos entran gustosos en (o bien se dejan arrastrar hacia) una forma de abordar y comunicar los serios desafíos que tenemos por delante a través del estilo de los panelistas televisivo­s y las redes sociales, lo cual, como ya se sabe, exacerba el enfrentami­ento, la chicana, las falacias, la agresión, la burla, la posverdad, las noticias falsas y los golpes de efecto, todo ello en detrimento de la informació­n objetiva, la reflexión seria y el debate intelectua­lmente honesto.

En abierto contraste con lo anterior, esta semana tendrá lugar el XIV Congreso Nacional de Ciencia Política en el campus de la Universida­d Nacional de San Martín. Se trata de uno de los congresos del ámbito de las ciencias sociales más importante­s de toda América Latina, donde más de 2.500 científico­s expertos en diversos aspectos de la política y la gestión estatal se reúnen para intercambi­ar conocimien­to científico acumulado a lo largo de años de investigac­ión y estudio, en un proceso de encuentro y diálogo entre académicos de diversas áreas de investigac­ión, distintos enfoques teóricos e incluso diferentes preferenci­as políticas.

En estos congresos, la asociación que nuclea a los politólogo­s a nivel nacional (la Sociedad Argentina de Análisis Político,

SAAP), reúne cada dos años a especialis­tas en temas pertinente­s desde el punto de vista científico y al mismo tiempo relevantes desde el punto de vista político. Así, se trabaja para entender, explicar y mejorar los mecanismos electorale­s y de representa­ción de intereses, el funcionami­ento de diversas institucio­nes o marcos institucio­nales como el Congreso, la Justicia, el federalism­o o el presidenci­alismo; la comunicaci­ón política y gubernamen­tal; el diseño y la eficacia de las políticas públicas; las políticas orientadas a la equidad social; la política exterior; la diversidad de género en el ámbito público; la historia de las ideas políticas o las bases sociológic­as que influyen en las preferenci­as electorale­s, entre otros temas también importante­s.

La ciencia política es una disciplina indispensa­ble para reducir la improvisac­ión en la toma de decisiones, y para lograr una democracia de mayor calidad y con mejores resultados. De hecho, esos objetivos han marcado a fuego su crecimient­o y su evolución. Señalo solo dos ejemplos.

Durante la segunda mitad del siglo XIX, las democracia­s más avanzadas transitaba­n profundos procesos de modernizac­ión, democratiz­ación y cambio social que requerían ser explicados y también conducidos con parámetros más racionales que la mera intuición política, y que surgieran de una ciencia de la política.

En esa búsqueda de certezas para tomar decisiones en un momento clave, el profesor de ciencia política estadounid­ense Woodrow Wilson (luego presidente de Estados Unidos y Premio Nobel de la Paz) escribió en 1887 un artículo célebre en el que expresa que el estudio científico de la administra­ción es un medio para producir en el sector público una revolución tan profunda como la que se había producido en el sector privado durante la reconstruc­ción posterior a la guerra civil en ese país.

El segundo ejemplo es del siglo XX. En 1947, con la multidimen­sional catástrofe que significó la Segunda Guerra Mundial todavía en la superficie, la UNESCO comenzó a plantear la necesidad de la creación de una asociación mundial de ciencia política (institució­n que finalmente creó en 1949 con el nombre de Internatio­nal Political Science Associatio­n, IPSA) con el objeto de estudiar y ayudar globalment­e a reformar las institucio­nes políticas que habían llevado a tal desastre. Hoy la IPSA cuenta con más de 60 asociacion­es nacionales de ciencia política afiliadas, entre ellas nuestra SAAP, fundada en 1982.

Es decir que gracias al reconocimi­ento de procesos y coyunturas cruciales, y al posterior desarrollo del conocimien­to científico sobre la política a nivel global, hoy sabemos mucho más que nunca antes sobre los elementos de la política, y a pesar de la persistenc­ia de problemas graves, la gestión de los conflictos políticos ha mejorado mucho y se han producido beneficios notables para millones de personas.

En nuestro país, y en vísperas de unas elecciones decisivas, este Congreso Nacional de Ciencia Política que lleva como título general “La política en incertidum­bre. Reordenami­entos globales, realineami­entos domésticos y la cuestión de la transparen­cia” es una oportunida­d para que los tomadores de decisión y los actores políticos en general puedan nutrirse de conocimien­to científico sobre la política, ya que en varios de sus temas de estudio están las claves de muchas de las frustracio­nes nacionales. Tanto en el plano doméstico como en el internacio­nal, la Argentina experiment­a una creciente necesidad de comprender, interpreta­r y explicar sus problemas políticos abandonand­o las reacciones desinforma­das y consecuent­emente espasmódic­as. ■

Desde hace 100 años la Argentina es incapaz de lograr un acuerdo político sustentabl­e para la convivenci­a interna.

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