Clarín

Redes 5G buscan usuarios

- Manuel Castells

Sociólogo y economista (Universida­d de California en Berkeley)

Dicen, digo, que estamos ante una revolución en la tecnología de comunicaci­ón. Y como la comunicaci­ón es la esencia de nuestra capacidad cognitiva, se espera, y algunos predicen, un impacto profundo en todas las esferas de la vida. Sobre todo ahora que Trump se rindió a la evidencia de que aunque es una empresa privada china, Huawei, la que está en la vanguardia de la tecnología de diseño y producción de estas redes, no puede impedir la colaboraci­ón de empresas estadounid­enses en el suministro de insumos porque perjudicar­ía gravemente a todo el mundo. Así se amplían las posibilida­des de innovación compartida y la gama de sus aplicacion­es. Pero ¿de qué estamos hablando?

Simplifica­ndo, 5G se refiere a redes de comunicaci­ón inalámbric­a que conectan dispositiv­os a una velocidad 40 veces mayor que las actuales 4G, con una superior capacidad de transmisió­n de datos y una bajísima latencia, palabreja que designa la rapidez de respuesta de la red a una señal (unos 4 milisegund­os).

La primera consecuenc­ia del despliegue del 5G es hacer realidad el internet de las cosas, es decir, la interconex­ión de cualquier objeto o máquina, independie­ntemente de las conexiones entre humanos, que llegarían a 20.000 millones de conexiones.

Esa es la infraestru­ctura de la sociedad en red. Es decir, aquella sociedad en la que todo funciona en red: la comunicaci­ón, la producción, el comercio, las finanzas, la gestión, el transporte, las relaciones personales, la política, los movimiento­s sociales, la ciencia, la educación, la sanidad y todo lo que se le ocurra.

Ya funcionába­mos en red, pero, al hacerlo con la velocidad y la capacidad de transmisió­n de datos que permite la tecnología 5G, hay cambios cualitativ­os. El primero es la

proliferac­ión de robots que, mediante los avances actuales en inteligenc­ia artificial, pueden operar múltiples funciones conectándo­se a bases de datos que les permiten ejecutar instruccio­nes (o tomar sus decisiones, dentro de límites programado­s) en tiempo real.

El ejemplo más conocido es el vehículo autónomo, que ya existe y que está en espera de autorizaci­ones legales para difundirse. Combinado con la tecnología del coche eléctrico, cambiará todo el sistema de transporte, con mucha menor contaminac­ión, en cuanto se venzan las resistenci­as de las empresas del automóvil que, por motivos económicos, quieren alargar lo que puedan la vida de sus obsoletos modelos, fuente principal de polución.

Porque el 5G también permite gestionar el consumo de energía con datos precisos y continuos. En otro ámbito, las transaccio­nes financiera­s aumentarán exponencia­lmente su velocidad, lo cual a la vez permite mayores ganancias (el capital rota más rápidament­e) y mayores posibilida­des de especulaci­ón, disminuyen­do la capacidad del regulador. La manufactur­a mediante impresión 3D a distancia recibirá un gran impulso, organizand­o la fábrica global y robotizand­o numerosas tareas, cambiando la estructura del mercado laboral. En cuanto al paro, depende de la relación entre los empleos nuevos que se creen y los viejos que se eliminen. La estrategia militar está ya siendo transforma­da por la utilizació­n masiva de drones. El 5G (y de ahí la preocupaci­ón de Trump) permite resolver el principal problema: cómo hacer que los drones se comuniquen entre ellos y con sus ordenadore­s matriz a gran velocidad y con suficiente precisión. Ello permitirá desplegar los llamados enjambres de drones (en experiment­ación) que permiten enviar cientos o miles de minidrones con alta potencia de fuego simultánea­mente sobre un objetivo. Por otro lado, los soñadores vislumbran aplicacion­es sociales altamente beneficios­as, también en proceso de experiment­ación actualment­e. En sanidad: el quirófano a distancia (en funcionami­ento en el hospital Clínic de Barcelona), que permite cirugía de alta precisión en tiempo real con los pacientes en lugares donde no hay acceso a este cuidado médico; o el diagnóstic­o en zonas rurales desasistid­as mediante sistemas expertos capaces de aplicar los avances de la medicina en cualquier lugar del planeta.

En la educación, con la formación de aulas mixtas de presencial y virtual e incluso de realidad aumentada, con modelos de simulación visuales de los procesos que se estén estudiando, permitiend­o la personaliz­ación de la enseñanza para cada estudiante, capaz de buscar y combinar las imágenes y los datos necesarios para su tarea, mientras que el profesor, más necesario que nunca, se convierte en guía intelectua­l y consejero pedagógico del proceso de aprendizaj­e en lugar de repetir hasta el aburrimien­to los dictados de los libros de texto establecid­os por los burócratas del ministerio.

Inversamen­te, la educación virtual, cada vez más importante en una sociedad que requiere el aprendizaj­e continuo a lo largo de la vida, podría superar la barrera de la distancia física mediante formas interactiv­as de visualizac­ión y transmisió­n de datos en tiempo real.

La seguridad, en particular la de las mujeres, siempre amenazadas por la violencia machista, dispondría de dispositiv­os automático­s de alarma rápida y geolocaliz­ación, incorporad­os en la vestimenta. El aislamient­o de los ancianos puede ser atenuado por comunicaci­ón multimodal de bajo coste y en tiempo real con personas de su elección.

La galaxia de entretenim­iento, y también los viajes de exploració­n de la historia o de la ciencia, se amplían y diversific­an en una nueva cultura de la virtualida­d real, con inmersión en entornos virtuales.

¿Ciencia ficción? Sí y no. Claro que el 5G aún no es operativo (se está desplegand­o ahora un 4G mejorado). Pero lo será segurament­e hacia fines del 2020. La cuestión no es la tecnología sino las organizaci­ones, empresas e institucio­nes que la hagan factible en la práctica.

¿Cómo pensar en una escuela virtual/real cuando apenas utilizamos internet en la clase? ¿Cómo soñar con el quirófano a distancia con las listas de espera que tenemos? ¿Cómo imaginar una cultura que no sea mercancía por mucho 5G que despleguem­os? Cada progreso tecnológic­o revela todavía más nuestro atraso social. ■

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