Clarín

Un banquete sobre el plato típico de México

La serie que acaba de estrenar Netflix ofrece un interesant­e recorrido: un mix de gastronomí­a y turismo sobre los tacos y sus arrabales. Atención con los que quieran cuidar la silueta: después de los seis episodios, uno termina lo que se dice pipón pipón.

- Diego Jemio

Hace algunos años, el chef Anthony Bourdain escribió una carta abierta a los mexicanos. El texto no era otra cosa que una declaració­n de amor a su cocina y una crítica a la mirada “hipócrita” de los vecinos estadounid­enses. “Por mucho que pensemos que la conocemos y amamos, apenas hemos rasguñado la superficie de lo que realmente es la comida mexicana. No es queso derretido sobre una tortilla. No es simple ni fácil”, escribió el cocinero y presentado­r de televisión, que se suicidó en 2018.

Bourdain estaría orgulloso de Crónicas del taco, la nueva serie documental creada por Pablo Cruz y producida por Netflix. En seis episodios de media hora, el programa muestra el plato insignia de la cocina mexicana. Cada entrega está dedicada a uno de los tipos de tacos icónicos: Pastor, Carnitas, Canasta, Asada, Barbacoa y Guisado.

La cocina en México es una religión laica. Son devotos de sus platos y los puestos de comida callejera están dispersos por cada rincón del país. Crónicas del taco no se limita sólo a hacer un recorrido por las mejores taquerías ni a contar los secretos del tradiciona­l plato. El creador Pablo Cruz abre el juego sin perder nunca el foco. Y encuentra el equilibrio de las buenas salsas que adoban el cerdo en los tacos.

Los episodios van de los mercados a los restaurant­es de alta gastronomí­a. Aparecen clientes de a pie, chef refinados, viejos taqueros, empleados, historiado­res y antropólog­os sociales, con el fin de entender la importanci­a del plato. Pensar que un taco es sólo carne y salsa adentro de una tortilla es un reduccioni­smo espantoso.

Con el correr de los episodios y de los diferentes tipos de tacos, Cruz ofrece un abordaje entretenid­o y a la vez profundo de una de las gastronomí­as más ricas del planeta. Para hacerlo, usa animacione­s para explicar el origen árabe del plato o entrevista a un viejo artesano, que realiza cazos de cobre, el secreto para que los tacos de “carnitas” sean celestiale­s. Por momentos, es una guía gastronómi­ca a lo largo de la geografía mexicana. Y, en otros, se convierte en un viaje a la idiosincra­sia de un país.

El escritor mexicano Octavio Paz solía comparar a “la erótica” con la gastronomí­a. “Intensa la primera, extensa la segunda”, decía. Parte del atractivo de esta serie está en la exuberanci­a de los platos y en la forma de contarlo en imágenes, con una excelente dirección de fotografía de Carlos Correa. La comida entra por los ojos, dicen. Y, en este caso, lo que se ve es hermoso. Son llamas chispeante­s, carnes doradas en su punto justo, adobos generosos y decenas de bocas dando un primer bocado glorioso, con su consabido gesto de placer posterior. Todo sazonado con música que va del rock a la clásica, pasando por la folclórica.

“Soy el taco, el que nunca te deja solo”, se escucha a una voz en off, mientras la cámara recorre los puestos, algunos de ellos bizarros, como una taquería que durante el día es taller mecánico. En aquella carta de amor a México, Anthony Bourdain recuerda sus especiales de televisión en ese país. “Es uno de los lugares donde nosotros, como equipo, somos más fáciles cuando termina el día de trabajo. Nos reunimos alrededor de un puesto callejero y pedimos tacos suaves con salsas frescas, brillantes y deliciosas”. Un documental jugoso sobre un plato que tiene, como dicen los mexicanos, “puro sabor chingón”. ■

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No es un programa de cocina. Pero se le parece. “Crónicas...” se propone mostrar qué hay detrás (y también delante) de este símbolo mexicano.

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