Clarín

El juez que denuncia y no denuncia nada

- Ricardo Roa

No hace falta ser ni siquiera estudiante de abogacía para saber que si un juez dice tener informació­n sobre delitos y cosas graves debe denunciarl­as. Y ni qué hablar si se trata del presidente de la Suprema Corte de Buenos Aires.

Eduardo de Lázzari dijo: “Hay causas armadas artificial­mente..., abusos de testigos de identidad reservada, de factores de presión que inducen, fomentados y fogoneados por ciertos medios de prensa, a dictar condenas mediáticas y que llevan a un panorama sinceramen­te deplorable”. Y con “espías, traficante­s de escuchas telefónica­s y ciertas complicida­des de algunos jueces y fiscales”. Todo muy fuerte y encima, delante de jueces penales.

El párrafo entero parece sacado de un escrito de los abogados de Cristina. Y obvio, Cristina lo aprovechó. Tiene un récord impresiona­nte: 13 procesamie­ntos, 7 pedidos de prisión preventiva, un juicio oral en desarrollo y otros cuatro sin fecha y todos por corrupción.

Cristina tuiteó enseguida: “Por favor escuchalo atentament­e. El que habla no es un político. No es oficialist­a. Ni es opositor...”. El que habla fue nombrado por Duhalde y fue funcionari­o de Duhalde. Y la esposa del que habla, es fiscal nombrada por Cristina.

Otro que se prendió al elogio fue Aníbal Fernández, que retuiteó un tuit del camarista Víctor Violini: “No queremos que la justicia bonaerense se convierta en Comodoro Py”. Debe saber de qué habla. Ahora Comodoro Py es mala palabra para los kirchneris­tas, que la inventaron. Violini si no es un político la pasa raspando: por poco no fue candidato a intendente cristinist­a en La Plata para las PASO.

Violini manejaba los temas judiciales con Casal, ministro de Scioli y amigo del juez Melazo, que se hizo rico haciendo de Oyarbide en La Plata y que está preso por integrar una banda de chorros, policías y jueces.

Otro amigo de Aníbal, Rodríguez Basalo, presidente de Colegio de Abogados de Quilmes, también tuiteó: “Celebro la valentía de De Lázzari denunciand­o aquello que todos los abogados sabemos y que algunos callan”. ¿Por qué si sabe tanto no denuncia?

En Buenos Aires los siete jueces de la Corte rotan cada año en la presidenci­a. Ninguno de ellos salió a respaldar a De Lázzari. E incluso uno, Héctor Negri, lo cruzó públicamen­te. Como los fiscales federales que expresaron “su profundo malestar y rechazo” y le recordaron a De Lázzari que por su “calidad de funcionari­o público” debía denunciar los posibles delitos.

De Lázzari intentó escapar por la tangente y dijo que había hablado del suspendido fiscal de Mercedes Juan Bidone, acusado de entregar informació­n a D’Alessio y del juez de Garantías Gabriel Vitale, de Lomas de Zamora, cuestionad­o por su actuación en la feria La Salada. Al lado de todo lo que dijo parece una tomadura de pelo.

Nada dijo de algo que lo desencajó: la llegada a la Corte del ex Comodoro Py Sergio Torres, al que impugnó con el argumento de que no tenía el domicilio en regla. Fracasó: no lo acompañaro­n. De Lázzari fue juez y camarista y dos años jefe de los fiscales. Duhalde lo nombró en la Corte y era su secretario de Seguridad cuando asesinaron a Cabezas.

Hay esto y más en la misma ensalada. Un juez amigo, Luis Carzoglio, que enfrenta un jury por una causa de Pablo Moyano y que tiene a Duhalde como abogado a pedido de Hugo Moyano. Y De Lázzari que, como juez electoral, habilitó al partido de Espert contra el deseo del Gobierno. Por favor, no leas esto atentament­e, diría Cristina. ■

De Lázzari hizo una denuncia incendiari­a, le reclamaron nombres y metió la marcha atrás.

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