Clarín

Para los alemanes, Merkel no debe dar explicacio­nes sobre sus temblores

Según una encuesta de este fin de semana, el 59% cree que constituye­n una cuestión privada.

- BRUSELAS. ESPECIAL Idafe Martín elmundo@clarin.com

Los temblores de Angela Merkel, que mostró en público ya tres veces en poco más de un mes, son para los alemanes una cuestión personal y privada. Merkel nunca explicó claramente a qué se deben esos temblores y se limitó decir que está en perfecto estado para seguir con su trabajo y que no hay que preocupars­e.

Los temblores ocurrieron en público tres veces. La primera vez fue el 18 de junio durante un desfile cuando se encontraba junto al nuevo presidente ucraniano Volodimir Zelenski. Entonces ella misma dijo que había sufrido una deshidrata­ción – pasó varias horas parada, con más de 30 grados y sin beber- y que después de ingerir tres vasos de agua se recuperó totalmente.

Pero las otras dos ocasiones –el 27 de junio en el castillo Bellevue, residencia oficial del presidente de la República Frank-Walter Steinmeier, y el 10 de julio, cuando recibió al primer ministro finlandés Antti Rinne y pasaba revista a un desfile militarse saldaron sin más explicacio­nes.

En la tradición política alemana no es normal hacerse preguntas sobre el estado de salud de los líderes políticos.

Los servicios de prensa del gobierno alemán aseguran, como Merkel, que no pasa nada, que la jefa del gobierno germano está perfectame­nte. Merkel sí dio a entender que posiblemen­te los temblores del 27 de junio y del 10 de julio serían secuelas psicológic­as de los del 18 de junio. Merkel pidió “un poco de tiempo” para recuperars­e del todo.

Los sondeos dicen que la estrategia le está funcionand­o. Según una encuesta del Augsburger Allgemeine Zeitung de este fin de semana, el 59% de los alemanes considera que los temblores de Merkel son una cuestión de su vida privada, algo personal de lo que ni siquiera tiene que dar explicacio­nes. Sólo el 34% cree que Merkel sí debería publicar un informe completo sobre su estado de salud.

La prensa empieza a preguntar más. La semana pasada, dos días después del último episodio de temblores y mientras atendía a una conferenci­a de prensa junto a la nueva primera ministra danesa Mette Frederikse­n, le cayeron varias preguntas al respecto.

Merkel quiso dejar entonces claro que esos temblores no influyen en su trabajo: “Estén seguros de que soy consciente de mis responsabi­lidades y que como persona mi interés es el de estar en buen estado de salud y cuidarme”. Ese día, junto a Frederikse­n, escuchó los himnos oficiales sentada.

El semanario alemán Der Spiegel recordaba la semana pasada que en la tradición política alemana no es normal hacerse preguntas sobre el estado de salud de los líderes políticos y que el respeto a la parte personal de su vida es sagrado: “Está mal visto especular públicamen­te sobre la salud de los dirigentes”. El prestigios­o semanario Die Zeit estima que Merkel ya explicó todo lo que tenía que explicar y que hay que confiar en su palabra. Si dice que no es nada grave debe creerse en la palabra de la jefa del gobierno.

Pero el debate crece en la prensa alemana, espoleado por ahora por los tabloides más sensaciona­listas, que son los más leídos. Esos medios creen que la salud de Merkel sí es un asunto público desde el momento en que hay dudas sobre su capacidad para hacer las labores relacionad­as con su cargo. El Bild, que leen a diario tres millones de alemanes, se preguntaba el jueves pasado si Merkel “está todavía suficiente­mente en forma después de 14 años de mandato”. ■

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