Una cárcel de máxima seguridad y con aislamiento total de los presos
La prisión que espera a Joaquín “El Chapo” Guzmán es la ADX (Administrative Maximum Facility) de Florence, Colorado, conocida como el “Alcatraz de las montañas Rocallosas”. Pertenece al servicio penitenciario estadounidense y tiene nivel “Supermax”, una categoría de máxima seguridad basada en el aislamiento social casi total de los reclusos.
El edificio terminó de construirse en 1994 y está destinado a la reclusión de hombres considerados de máxima peligrosidad y que requieren un control más estricto. Allí se encuentran, entre otros, Zacarias Moussaoui y Ramzi Yousef, acusados de integrar la red que cometió el ataque terrorista contra las Torres Gemelas; Simón Trinidad, líder guerrillero de las FARC; Ted Kaczynski, conocido como Unabomber, o Robert Hanssen y Kendall Myers, condenados por espionaje. También hay varios asesinos seriales.
El complejo cuenta con cuatro módulos, cada uno con distintos grados de seguridad. El más duro es el H, destinado a criminales sumamente peligrosos. Hay 490 celdas individuales, de 2 por 3,6 metros. Están construidas totalmente de hormigón, incluyendo las camas, los bancos y los escritorios. Sobre la losa de la cama hay un delgado colchón.
Cuentan con una sola ventana de aproximadamente 107 cm de alto por 10 cm de ancho. Por allí entra un poco de luz natural, pero fueron hechas de tal manera que los prisioneros no puedan ver más allá del edificio. La comida se la deslizan a través de pequeños agujeros en las puertas, evitando tener contacto.
El hormigón utilizado en las celdas les da una consistencia sólida que las convierte en un recinto insonorizado. Al no entrar ni salir el sonido, evitan que los presos se comuniquen entre sí.
El complejo está protegido en algunos tramos por un muro de seis metros de altura, mientras en otros hay una valla de alambre de púas de más de tres metros y medio de altura. El espacio es vigilado por doce torres de control con agentes armados, sensores de pisadas, detectores láser, cámaras de seguridad y perros de ataque. Las puertas de las celdas son enormes estructuras de acero que se abren y cierran por control remoto.
Lo peor son las condiciones de reclusión. Los presos pasan 23 horas del día en confinamiento. Sólo se les permite una hora de recreación diaria en una gran jaula al aire libre, desde dónde sólo pueden ver el cielo. Allí pueden ejercitarse. Este es el lugar donde el Chapo Guzmán pasará el resto de su vida. ■