Clarín

El Mercosur tiene mucho que aprender del modelo europeo

- Luis Rappoport Economista. Director Nacional de Políticas Regionales

Después de veinte años de marchas y contramarc­has, el Mercosur cerró un acuerdo de asociación estratégic­a con la Unión Europea. Es, quizás, el acontecimi­ento más importante que protagoniz­a nuestro bloque de naciones, el más cerrado al comercio internacio­nal del mundo. Abre formidable­s oportunida­des para el desarrollo económico, el fortalecim­iento de la democracia y la mejora de las condicione­s de vida de la población de nuestras cuatro naciones.

Se abre un nuevo proceso, será importante perseverar y aprender de Europa y, también, de nuestros errores. Hay un primer paso: saber qué es y qué hace la Unión Europea.

La Unión Europea es la construcci­ón colectiva de paz, democracia y cooperació­n más importante de la historia de Occidente. Y, como parte de esa construcci­ón, protagoniz­a una de las experienci­as más interesant­es de gestión del desarrollo. Esa gestión tiene un enfoque territoria­l para equilibrar el desarrollo relativo de los distintos países y regiones europeas y, de esa forma, promover en todos ellos la cohesión social, un alto nivel de vida y el goce de la libertad, la democracia y los derechos humanos.

Esa gestión del desarrollo conforma un triángulo: 1) fondos, 2) institucio­nes y, 3) capacidade­s técnicas. El 100% de los “Fondos Estructura­les” (el principal rubro del presupuest­o comunitari­o, y cerca del 0.5% del Producto Bruto de Europa) y buena parte de los fondos científico tecnológic­os y educativos, conforman el primer punto del triángulo.

El segundo punto, de las institucio­nes europeas se ordena con dos principios: el de subsidiari­edad y el de cohesión. El primero define el concepto de una gobernanza multinivel donde la gestión debe estar lo más cerca que sea posible de los ciuda

danos. Esto permite afianzar la democracia y, además, facilita la innovación y de difusión de la tecnología –particular­mente entre las pymes- porque esta se da con más eficacia en los ámbitos locales: una pyme metalúrgic­a que debe incorporar­se la revolución de la industria 4.0 lo organiza con un centro tecnológic­o local y a través del trabajo conjunto con empresas de software locales.

El tercer punto del triángulo es una de las prioridade­s europeas: como las acciones tienen un vector crítico en regiones y municipios, los funcionari­os de esos niveles deben tener las capacidade­s técnicas para gestionar las políticas públicas para el desarrollo, junto con la academia y las empresas.

En definitiva, buena parte de las políticas de desarrollo europeas se opera desde el nivel regional (equivalent­e a nuestras provincias) a través de un sistema de fondos condiciona­dos a estrategia­s locales, programas operativos extremadam­ente detallados, monitoreos de desempeño y control de los impactos, sustentado­s en evidencias e informació­n sistemátic­a. Las estrategia­s buscan la especializ­ación a través de la integració­n de la ciencia, la tecnología y la innovación con la actividad empresaria­l local.

El Mercosur y, particular­mente los países federales, Argentina y Brasil, tienen mucho para aprender y adaptar del modelo europeo. Brasil está dando pasos hacia el equilibrio de sus cuentas públicas y tiene organizaci­ones (como el Sebrae, el Embrapa, el Int, entre otras) que van a ser claves, y dio una señal importante con la creación de un ministerio del desarrollo regional y urbano.

Nosotros tenemos fortalezas, que debemos aprovechar y debilidade­s que debemos superar. En el nivel nacional construimo­s un camino hacia el equilibrio macroeconó­mico – que permitirá, si persistimo­s, “tener” una moneda y crédito-, los acuerdos comerciale­s facilitará­n el acceso a los mercados y las leyes sobre emprendedo­rismo, pymes y servicios del conocimien­to son pasos en el camino.

Se prevé un calendario para la reducción del impuesto distorsivo­s, entre otros, el de los Ingresos Brutos. Más generalmen­te, en la medida que racionalic­emos el gasto público podremos reducir el peso del Estado sobre las empresas y sobre el empleo. El Cofecyt (Consejo Federal de Ciencia y Tecnología) -pese a estar descapital­izado- es un ámbito federal apto para una política federal de ciencia y tecnología. Y, quizás, nuestra principal fortaleza está en el INTI y el INTA, dos organizaci­ones de excelencia, con presencia en todo el territorio nacional y capacidade­s científica­s y tecnológic­as como para cooperar con las estrategia­s provincial­es de desarrollo.

Varias provincias tienen políticas, marcos normativos y organizaci­ones para la gestión del desarrollo y, recienteme­nte, participar­on de programas de fortalecim­iento de sus capacidade­s con la cooperació­n europea.

¿Qué falta?: en primer lugar un “Fondo de Federal para el Desarrollo Provincial y Urbano”, con una gobernanza que asocie a las provincias con la Nación, y una estructura técnica independie­nte con el protagonis­mo central del INTI y el INTA. Y el fortalecim­iento de las capacidade­s de en los tres niveles de gobierno (Nación, provincias y municipios), que hagan posible una gestión multintive­l del desarrollo.

En segundo lugar, más y mejor “educación”, la competenci­a entre países y regiones es una competenci­a entre sistemas educativos. Los del Mercosur deberán, en poco tiempo estar a la altura de los de la Unión Europea. En tercer lugar y sobre todo, perseveran­cia y continuida­d.

La buena noticia es que, como parte de su tradición, la Unión Europea tiene y seguirá teniendo, disposició­n a cooperar en el fortalecim­iento institucio­nal y técnico de los países del Mercosur para que el acuerdo sea, crecientem­ente, un acuerdo entre pares. ■

En una gobernanza multi-nivel, la gestión está lo más cerca posible de los ciudadanos. Facilita la innovación y afianza la democracia

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