La casa de papel Se va la tercera
Con una gran gala en Bogotá, se presentó su tercera temporada, que desde hoy a las cuatro de la mañana estará disponible en Netflix. Un enviado de Clarín estuvo ahí.
Arranca la nueva temporada de la serie española que ue hizo furor. Todo lo que hay que saber para seguirla.
Más de una docena de hombres y mujeres vestidos con un mameluco rojo, capucha y una máscara de Salvador Dalí están parados en las puertas del Teatro Colón de Bogotá. Tan emblemático e imponente como el de Buenos Aires, este delicado edificio es uno de los puntos de interés más destacados de la capital colombiana, pero este miércoles 17 a la noche está rendido a los pies de La casa de papel 3.
Hay calles cortadas y un gran vallado. Hay cientos de fanáticos con sus celulares listos. Hasta algunos aparecen asomados en las ventanas de las casas cercanas. De repente, un alarido de la multitud, y aparecen, al ritmo del Bella Ciao: Álvaro Morte (El profesor), Alba Flores (Nairobi), Darko Peric (Helsinki) y Hovik Keuchkerian (Bogotá), los protagonistas de la serie de habla hispana más vista en Netflix, que cruzaron el Atlántico para presentar su tercera temporada.
El evento, que contó con la sorpresiva aparición de Rodrigo de la Serna (El ingeniero, cuyo apodo será Palermo) y Pedro Alonso (Berlín), estuvo a la altura de la gigantesca inversión de la producción para este regreso y sirvió para avisarle al mundo que desde las cuatro de la mañana de hoy los ocho capítulos estarán disponibles en la plataforma de streaming. Fue una revolución para la ciudad cafetera, pero no es nada nuevo para estos actores que viven con la masividad que les ha dado la serie. Es que esta misma pasión bogotana se vivió durante el rodaje en Florencia (Italia), cuando los fans derribaron el vallado para buscar una foto con sus ídolos. Esta locura se repitió en Tailandia, Panamá y el Reino Unido, distintas locaciones donde se grabó la serie.
“La fama la llevo muy bien porque, en realidad, mi vida sigue siendo igual”, cuenta, un poco más tranquilo, Álvaro Morte. Está sentado frente a una gran mesa de un salón del lujoso hotel Hyatt y no puede esconder el cansancio, después del evento que cerró casi una semana de entrevistas y presentaciones. No está acostumbrado a semejante movida: hasta hace unos años su nombre era intrascendente hasta en sus tierras y sus participaciones en TV no podían quebrar la rutina de los papeles secundarios. Pero en la charla con Clarín enseguida se pone serio y, a pesar de hablar del momento más importante de su carrera, deja de lado a “El profesor” y recuerda a “todos los compañeros que hoy no tienen trabajo”. -Entendés a la perfección todo lo que les pasa...
-Sí, es una profesión muy difícil, no hay una manera para asegurarte que las cosas te salgan bien. Es muy duro y hay que ser valiente para dedicarte a esto, porque te maltrata emocionalmente en muchísimos aspectos. Me acuerdo mucho de mis compañeros, porque hoy se cree que en España se vive una época dorada debido a la gran cantidad de producciones que se llevan adelante, pero sigue habiendo un 80 y pico por ciento de actores
sin trabajo. De todos modos, ser actor no es triunfar, ser actor es el camino. Es que te digan que “no”, es fracasar y que te emociones porque te dan un papel pequeño en una compañía que va a hacer unos bolos en los que prácticamente no vas a ganar dinero. Todo eso al final vale la pena.
-Y después de tanto sufrimiento en tu carrera, ¿hubo miedo a fallar durante el rodaje?
-Yo creo que La casa de papel tenía que volver de esta forma: con gran impacto, regresando a lo grande. Pero luego no te puedes permitir tener nervios en el rodaje, porque si estás grabando y pensando en que hay un “fenómeno fan”, o en que debes cumplir con la expectativa, cometes un error terrible. Hay que trabajar de la manera contraria: tratar de ser honesto, hacer tu trabajo desde tu corazón, apoyándote en tu compañero y obviando cualquier reflejo del furor que se generó. Hay que mantener la calma y volver a ser los que fuimos en la primera temporada.
A un lado de Morte está sentada otra de las estrellas de esta ficción, Alba Flores. Sí, la de la canción de Ketama ( Alba) que canta Diego Torres. Sí, la nieta de Lola, esa cantante icónica de España. Y sí, la que con sólo 8 años tuvo que afrontar el suicidio de su papá, a días de la muerte de su abuela. Pero de eso no hay rastros: la energía, la alegría y el empuje que muestra como Nairobi son reflejo de su forma de encarar la vida. Y así es como se la escucha contar que debió enfrentarse a una medusa en medio de la grabación, o que el regreso de la serie ya estaba cocinado hace rato.
“Es que había un diálogo constante por el grupo de WhatsApp que tenemos. Ahí fuimos viendo en tiempo real lo que pasaba con la serie en todo el mundo. Desde que Netflix la puso en su plataforma nos íbamos mandando lo que nos enterábamos y así había comentarios como: “Mirá lo que pasó en un estadio de Arabia Saudita”, “Mirá lo que pasó en los carnavales de Brasil”. Ya se sentía que estábamos esperando que llegara la llamada y nos dijeran: “Vamos a hacer otra temporada”.
-Con tu personaje lograste ganarle al peso que tiene tu apellido. Hoy te conocen más a vos que a tu abuela…
-Bueno, todas las familias tienen un peso, sean conocidos o no. Me dedico a algo parecido a lo que hace mi familia. Lo que pasó es que nos hicimos conocidos mundialmente con La casa
de papel. Pero aunque no hubiese sido tan conocido por mi trabajo, tengo algo que va más allá del reconocimiento del público, tengo mi propia identidad, todos en mi familia la tienen.
Todavía resuenan los gritos del público cantando “Bo-go-tá, Bo-go-tá, Bo-go-tá”, en la puerta del Teatro Colón. Aunque no lo decían por la ciudad, si no por el personaje del flamante refuerzo de la serie: Hovik Keuchkerian, actor español de origen armenio que estuvo en el filme Assas
sain’s Creed. Es robusto, con solo verlo queda claro que tuvo un pasado como boxeador. Asegura que la actuación no es tan diferente a subirse al ring y que, a pesar del nombre que le tocó, su personaje no representa en nada a la ciudad. Sin embargo basta con salir a recorrer un poco las calles militarizadas de la capital colombiana, con oficiales con armas largas y perros entrenados en las puertas de hoteles y shoppings, para conectarlo con ese guerrero que encarna, preparado para los enfrentamientos de la temporada. Y es válida su aclaración: “Todos buscamos ser libres y no prestar atención a eso para armar a los personajes, si no la gente pensaría que los de Berlín son tremendos”.
Entre risas y bostezos, la banda se despide. Es momento de regresar a casa, para empezar a cosechar un poco más de este éxito, que ya tiene en carpeta la cuarta temporada.