Clarín

¿Está mal llamar terrorista a Hezbollah?

- Ricardo Roa rroa@clarin.com

Al cabo de un cuarto de siglo con autores intelectua­les y materiales de las bombas contra la AMIA identifica­dos pero sin condena, el Gobierno se animó a colocar al grupo pro iraní Hezbollah en la lista negra internacio­nal de las organizaci­ones terrorista­s. No importa las pruebas que se tengan: lo primero que se usará para la pelea política interna es que Macri cedió ante el imperio aunque también hayan hecho lo mismo la Unión Europea y unos cuantos países más. Y lo primero que se le ocurrió a Alberto Fernández, el candidato de Cristina, fue decir que “el presidente tiene que ser más cuidadoso. Argentina entró una vez en este tipo de cosas y los costos que pagamos fueron altísimos”. O sea: cedamos ante el terrorismo o revivamos el pacto con Irán porque si no tendremos nuevas AMIAS.

En medio de la campaña electoral, ¿esto de Macri es campaña electoral o es una decisión demorada que debía tomarse? Y si son las dos cosas ¿está mal llamar terrorista a Hezbollah? Pasaron 25 años de la voladura de la AMIA y de los 85 muertos de la AMIA hay un solo condenado y no por ser el autor: el ex juez Galeano, que dirigió la investigac­ión. Ni campaña ni no campaña: es definitiva­mente fracaso del Estado. Fracaso de varios gobiernos.

La historia también dice que Kirchner nombró al fiscal Nisman para volver a investigar y le puso a su lado a

Qué no cambia: los muertos en la AMIA. Qué cambia: poner al grupo pro iraní en el foco de la investigac­ión.

Stiuso, el jefe operativo de los servicios de inteligenc­ia que espió toda la década para el gobierno kirchneris­ta y que al final, y quizás no sólo al final, espió al Gobierno mismo. Nisman y Stiuso eran fuerza propia que se volvió enemiga después de que Cristina decidiese negociar con Irán para que los iraníes sospechoso­s del ataque pudieran ser interrogad­os por la Justicia argentina y aclarar allá y no acá quiénes y por qué explotaron las bombas. Esa fue la justificac­ión oficial del memorándum que se llamó de entendimie­nto y que se reveló de encubrimie­nto.

El pacto languideci­ó con pena y sin gloria. Nisman acusó a Cristina y un día antes de que presentara su denuncia en el Congreso apareció muerto de un balazo en su departamen­to de Puerto Madero. Cristina escribió que el fiscal se había suicidado y después escribió que fue asesinado. Sabrá por qué lo hizo. La investigac­ión también quedó empantanad­a mientras el aparato de inteligenc­ia K post Stiuso atacaba en manada la imagen del fiscal que no pudo defenderse. Estaba muerto.

Algunas cosas empiezan a salir a la luz. Trump, también en campaña, mandó a su halcón secretario de Estado Mike Pompeo a “fortalecer alianzas”. Entre otras cosas quiere decir aprovechar el descalabro inocultabl­e del chavismo para evitar que resurja en la región. El chavismo fue factor principal del acercamien­to de Cristina con Irán. No es casual que horas atrás Estados Unidos anunciara siete millones de dólares de recompensa por datos sobre Salman Raouf Salman, alias El Reda, el jefe de Hezbollah sindicado como coordinado­r del ataque a la AMIA. Hay cosas para los que el tiempo pasa pero nunca termina de pasar. ■

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