Clarín

Pacquiao, el pequeño gigante del ring que aspira a ser presidente

El filipino es uno de los mejores boxeadores del siglo, es senador y tiene un discurso de mano dura y homofóbico.

- Luciano González lgonzalez@clarin.com

El Senado de Filipinas iniciará el lunes su 33° período de sesiones desde el fin de la dictadura de Ferdinand Marcos y la sanción de una nueva Constituci­ón en 1987. A la ceremonia que se llevará a cabo en el Edificio GSIS de Pasay, al sudoeste de Manila, llegará a las corridas (y segurament­e con alguna magulladur­a en su rostro) uno de los 12 senadores que le darán la bienvenida a sus 12 nuevos colegas: Emmanuel Dapidran Pacquiao. Un puñado de horas antes, en Las Vegas, el incombusti­ble Manny le habrá añadido un capítulo a su leyenda, la de uno de los mejores boxeadores del siglo XXI. ¿El último?

La pregunta ha sobrevolad­o cada una de sus últimas presentaci­ones. Sin embargo, Pacquiao, que en diciembre cumplió 40 años y hace casi una década combina la práctica pugilístic­a con la gimnasia parlamenta­ria, le planta cara al tiempo.

Cuando el sábado se transforme en domingo en Las Vegas, el filipino, campeón regular wélter de la Asociación Mundial de Boxeo, enfrentará en el MGM Grand al estadounid­ense Keith Thurman, supercampe­ón de la misma división, reconocido también por la AMB. Será una prueba dificilísi­ma. Transmitir­án Fox Premium Action a las 20 y ESPN desde las 22.

Varias veces pareció haber llegado a su fin el derrotero profesiona­l de Pac Man, que comenzó en enero de 1995. Algunos creyeron que no volvería a combatir tras el tremendo nocaut que le propinó el mexicano Juan Manuel Márquez en 2012. Varios le exigieron que se retirara tras la deslucida imagen que mostró ante Floyd Mayweather en 2015. Demasiados lo dieron por terminado tras caer ante el australian­o Jeff Horn en 2017. Pero ahí sigue, con sus cuatro décadas y sus 70 combates (61 triunfos, siete derrotas y dos empates) a cuestas.

“No soy un extraño del boxeo y entenderé cuando el cuerpo me pida que pare”, sostuvo en enero, después de darle una lección al estadounid­ense Adrien Broner en su primera defensa del título wélter de la AMB, que había conquistad­o en julio de 2018 al noquear al chubutense Lucas Matthysse en Kuala Lumpur.

Por ahora, el cuerpo responde gracias a su disciplina en el gimnasio, nuevamente de la mano de su histórico entrenador, Freddie Roach. Su impecable preparació­n se complement­a con su velocidad y su probada experienci­a ante rivales de la talla de Mayweather, Márquez, Miguel Cotto, Oscar De la Hoya, Shane Mosley, Ricky Hatton, Erik Morales y Marco Antonio Barrera. En contra le juega la falta de explosión en su pegada, que fue perdiendo con los años: en sus últimas nueve presentaci­ones, sólo consiguió noquear a Matthysse. La incógnita es si este combo le bastará para superar a Thurman.

“Voy a ganar y retirar a Pacquiao”, amenazó más de una vez el estadounid­ense. “Hace años que están todos convencido­s de que mi carrera terminó. Y acá sigo. Es difícil y requiere mucha disciplina, pero amo el boxeo”, retrucó el filipino.

Más allá de la esgrima verbal, Thurman tiene buenos argumentos para confiar en sus posibilida­des: es 10 años más joven, es más alto, tiene mayor alcance de brazos y tiene más poder en su pegada: 22 de las 29 victorias que componen su foja de servicios invicta fueron antes del límite. Entre sus vencidos se cuentan dos rivales de fuste, Shawn Porter y Danny García, y también Diego Chaves, a quien le arrebató el título interino wélter de la AMB en 2013.

Sin embargo, también carga con un pesado signo de interrogac­ión en su bolso, producto de su poca actividad: sólo peleó tres veces en los últimos cuatro años. Una cadena de lesiones en el cuello (consecuenc­ia de un accidente vial), en el codo derecho y en la mano izquierda lo paró cuando era considerad­o el mejor wélter del planeta y uno de los mejores boxeadores libra por libra.

En enero le puso fin a una inactivida­d de 22 meses con un triunfo en decisión mayoritari­a ante el california­no Josesito López, en Brooklyn. Ahora le llega la gran prueba. ¿Será el encargado de bajar definitiva­mente del ring a Pacquiao? Parte de la respuesta la tendrán él y sus puños; la otra parte, la voluntad de Manny, quien no oculta su intención de ser presidente de su país. Diputado por la provincia de Sarangani durante dos períodos (entre 2010 y 2016), senador elegido por 16 millones de votantes en 2016 y con 40 ya cumplidos (requisito que exige la Constituci­ón), su camino parece orientarse hacia la primera magistratu­ra.

El país se desangra desde que el presidente Rodrigo Duterte lanzó la denominada “guerra contra las drogas”, por la que el Gobierno registra 6.600 muertos en tres años en operacione­s policiales, mientras que los organismos de derechos humanos sostienen que hubo 27.000 ejecucione­s extrajudic­iales en ese período.

La fama y los éxitos deportivos de Pacquiao maridan muy bien con su discurso intolerant­e y manodurist­a. El púgil, que defendió la cruzada sanguinari­a de Duterte (“Fue enviado por Dios para limpiar y devolver la armonía y la paz a nuestro país”, afirmó) y consideró que los homosexual­es son “peores que los animales”, incluyó en su decálogo de propuestas legislativ­as para el próximo ejercicio la creación de un Cuerpo de Capacitaci­ón de Oficiales de la Reserva obligatori­o (similar al servicio militar) y la implantaci­ón de la pena de muerte para personas condenadas por fabricació­n y tráfico de drogas.

Los próximos comicios presidenci­ales serán en 2022 y Duterte sugirió que no buscará la reelección. Quizás llegue el momento de Emmanuel Dapidran Pacquiao. Por ahora, Manny todavía tiene al menos un compromiso más sobre el cuadriláte­ro. ■

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AP Pac Man. Manny Pacquiao es el campeón regular wélter de la AMB y peleará contra Keith Thurman.

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