Clarín

La larga tarea de aprender a ser viejos

- Alberto Amato alberamato@gmail.com

Hay una pasión argentina, ahora extendida por el mundo, que es la de tener recuerdos del futuro. No somos tan fieles con el recuerdo del pasado, pero con el futuro… El chiche nuevo tiene la ayuda de la inteligenc­ia artificial y consiste en mostrarte cómo vas a ser cuando seas viejo. Sobre una foto tuya, un programa de computació­n echa arrugas al azar, barbas, canas, bigotes, nasogenian­os, bolsas bajo los ojos, párpados cargados, papadas, patas de gallo y en Santas Pascuas. Allí estás vos dentro de treinta o de cincuenta años. La aplicación es un boom mundial. Todo el mundo quiere saber cómo será cuando viejo.

Vamos a ver: es papel picado, lentejuela­s, chamuchina. Nunca vas a saber si lo que te dice la inteligenc­ia artificial es verdad o no, porque para saberlo vas a tener que esperar muchos años. Y entonces, quién sabe si te vas a acordar de cómo te dijeron que ibas a ser cuando eras quien fuiste. Seamos francos: la inteligenc­ia artificial te muestra cómo vas a estar en unos años, pero no te dice cómo vas a ser. No es lo mismo. No hay programa de computació­n que te diga cuáles recuerdos poblarán tu mente, si estarás conforme con el camino recorrido, si te rodearán los tuyos, si tendrás tuyos, si tu carácter se habrá agriado, o endulzado; si tendrás amigos, remordimie­ntos, sueños a cumplir, si dormirás tranquilo en las noches, sin pesadumbre­s, sin desazones; si podrás hablar o no con tu conciencia, si podrás tenderle la mano al tipo que sos hoy. Lo siento por la inteligenc­ia artificial, capaz de hazañas y desastres, pero a ser viejo se aprende. Es una tarea larga y dolorosa en la que no se pierde nunca. Y la enseñan los años.

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