La recuperación del lazo con la Argentina
Desde que Barenboim dejó el país en 1952, a los nueve años, sus lazos con la Argentina languidecieron. En el sombrío 1980 vino al frente de la Orquesta de París y en 1989, de nuevo para el Mozarteum, volvió como pianista con una inolvidable ejecución de las Variaciones Goldberg de Bach. Tal vez en esa segunda ocasión venir a la Argentina aún significaba, como recordó el músico hace unos años con su habitual sinceridad, casi lo mismo que ir a cualquier otro país. Ya en su visita de 1995, con la Staatskapelle, Barenboim comenzó a hablar del fraseo de Gardel y su modo de flotar un poquito por encima de los tiempos del compás, o de la forma distintiva de condimentar la ensalada en Buenos Aires. Acaso era su modo pudoroso de asumirse en público como un ciudadano argentino.
Sus viajes se hicieron más frecuentes y, sobre todo, más intensos. Nunca se olvidará, en el aciago 2002, su integral de sonatas de Beethoven en el Colón, días de felicidad en una ciudad mortificada.
En 2005 vino por primera vez con su extraordinaria apuesta musical árabe-israelí, la Orquesta del West-Eastern Divan. Cuando terminó el último concierto de esa gira en el Colón, el director, casi afónico, hizo una declaración conmovedora: “Cada uno de estos músicos que están acá conmigo tienen mucho coraje, porque estos músicos vienen del Líbano, de Siria, de Palestina, están muchos años delante de la opinión pública de sus respectivas países. Y acá están, tocando juntos, no porque aceptan el punto de vista del otro, sino porque lo respetan”.
También a Daniel Barenboim le debemos la reconciliación de Martha Argerich con el Colón: volvió a tocar en el Festival Barenboim 2014. Desde entonces han tocado juntos varias veces, con piano y orquesta o bien a dos pianos o en piano a cuatro manos. Y ahora volverán a hacerlo juntos, también con la orquesta del Diván. La cita será el domingo 4 y el lunes 5 en el CCK, con el Concierto N° 1 de Chaikovski, en un programa completado por el Concierto para Orquesta de Witold Lutoslawski y la Sinfonía Inconclusa de Shubert. Si duda será uno de los momentos más esperados de un programa interesante y variado, en el que Barenboim actuará como director y también como pianista, siempre en el CCK. Ofrecerá una selección de sonatas de Beethoven en tres conciertos (23, 26 y 28 de julio); una primera presentación con la Orquesta del Diván con su hijo Michael Barenboim como solista. Y otros programas de lujo con el tenor mexicano Rolando Villazón y la violinista Anne-Sophie Mutter.