Clarín

El Reda estaría en un bastión de Hezbollah en el Líbano, según informes secretos

Lo habrían ubicado en el valle de Bekaa, bajo la protección del jefe máximo del grupo extremista.

- Nicolás Wiñazki nwinazki@clarin.com

Según informació­n de agencias de Inteligenc­ia de potencias de occidente, a la que accedió Clarín, el terrorista de Hezbollah llamado Salman Raouf Salman estaría ahora escondido en el valle de Bekaa, el Líbano, un territoria fértil para la agricultur­a y bajo control total de Hezbollah, la agrupación terrorista que lidera el temible Hasan Nasrallah, uno de los que más se preocupa por la seguridad de su subalterno.

Ocurre que Salman demostró durante décadas que podía ocultar su verdadera identidad en Latinoamér­ica, y cuál era su verdadera misión. Crear una red de contactos, empresas y estructura­s que le permitiera­n coordinar atentados en naciones donde antes no había atacado Hezbollah, siempre por orden de la República Islámica de Irán.

En un expediente de la AMIA, el propio Nisman admite que él estaba convencido de que Raouf Salman se llamaba en realidad Salman El Reda, porque así tenía probado que era su nombre, de acuerdo a un pasaporte emitido por Colombia. El fiscal y servicios secretos locales y extranjero­s creían que El Reda era colombiano. Tras intercambi­ar informació­n con autoridade­s de ese país, Nisman detectó que no lo era. Tampoco se llama Antonio Hadad, como fue identifica­do en Brasil. La confusión estaba sembrada. Era un objetivo de este cuadro entrenado para ocultarse.

El Reda se llamaba Salman Raouf Salman. Nació el 5 de junio de 1963 en el Líbano. Fue coordinado­r de los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA, según la Justicia argentina, algo que fue sostenido por los diferentes países que integran Interpol y que admitieron que se emitiera una alerta roja para detener a este terrorista que, según informació­n de Inteligenc­ia, también fue “comandante” la conformaci­ón de “infraestru­cturas de la Yihad Islámica en Bolivia, Perú, Panamá y Colombia”.

El 19 de julio de 1994, un día después de la explosión en la AMIA, un avión panameño estalló en el aire. Murieron los dos pilotos y los 19 pasajeros, en su mayoría empresario­s judíos. El terrorismo islámico atacaba la región. Hoy, Salman vive oculto debido a la vigilancia de potencias mundiales que lo quieren preso. La presión sobre él es mayor desde que Estados Unidos está dispuesto a pagar US$ 7 millones para cazarlo. Esa cantidad de dinero es capaz de quebrar lealtades insospecha­das. ■

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Formación. Desfile de la fracción militar de la agrupación terrorista Hezbollah en el Líbano.

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