Clarín

Svetlana Romashina, la dama dorada que jamás perdió una competenci­a

Acaba de sumar su 21° oro en el Mundial de Corea del Sur y es la reina indiscutid­a de la natación artística.

- Mauricio Codocea mcodocea@clarin.com

Tan emparentad­o con el oro, podría decirse que no todo lo que brilla en la pileta es Phelps. Sin dudas, en pruebas de velocidad no hay mejor nadador en la historia que el Tiburón de Baltimore. Sin embargo, el agua también tiene otras varias leyendas. Una de ellas, aunque no necesariam­ente se plantee llegar a las marcas del estadounid­ense, bien podría amenazar algunos de sus registros. Se trata de Svetlana Romashina, la rusa que dominó el nado sincroniza­do por más de una década, dejó el agua para ser mamá y volvió, tres años más tarde, dispuesta a seguir escribiend­o su y la historia. Con la de este jueves en Gwangju, alcanzó su 21ª presea dorada en Mundiales, con un detalle: jamás perdió una competenci­a.

Se tiró a una pileta de chiquita pero también le encantaba la danza. Su compañero de baile le ayudó a decidirse por el agua: no le gustaba demasiado bailar con él. Amante del aire libre, la pesca, la navegación, los animales y todo lo que tenga que ver con la naturaleza, esta moscovita nacida en septiembre de 1989 se destacó en el nado y a los 15 años ya formaba parte del equipo nacional ruso.

Capaz de aguantar la respiració­n bajo el agua durante cinco minutos, antes de cumplir dos décadas de vida llegó a sus primeros Juegos Olímpicos. En Beijing, participó de la prueba por equipos y, lejos de ser sorpresa, ganó un oro esperado: las rusas son líderes en este rubro. Sin embargo, ella se encargaría con el tiempo de llevar esa supremacía un paso más allá. La convertirí­a en algo personal. En cierta forma, ya lo venía haciendo, porque acumulaba para entonces dos oros en el campeonato Europeo y cinco en Mundiales. Y continuó.

Alcanza con mirar los resultados de Ona Carbonell, histórica y contemporá­nea nadadora artística española, quien terminó segunda en la prueba de solo libre del miércoles en Gwangju. ¿Quién ganó? Romashina, por supuesto. Y se trata de una constante. La catalana es la tercera máxima medallista en mundiales de natación, con 23. Sin embargo, sólo una es de oro. La ganó en Roma, en 2009, en el combinado libre del que, claro, Romashina no fue parte. En el resto de las competenci­as, vivió -y vive- a la sombra de la rusa.

La acumulació­n de oros no se detuvo: dúo libre, dúo técnico, sólo técnico, equipo, combinado... Svetlana sumaba 33 oros en su carrera entre Europeos, Mundiales y Juegos Olímpicos, en los que, luego de Beijing, hizo doblete en Londres y Río de Janeiro en las pruebas por dúo y por equipo. Ese es un detalle no menor a la hora de contextual­izar sus logros: mientras los nadadores de carrera pueden sumar múltiples medallas (en cada JJ.OO., Phelps se colgó no menos de seis), la natación artística sólo entrega dos. Si no fuese por eso, segurament­e Romaschina sería la atleta más laureada de todos los tiempos.

Y podría tener un palmarés incluso mayor si no hubiera decidido ir por un sueño todavía más grande: el de ser mamá. Al margen de la competenci­a después de los Juegos de 2016 (en los que, junto a su compañera Natalya Ishchenko, fue abanderada de cierre), se dedicó a entrenar a la selección juvenil y a ser asistente en la mayor. Alexandra, su bebé, llegó en 2017. Un año más tarde, empezaron los rumores que luego se confirmarí­an: Svetlana volvería con Tokio 2020 en la mira.

Volvió en abril, en la Serie Mundial de Natación en Kazan, a competir en dúo con su tocaya Svetlana Kolesniche­nko (con quien no hacía dupla desde 2013) y el resultado no fue otro que el primer lugar, como si nunca hubiera dejado la práctica.Ahora, en el gimnasio Yeomju de Corea del Sur, Romashina conquistó el mundo otra vez. Hace parecer normal que una crack como Carbonell se deba resignar al segundo puesto. Alcanzó los 21 oros y sigue edificando una trayectori­a increíble: cada vez que participó de una competenci­a en un torneo grande, ganó el título. Ni siquiera ha bajado del primer puesto en las series clasificat­orias.

Ni las dos hernias que sufrió (en 2010 y 2014, ambas le costaron algunos meses de inactivida­d) le impidieron seguir su camino de éxitos. A su vitrina personal, además, le podría sumar los cuatro premios a la Nadadora Sincroniza­da del Año y un gran número de reconocimi­entos civiles que se ganó en su país: la Orden de Honor, la Orden por el Mérito a la Patria, la Orden de la Amistad y el título de Maestra Honorífica del Deporte, todos otorgados por el presidente Vladimir Putin. ■

Podría tener un palmarés mayor si no hubiera ido por el sueño más grande: ser mamá

 ?? AFP ?? Sonrisa a pleno. La enorme Svetlana Romashina sumó otras dos medallas en el Mundial que se celebra en la ciudad surcoreana de Gwangju. A PUNTO DE CUMPLIR 30 AÑOS VOLVIÓ A DOMINAR LA ESPECIALID­AD TRAS SER MADRE
AFP Sonrisa a pleno. La enorme Svetlana Romashina sumó otras dos medallas en el Mundial que se celebra en la ciudad surcoreana de Gwangju. A PUNTO DE CUMPLIR 30 AÑOS VOLVIÓ A DOMINAR LA ESPECIALID­AD TRAS SER MADRE

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