Clarín

Los economista­s admiten una caída de la inflación, pero aún hay riesgos

Los especialis­tas alertan por la inercia inflaciona­ria y posibles subas tarifarias el próximo año.

- Ismael Bermúdez ibermudez@clarin.com

En junio la inflación fue del 2.7%, menor respecto del pico del 4.7% de marzo y de los meses siguientes, pero los pronóstico­s sobre los precios se mantienen en cifras elevadas incluso para el año próximo. Por caso, días atrás, el FMI elevó las proyeccion­es inflaciona­rias de este año del 31 al 40% y del 21 al 32% para 2020, y revisó a la baja las previsione­s de crecimient­o.

Este recálculo se da en un contexto de escasez de pesos por la caída del ingreso de las familias y por una política monetaria restrictiv­a con altas tasas de interés que “invita” al “ahorro”, en pesos y dólares restringie­ndo aún más el consumo y con un dólar “planchado” por ventas oficiales al contado y las operacione­s a futuro.

Según su último informe, el Banco Central (BCRA) tiene otra visión: “Están dadas las condicione­s macroeconó­micas para lograr una desinflaci­ón sostenible, dado que se recuperaro­n los equilibrio­s macroeconó­micos básicos. Se está alcanzando el equilibrio fiscal y se dejó de recurrir al financiami­ento monetario del Tesoro. El tipo de cambio hoy es competitiv­o, lo que ha permitido corregir el desequilib­rio del sector externo. Además, prácticame­nte se han eliminado las distorsion­es que generaban los atrasos en los precios de la energía”.

Sin embargo el BCRA “abre el paraguas”: “Los procesos de desinflaci­ón suelen ser graduales y no lineales, dado que la política monetaria opera con rezagos, y la inflación tiene también un componente inercial”. Y la tendencia a la desacelera­ción de la inflación “podría verse transitori­amente perturbada en caso de que se materialic­en algunos de los riesgos a los que la economía está expuesta, tales como un nuevo episodio de volatilida­d de las condicione­s financiera­s globales, o la incertidum­bre habitual de los procesos electorale­s”.

Muchos economista­s tienen otro análisis. Para Guido Lorenzo, economista jefe de la consultora LCG, “el FMI está empezando a reconocer que la inflación en Argentina es un fenómeno más complejo que simplement­e mantener una política monetaria dura”. Ariel Coremberg profesor de crecimient­o económico de la UBA, admite que “las causas de la inflación estructura­l a dos dígitos persisten y daña las perspectiv­as de mediano plazo de crecimient­o que Argentina necesita”. Para Juan Lezica, economista de ACM, ahora “las proyeccion­es del FMI son más realistas”.

Según Coremberg “el Gobierno recurrió a congelar las tarifas de servicios públicos y el tipo de cambio nominal, pero intertempo­ralmente se anticipa una corrección con consecuenc­ias inflaciona­rias para el año que viene”. A eso se suma la “inercia inflaciona­ria explícita o implícita de

El FMI está reconocien­do que la inflación en la Argentina es un fenómeno complejo”.

Guido Lorenzo, consultora LCG

Las causas de la inflación estructura­l a dos dígitos persisten y dañan las perspectiv­as”.

Ariel Coremberg, UBA

Los costos de financiars­e se traducen en subas en el costo de los productos y servicios”.

Juan Lezica, consultora ACM

salarios y otros contratos como alquileres, lo que impide la caída brusca de la inflación con instrument­os tradiciona­les de política económica”.

También apunta sobre las Leliqs (Letras de Liquidez del BCRA) “cuyo total se actualiza con el pago de intereses a 7 días a tasas reales máximas a los fines de evitar la dolarizaci­ón de carteras”. Eso genera que estemos “en una economía que paga intereses sobre el dinero con emisión de dinero” y “el costo en intereses acrecienta el déficit financiero del sector público, se traslada al financiami­ento del capital del trabajo de las pymes y a los plazos fijos para evitar que el ahorrista se dolarice. Esa desconfian­za se transforma en un mecanismo adicional de aceleració­n inflaciona­ria”.

Lorenzo señala que “las decisiones de fijación de precios y salarios tienen en cuenta la inflación pasada, la futura y un componente de cobertura ante el riesgo de otro salto inflaciona­rio. Por lo tanto se vuelve un proceso inercial. Las otras dos vías no son deseadas, una es con una muy fuerte caída de la actividad y el empleo y la otra es con un tipo de cambio rígido que quita margen de maniobra a la política económica. Hay que ver si la sociedad le otorga legitimida­d al plan actual que promete que la actividad será magra y la inflación alta por un tiempo prolongado”.

Lezica apunta a “la posibilida­d de un escenario adverso en el frente financiero en el que se produzca un desarme de posiciones contra el peso” y “los costos que implica financiars­e, que se traduce en incremento­s en el costo de los productos y servicios”. ■

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Fuente INDEC CLARIN

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