Macri busca el voto evangélico para compensar la distancia con la Iglesia
Si el oficialismo logra el 51% en la Ciudad y 41% en Provincia, los candidatos del sector entrarán al Congreso.
Con su sofisticada maquinaria electoral ya en marcha, dentro del segmento de cultos el Gobierno apunta a la franja de los evangélicos. Por su presencia en el conurbano y sectores marginales, por la presunta ascendencia de los pastores sobre los feligreses y para compensar la distancia que, a diferencia de 2015, tomará esta vez la Iglesia Católica.
El macrismo se apoya en la relación ya tejida a través de los ministerios de Desarrollo Social de Nación y Buenos Aires con la entrega de alimentos y subsidios. Los referentes religiosos aseguran que no promoverán la reelección de Mauricio Macri, aunque en la Casa Rosada confían en que el acuerdo que incluye candidaturas en lugares expectables por Ciudad y Provincia empujará a que se inclinen por Juntos por el Cambio.
“Es un segmento muy importante”, reconoce uno de los estrategas de la campaña, y lo ubica por encima de los católicos. “Cada pastor es un Papa, son horizontales, pero es impresionante la cantidad de gente en los templos, tienen muchos voluntarios y son más obedientes que en otras religiones”, trazan la radiografía que explica el interés. Sin datos oficiales, calculan que el sector representa cerca del 12% de la población y la inserción se extiende a través de comedores, hogares, centros de recuperación para adictos y trabajo en cárceles, con los “pabellones evangélicos”.
En el Gobierno se apuran a aclarar que no será como en Estados Unidos o Brasil, donde grupos evangélicos dieron respaldo explícito a Donald Trump y a Jair Bolsonaro. La Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas (ACIERA), la agrupación más representativa, expresó que no apoyará a ningún frente político. “Si me preguntan soy ‘jesucristista’”, dijo a Clarín el pastor Jorge Sennewald, uno de los que fue recibido por Macri, María Eugenia Vidal y Carolina Stanley.
“Ningún otro les dio dos candidatos a diputados en lugares expectables. Argentina no es Brasil pero van a jugar con nosotros sottovoce”, usaron la figura en el macrismo. En el octavo lugar de la lista de la Ciudad va Dina Rezinovsky, evangélica y coordinadora regional del Instituto Nacional de Juventud; y en el 15° de la provincia de Buenos Aires el pastor Gabriel Mraida, director nacional de Prevención del Delito en el Ministerio de Seguridad. Juntos para el Cambio tendrá que alcanzar un porcentaje elevado para que entren al Congreso: estimaron 51% en Capital y 41% en Provincia. El objetivo es que los referentes movilicen lo máximo posible a sus feligreses. La relación del Gobierno con los evangélicos viene desde hace tiempo y se profundizó con la crisis cambiaria. Desarrollo Social armó una red de apoyo alimentario - también a través de Cáritas- y los evangélicos llevan repartidas 500 toneladas de comida y leche en polvo en sectores vulnerables.
Para atraer a los electores de ese segmento a su vez ya arrancaron los “livings” -así llaman a las reuniones en casas- y encuentros en iglesias evangélicas. A Rezinovsky y Mraida se suman a esa tarea legisladores que votaron contra el aborto como Carmen Polledo, Esteban Bullrich y Marta Varela. También Alfredo Abriani, secretario de Culto. Se reparten para salir a cazar votos en el conurbano, Capital y el interior, con el foco en San Luis, Corrientes, Santiago del Estero y Salta. En esas cuatro provincias hay competencia en las PASO con una de las listas con todos los postulantes en contra de la legalización del aborto. El grupo Celestes por el Cambio difunde material en las redes y circulan contenidos por WhatsApp. Uno de los propósitos del Gobierno para reconquistar a los votantes enojados es despegar a Macri del tratamiento de la interrupción voluntaria del embarazo (IVE). “El Presidente está en contra del aborto pero a favor del debate”, sostuvo Rezinovsky.
En la Casa Rosada advirtieron que la Iglesia Católica estará ”más expectante que jugando”, a diferencia de 2015 que había tomado partido sobre todo a favor de Vidal. La relación áspera con el Papa Francisco y los crecientes reclamos de los obispos por el deterioro de la situación social generaron un escenario diferente que intentarán compensar, además de con los evangélicos, con mensajes “directo a los fieles”. ■