Clarín

Los vecinos de Devoto piden que hagan más plazas donde hoy está la cárcel

La gente del barrio presentó iniciativa­s para que haya más espacios verdes y menos edificios.

- Karina Niebla kniebla@clarin.com

Aunque la zona aún fuera sede de quintas y baldíos. Aunque estuviera mucho menos poblada que hoy. A la cárcel de Devoto los vecinos la miran con malos ojos casi desde el momento mismo en el que fue inaugurada, en 1927. Hoy, la ilusión de que desaparezc­a del mapa de la Ciudad está más cerca de hacerse real: el módulo al que trasladará­n a la mayoría de sus internos ya fue edificado en un 20% y el Gobierno porteño habló con los vecinos sobre el destino del predio que quedará libre.

En sus primeros tiempos, la cárcel sobresalía como alta mole de cemento en medio del paisaje horizontal de áreas baldías, sobre todo al otro lado de la calle Bermúdez. Recién en la década del 30 los adoquines y el alumbrado público comenzaron a ser la regla en esa zona. Y hubo que esperar unos cuantos años más para que esas manzanas terminaran de poblarse.

Con el correr de las décadas, esa cárcel que nació como penal de contravent­ores en una zona despejada se convirtió en un complejo de máxima seguridad superpobla­do en un barrio en plena expansión, que hoy tiene clubes, colegios, cine, shopping y un coqueto circuito gastronómi­co.

En ese contexto residencia­l, cada dos o tres semanas se escuchan las llamadas “batucadas”: los presos golpean los barrotes a la medianoche y el ruido se escucha a varias cuadras. También incendian colchones. Es su forma de protestar contra las condicione­s en las que son alojados más de 1.900 hombres. “La cárcel genera una confrontac­ión directa entre vecinos e internos. Hay gritos a toda hora. Hasta se oyen tiros”, relata Gonzalo Álvarez, que vive a dos cuadras del penal e integra la agrupación Devoto sin Cárcel.

Los Gobiernos nacional y porteño firmaron un convenio en marzo del año pasado para sacar el penal y mudar a sus internos a un centro que, prometen, cumpla con los estándares penitencia­rios actuales. “Las condicione­s habitacion­ales y las posibilida­des de capacitaci­ón en la cárcel de Devoto no son las mejores -reconoce Facundo Bargalló, jefe de Gabinete de la Subsecreta­ría de Asuntos Penitencia­rios de la Nación-. Es bueno contar con la posibilida­d de llevar a las personas a un lugar digno".

Ahora resta que la Legislatur­a apruebe el proyecto oficial para ver qué se hace con el predio de Devoto, de 4,6 hectáreas. Ese plan prevé que un 35% de la superficie se destine a la construcci­ón de edificios de viviendas, oficinas y comercios, de planta baja y cuatro pisos. El otro 65%, prometen, será para espacios públicos. Además, abrirán calles.

Ese texto aún no entró a la Legislatur­a, pero en el Ministerio de Desarrollo Urbano y Transporte confían en que ingresará este año. Será de doble lectura, y entre una y otra habrá una audiencia pública, aunque no vinculante.

Para ganar tiempo, el Gobierno porteño ya se reunió con gente del barrio que quisiera sumar ideas. A principios de julio, 75 vecinos expresaron sus inquietude­s principale­s: que se respete el plazo pautado de traslado de los internos de la cárcel y que se creen espacios verdes. “En la comuna tenemos déficit de lugares verdes y se sacan muchos más árboles que los que se reponen. Buscamos que eso se salde de alguna manera”, resalta Álvarez.

Otro tema sensible es el de las alturas de edificació­n. Desde el Ministerio aclaran que la idea es que lo que se construya no sea más alto que los actuales pabellones. Pero igualmente los vecinos insisten en que esa cuestión también se respete.

Mientras tanto, el nuevo destino principal de los internos del penal va ganando altura y forma: en diciembre del año pasado empezó el desmonte y la nivelación de tierras, para arrancar en mayo con la construcci­ón de un nuevo complejo en Marcos Paz, pegado al número 2.

Cuatro módulos -llamados institutos- son los que están construyén­dose en Marcos Paz. Cada uno albergará entre 550 y 570 internos. Hoy, esa obra ya está avanzada en un 20% y estará lista en noviembre de 2020, anuncia el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. El traslado a ese complejo está previsto para fines de 2021, aunque algunos presos terminarán en el penal de Ezeiza. Cuando la mudanza se concrete, ya no habrá más cárceles en la Ciudad. ■

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M. QUINTEROS Mole. La cárcel fue inaugurada en 1927, y desde el primer día fue rechazada por los vecinos, que se quejan de los ruidos molestos.

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