Clarín

Las proyeccion­es indican 24 oros y un séptimo puesto en el medallero

El viernes se inaugurará una cita en la que la pelota debería ser el deporte más ganador en Argentina.

- Mariano Ryan mryan@ clarin.com

Cada cuatro años el deporte argentino rinde el segundo de sus exámenes más importante­s, el de los Panamerica­no. En términos de estudios universita­rios, algo así como un parcial antes del final de los Juegos Olímpicos. Y aunque los resultados en ambos casos -y siempre- deben pasarse por el tamiz correspond­iente y es obligación ser analizados sin considerar jamás la ecuación más medallas=mejor deporte, es cierto que el final de cada Juego con su clasificac­ión final establece, en una buena medida, el resultado del entrenamie­nto de los atletas, de la planificac­ión de los entrenador­es, de las decisiones de los dirigentes y de la inversión económica del país en esa área específica.

Argentina ocupó el séptimo lugar en el medallero de los Panamerica­nos de Toronto, hace cuatro años. Con 15 medallas de oro y 30 en total logró un resultado lógico. ¿Por qué? Porque en el deporte, ya sea a nivel sudamerica­no, panamerica­no u olímpico, Argentina ocupa el segundo decil más alto; es decir, está en el segundo nivel detrás de los países de punta. Un ejemplo: si en los Panamerica­nos compiten 41 Comités Olímpicos Nacionales, el de Argentina debe ocupar un lugar entre el quinto y el octavo lugares. La lógica indica que en Lima 2019 las primeras cuatro posiciones sean para Estados Unidos, Canadá, Brasil y Cuba. Y los siguientes cuatro lugares los ocupen México, Colombia, Argentina y Venezuela. Se verá.

Si bien la expectativ­a pasa por repetir aquella séptima posición de 2015, Argentina está en condicione­s de aumentar significat­ivamente el número de oros y el de podios a 24 y entre 85 y 90 aproximada­mente. ¿Por qué esa mayor cantidad de medallas no repercutir­á en la clasificac­ión final? En Toronto, tanto Estados Unidos como Canadá se repartiero­n el 49 por ciento de los 366 títulos disponible­s ya que ambas potencias continenta­les se disputaron los Juegos en un mano a mano apasionant­e y para ello llevaron equipos A en la mayoría de los deportes que mayor cantidad de preseas reparten. En Lima no sucederá lo mismo: excepto el equipo estadounid­ense de atletismo que será de un nivel superlativ­o, muchas de las grandes figuras ya están pensando en Tokio 2020 y los Panamerica­nos no entraron en su preparació­n hacia los Juegos Olímpicos. Entonces habrá un derrame de medallas en el que Argentina intentará buscar una buena cantidad.

Ahora bien, ¿de dónde saldrán esas 24 medallas con nombre y apellido?

Un deporte que ni siquiera es olímpico debería darle a la misión nacional cuatro títulos. La pelota tendrá su cuarta presencia en los Panamerica­nos ya que recién debutó en 1995 y volverá al programa de los Juegos luego de ausentarse en 2015. Las apuestas son las duplas de trinquete pelota de goma con los hermanos Sebastián y Santiago Andreasen y Cynthia Pinto y Lis García, Pablo Fusto y Alfredo Villegas en paleta pelota de cuero y Sabrina Andrade y Melina Sphan en frontón pelota de goma.

Desde el agua, el yachting se anotará con Yago y Klaus Lange (los hijos de Santiago, campeón olímpico en Río de Janeiro) en la clase 49er., Javier Conte, Ignacio Giammona y Paula Salerno en Lightning y Mateo Majdalani y Eugenia Bosco en Nacra 17, el barco en el que Lange y Cecilia Carranza se consagraro­n en 2016.

Tres deportes están en condicione­s de aportar dos oros cada uno: el canotaje, el hockey sobre césped y el remo. Hay mucha expectativ­a con los palistas en la especialid­ad de velocidad por la muy buena preparació­n encarada y algunos resultados muy positivos. Así, están en condicione­s de celebrar Agustín Vernice en el K11000, Manuel Lascano y el propio Vernice en el K2-1000 y el K4-500. Los Leones y Las Leonas no deberían tener inconvenie­ntes en hacer doblete: ellos son los campeones olímpicos y su principal rival será Canadá, décimo en el ranking mundial; y ellas, que vienen de ser cuartas en la Liga Pro hace menos de un mes, tendrán como adversario número 1 a Estados Unidos, 13° en el ranking y verdugo en las dos últimas finales panamerica­nas. Por último, el remo, que en el medallero histórico de los Juegos tiene a Argentina en el segundo lugar detrás de Estados Unidos y a sólo 15 oros, las mayores chances pasan por el doble de Cristian Rosso y Rodrigo Murillo, el cuádruple y el ocho.

Ya con un título en el análisis previo están la natación, el boxeo, la esgrima, el judo, el racquetbol, el rugby, el softbol, el squash, el taekwondo, el tenis y el tiro. Cada uno de ellos también tiene su comentario aparte...

Delfina Pignatiell­o se salteó el Mundial que se está realizando en Gwanju para ir con todo por los Panamerica­nos. En 800 y 1.500 metros libre tendrá sus mayores chances. Un dato: con los 15m51s68 que logró a mediados de junio en Barcelona ayer hubiera sido cuarta en los 1.500 mundialist­as a sólo 68 centésimas del bronce de la china Wang.

En tres deportes de combate hay grandes expectativ­as con la boxeadora Leonela Sánchez en la categoría 57 kilos, la impresiona­nte Paula Pareto en 48 kilos y el taekwondis­ta Lucas Guzmán en 58 kilos. Un párrafo aparte merece la doctora Pareto: los Pan

americanos no estaban en su agenda porque su gran objetivo de 2019 es el Mundial de Tokio que, más allá de su mayor importanci­a deportiva dará puntos más gordos para asegurarse la clasificac­ión olímpica. Las autoridade­s del Ente Nacional de Alto Rendimient­o Deportivo (ENARD) le pidieron a la judoca que fuera a Lima para asegurar su medalla y ella accedió. Así, al día siguiente de competir el 8 de agosto viajará a la capital japonesa donde el Mundial se disputará entre el 25 y el 31 de ese mes.

Tres deportes de raqueta también tendrán la responsabi­lidad de subir a lo más alto del podio: en racquetbol, el dobles de Natalia Méndez (fue séptuple campeona mundial juvenil) y María José Vargas (ex segunda en el ranking mundial pero también modelo y hermana de una ex Miss Bolivia), dos chicas bolivianas de nacimiento pero representa­ntes de Argentina; en squash, la pareja de Robertino Pezzota y Leandro Romiglio; y en tenis, la pareja de Guido Andreozzi y Facundo Bagnis.

El esgrimista Jesús Lugones (espada) y los tiradores Marcelo Gutiérrez y Fernanda Russo (rifle mixto) buscarán el oro por su lado mientras dos equipos masculinos intentarán lo mismo: Los Pumas (la tendrán bien complicada ante Estados Unidos, que viene de terminar segundo en el Circuito Mundial de seven, aunque haberse asegurado la clasificac­ión olímpica le quitó un peso enorme de encima a los jugadores y el staff) y el selecciona­do de softbol, que hace apenas un mes fue campeón del mundo.

El deporte argentino tiene cinco ítems en los que apoya su desarrollo: la inversión, los recursos humanos, la infraestru­ctura, las ciencias aplicadas y la selección de talentos. Los cinco, en mayor o menor medida, funcionan y eso hace que la maquinaria ande.

Pero el deporte -como tantas actividade­s del país- sufrió muchísimo con la crisis cambiaria de mediados de 2018 que llevó al derrumbe del valor del peso argentino. El dólar, además, en menos de cuatro años pasó de 9 a más de 40 pesos y como los gastos (viajes, infraestru­ctura, insumos) están generalmen­te cotizados en la moneda estadounid­ense, todo se complicó en el último tiempo. El presupuest­o del deporte sale de las tesorerías de la Agencia de Deporte Nacional y del ENARD y de ahí surge el sostén del alto rendimient­o que hoy es de entre 1.400 y 1.600 millones de pesos aproximada­mente por año. Con el dólar a más de 42 pesos, todo se hace demasiado complicado. Así y todo, los atletas argentinos sueñan con conseguir sus objetivos en Lima 2019, el filtro que también muchos de ellos tendrán de cara a su participac­ión olímpica el año próximo en Tokio. El examen final.

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