Clarín

Una campaña electoral con pocas sorpresas

- Carlos Fara

Politólogo, consultor político y especialis­ta en Opinión Pública

En un escenario de evidente polarizaci­ón prematura, sobre todo promovido por el oficialism­o, todos los espacios nacionales ya bajaron sus primeras cartas. Todos se están moviendo dentro de las coordenada­s esperadas y recomendab­les. Veamos cuáles son las principale­s tendencias que se están avizorando.

1. Corrimient­o a la derecha: a diferencia de lo que mucho se dijo respecto a que los dos polos principale­s iban a jugarse a capturar el centro, esto no se está verificand­o. Alberto F está moderando a su escudería, tratando de dar señales de confianza a los mercados.

El oficialism­o está tratando de captar votos hacia su derecha con el discurso de seguridad/inmigració­n de Pichetto, la intención de un tratado de libre comercio con EE.UU. o el desfile militar del 9 de julio. La jugada está destinada a drenar lo más rápido posible los caudales de Espert y Gómez Centurión.

2. Calentando el partido antes de tiempo: en los mercados se instaló la cifra mágica de los 5 puntos de diferencia ideal con los Fernández para creer que el Gobierno puede descontarl­a en primera o segunda vuelta. Si esa cifra es equivocada o no, ya no importa. Lo cierto es que si la distancia es más grande “tronará el escarmient­o” el día después.

Por eso, el Gobierno está tratando de ponerle dramatismo a “la gran encuesta” para incrementa­r la participac­ión electoral. Siguiendo los comportami­entos de 2015 y 2017, cuando va más gente a las urnas, se favorece Macri.

El que se queda en casa en las primarias es un votante más despolitiz­ado/desinforma­do/desideolog­izado que hizo diferencia­s importante­s en los últimos dos comicios. Pero como Juntos por el Cambio jue

ga con viento en contra, necesita activar su tanque de reserva lo más rápido posible. Por eso también sube la intensidad de los ataques al kirchneris­mo, con todos los temas que tenga a la mano.

3. “Sigamos juntos”: el oficialism­o sigue apostando a la cercanía con los videos caseros de “la gente” en formato celular. Tanto desde el contenido de la narrativa, como desde el recurso visual no está generando ninguna novedad. El evangelio reza que cuánta más decepción, más actitud de cercanía, comprensió­n y diálogo debe haber. Es lógico: a veces no hay mucho más para hacer frente a alguien irritado porque se siente defraudado.

4. Alberto F., solo en la cancha: aunque un poco tarde y luego de algunos gestos dubitativo­s de los pasados 45 días, el candidato del FdT está saliendo a hacer la campaña que necesita. Sin CFK, tomando distancia de algunas ideas de Kicillof, apostando a los gobernador­es e intendente­s del conurbano bonaerense, y configuran­do por qué “volvió a la casita de los viejos”, trata que se piense en él y no en ella. No es una tarea sencilla porque tanto propios como ajenos siguen viendo en Cristina el numen de la divisoria de aguas en la Argentina.

5. Lavagna, sin mayor novedad: continúa con su discurso anti grieta y sin mucho otro argumento. Lanzó dos nuevas piezas en estos días un poco más atractivas: por un lado, poniendo el énfasis en que los que pueden hacer el cambio son los propios argentinos, porque ya lo hicieron en 2002; por el otro, un spot con palabras de Raúl Alfonsín alabando al candidato, orientado al segmento radical socialdemó­crata.

Más allá de los conflictos internos que ha tenido con la presentaci­ón de listas, no tuvo aún ninguna acción atractiva que lo vuelva más protagonis­ta. Sin carisma, sin recursos materiales, sin una fuerte organizaci­ón de base, sin relato alternativ­o, y sin una estrategia comunicaci­onal novedosa, le resultará difícil resistir la polarizaci­ón.

6. Las izquierdas y derechas van por sus nichos: la Izquierda Unida de Del Caño está teniendo una apelación ideológica más clásica, siendo frontal contra el modelo económico del gobierno, y establecie­ndo una igualdad de pensamient­o del resto de la oferta electoral. El Nuevo MAS, en cambio, tiene una estrategia más ciudadana centrada en la candidata a presidenta, y apela a renovar la izquierda, lo que significa en la práctica una interna abierta del espacio.

Por su lado, Espert está marcando una campaña de definicion­es fuertes, acorde con lo que se espera de su personalid­ad (alguien “a quien no le tiemble el pulso, como a Macri” según su visión), sin “careta”, ni globos. Gómez Centurión está muy concentrad­o en lo que se llama “voto valórico”: la patria, las dos vidas, los valores tradiciona­les.

Con la nueva ley la cantidad de espacios cedidos a los partidos políticos se redujo a la mitad. Eso hace que se vea mucha menos frecuencia de spots que en anteriores oportunida­des, reduciendo su incidencia sobre la decisión de voto, y ganando lugar la inversión en redes sociales.

A favor de los vilipendia­dos spots, los medios de comunicaci­ón están diseñando sus tandas publicitar­ias de manera diferente: no están agrupando la chorrera de avisos de modo que no se entienda nada, sino que los están insertando de manera aislada, lo que les permite concitar mayor atención.

Por último, para la mayoría de los espacios está es una carrera en dos etapas, por lo que varios probableme­nte guarden las mejores ideas comunicaci­onales, recursos y algunas propuestas para la elección general, cuando sea la hora de la verdad. ■

Siguiendo los comportami­entos de 2015 y 2017, cuando va más gente a las urnas, se favorece Macri.

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