Clarín

Un palacio de los deportes y la melancolía que vale millones

Abrió el 6 de febrero de 1932. El velorio de Gardel, el show de Sinatra, la boda de Maradona, cientos de históricas noches de boxeo y espectácul­os pasaron por allí.

- Guido Carelli Lynch gcarelli@clarin.com

Que los terrenos del Luna Park valgan los millones que valen es mérito de un combo de razones. La principal: el desparpajo de dos tipos audaces: José “Pepe” Lectoure e Ismael Pace. En 1926, tuvieron que desalojar el terreno donde se levantaba su primer estadio, en Corrientes 1032. Comenzaban las obras para ensanchar la 9 de Julio. Allí, 10 años después se erigiría el Obelisco.

En 1931 los dos socios decidieron construir un estadio en un terreno alquilado al Ferrocarri­l Buenos Aires al Pacífico, a sólo 10 cuadras, pero justo donde la ciudad “terminaba”. Vieron futuro en esa zona de trabajador­es portuarios gracias a la llegada del subte B.

El 6 de febrero de 1932, el estadio ya era una realidad y abrió sus puertas con un baile de carnaval. El 5 de marzo fue la primera pelea. El arquitecto húngaro Jorge Kalnay le impuso su impronta, que también dejó en otros edificios emblemátic­os de la ciudad como la cervecería Münich.

La política -cuándo no- se metió en sus tribunas desde el principio. En 1936, ya con un techo propio, velaron a Carlos Gardel. Helvio Botana, hijo de Natalio, el fundador del diario Crítica -muy asociado al Luna Park- relata en sus memorias que su padre coordinó con el presidente Agustín P. Justo la campaña para repatriar los restos del Zorzal y así “tapar” el asesinato en el Congreso de Enzo Bordabeher­e. Dos años después, el estadio cobijó el acto nazi más grande que se haya realizado fuera de Alemania.

Perón se conoció con Eva allí, y lo convirtió en un templo propio donde dio algunos de sus discursos más recordados. Fue él quien otorgó los papeles definitivo­s a sus dueños. Y quien transformó el estadio en una unidad de medida para la política: “Llenar un Luna Park”.

La caída de Perón casi termina con el Luna Park: la Libertador­a quiso expropiarl­o y acusó por defraudaci­ón a Pace. Un fatal accidente automovilí­stico del empresario resolvió la cuestión en 1956. Pepe Lectoure había muerto seis años antes. Su viuda Ernestina Devecchi -que trabaría amistad con el almirante Rojas- manejaría los destinos del estadio desde entonces y hasta su muerte, en 2013; siempre desde las sombras. A la vista de todos se ocuparía del Luna Park su sobrino político y amante, Juan Carlos Lectoure, que llevó al boxeo argentino a su apogeo y tuvo trato con todos los presidente­s democrátic­os o de facto, que querían mostrarse con los campeones.

En el Luna cantó Frank Sinatra. Juan Pablo II lo llenó dos veces y Maradona lo convirtió en su salón de fiesta de casamiento. Ligado al poder desde sus inicios, quedó en manos de la Iglesia. Y encierra una Buenos Aires que ya no existe. ■

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ARCHIVO Las manos de Tito. Lectoure, cuerpo y alma detrás del Luna.
 ??  ?? La esvástica en el Luna. En 1938 fue sede del mayor acto nazi organizado fuera de Alemania, para festejar la anexión de Austria al Reich.
La esvástica en el Luna. En 1938 fue sede del mayor acto nazi organizado fuera de Alemania, para festejar la anexión de Austria al Reich.
 ??  ?? Adiós al Zorzal. En 1936, Carlos Gardel fue velado en el estadio.
Adiós al Zorzal. En 1936, Carlos Gardel fue velado en el estadio.

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