Ese campeón de jugadores amateurs y privilegiados
Argentina debuta ante México. “Nosotros elegimos esto”, reflexiona el director técnico Gamarci.
Gustavo Godoy trabaja en la obra social de Entre Ríos. Bruno Motroni, el capitán, en Vialidad provincial. Gonzalo Ojeda es médico. Mariano Montero es empleado en la administración del casino de un hotel. Federico Eder es profesor en una escuela especial. Julio Gamarci, el entrenador, es abogado. Varios jugadores ayudan en los negocios familiares. Algunos son padres. Todos tienen sus obligaciones y nadie vive del softbol. Esa es la historia de los flamantes campeones mundiales -argentinos, claro-, que hoy debutarán en Lima.
Tanta es la pasión que sienten por su deporte que varios se organizan para viajar algunas semanas al año a Estados Unidos a disputar la Liga de ese país. Y el pampeano Huemul Mata Carabajal, el pitcher (lanzador) estrella, juega también en la Liga japonesa. Todo sin contrato. Porque como el softbol es un deporte amateur en el mundo, en esas competencias sólo les pagan gastos de estadía y viáticos, pero no un sueldo fijo.
“Muchos dicen: ‘¡Cómo se sacrifican!’. La verdad, no lo veo así. Sacrificado es quien no tiene opción. Nosotros elegimos esto y por eso somos privilegiados”, asegura Gamarci.
El título mundial que conquistó el seleccionado no fue una casualidad o una hazaña. Detrás de esa consagración hubo un grupo de jugadores talentosos que se prepararon como profesionales, a pesar de no serlo. Hubo un cuerpo técnico experimentado. Y una dirigencia que supo entender la importancia de no buscar fórmulas mágicas y respetar los tiempos y los objetivos planteados.
En definitiva, hubo cinco años de trabajo serio de un plantel que llegó al Mundial en el momento justo de maduración.
Ese logro comenzó a gestarse en marzo de 2015 cuando Gamarci asumió como entrenador jefe luego de cuatro años de experiencia con los juveniles, con quienes ganó dos Mundiales en 2012 y 2014.
“La idea era pensar a largo plazo y nos metieron en la cabeza que el objetivo final era Lima 2019. Empezamos a trabajar pensando en ganar el oro en estos Panamericanos y se mejoró muchísimo, sobre todo en los últimos dos años”, cuenta Godoy, uno de los 13 integrantes del equipo criados en Paraná. El plantel lo completan los bonaerenses Federico Olheiser y Juan Cruz Zara, el pampeano Mata y el santafesino Juan Adolfo Potolicchio.
¿Cuál fue la receta? El grupo trabajó casi dos años con Daniel Barreto, un entrenador de habilidades mentales que les aportó otra visión sobre la competencia, y Gamarci lo hizo por su lado con Ianina Echodas, una psicóloga que lo ayudó a entender mejor el abordaje mental del juego.
“El equipo llegó al Mundial con mucha madurez y confianza. Cuando tenés 14 o 15 jugadores que tienen su torneo soñado y dan el 100 por ciento, es muy difícil perder”, comenta Godoy.
Con la confianza por las nubes el softbol llegó a Lima, donde intentarán repetir para un 2019 soñado. ■