Clarín

La magia del tambo y la granja, atraccione­s del domingo en La Rural

Las familias llenaron el predio y los más chicos pasaron una gran tarde con llamas, conejos y otros animales.

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Domingo. No hay compromiso­s con el reloj. Canta Diego Torres. Las familias que visitaron La Rural para disfrutar de un día soleado entendiero­n que se trata de un día festivo. Dejaron de lado el asado en la parrilla del hogar para visitar, sin prisa, la Exposición agropecuar­ia más importante del país y despedir así la primera semana de las vacaciones de invierno.

El aroma a asado invade cada rincón del predio. Las calles están pobladas de chicos. Algunos, a caballito y otros descansan en el regazo de sus padres. Cochecitos por doquier. “Quiero jugar en la granja”, resuena en el Patio de los Lápices, mientras una familia entera retrata el momento con una selfie.

“Lo ideal es llegar bien temprano porque con el correr de la tarde se empieza a llenar de gente”, dice un padre mientras su hijo saborea un helado. Un grupo se amontona en el stand de una marca patrocinad­ora que ofrece una experienci­a en familia con juegos interactiv­os. Un control remoto que abre un pasadizo secreto y conduce al parque eólico, o una heladera que esconde un laboratori­o son algunas de las curiosidad­es que despiertan el interés de los más chicos.

El espíritu futbolero también se apropió de Palermo con el nacimiento de un ternerito de raza Angus en el Pabellón Ganadero. Lo bautizaron De Rossi, por el jugador italiano que llegó a Boca. “Esperábamo­s que naciera un poco más adelante, pero no aguantó”, cuenta la familia Eyherabide, de la Cabaña Santa Cecilia, de Trenque Lauquen.

Pero la vaca lechera fue el centro de atención para los más curiosos. Por segunda vez en la historia de la Expo, se realizó un tambo demostrati­vo para que los chicos aprendan de dónde viene la leche. “¿Cuánto vive una vaca?”, “¿Por qué da leche?”, son algunas de las preguntas que le hacen a Teodoro Mulder, vicepresid­ente de Asociación de criadores Holando Argentino (ACHA).

“¿Quieren ver los conejos?”, pregunta una madre ante la insistenci­a de su hijo. La Granja es uno de los lugares que mayor cantidad de niños convoca. Dos mini Falabelas (negro y capuchino), una llama marrón, una alpaca negra, 10 corderitos, 5 cabras y 24 conejos de variados colores son los principale­s atractivos. “Es un lugar de contacto para conocer diferentes razas y llevarse un lindo recuerdo”, señala Santiago, encargado del cuidado de los corrales.

La familia Ocaranza va siempre a La Rural. Pero para Lola, que tiene dos años, es su primera experienci­a. “El contacto tan cercano con los animales le resultó mágico. Nuestra otra hija ya conoce, pero sigue esperando ansiosa la llegada de este momento”, cuenta la mamá.

Los cabritos y chivitos están amansados para que se puedan acariciar. A las llamas se les puede dar de comer. Eso sí, siempre con la presencia de un cuidador.

En el Pabellón Ocre hay una llama particular. Alan aprovecha el despiste de sus dueños para robarse la yerba o galletitas que dejan cerca suyo. Disfruta de las manzanas que le regalan los chicos. Se entrega como un bebé cuando percibe sus ganas de jugar, pero se aleja si olfatea temor. “Nunca podes decir de antemano cómo es una llama. Cada una responde diferente a los estímulos”, explica el criador Carlos Poplavsky.

En el Pabellón Frers, también se puede seguir el nacimiento de los pollitos por incubadora. “Mami, parecen huevos como los que guardamos en la heladera”, se escucha. “El espacio está programado para que aparezca uno por día. Cuando nacen pasan a otro sector y si tienen frío, se amontonan para darse calor entre ellos”, explica Elba Berinstain, veterinari­a y Jurado de Admisión de aves. ■

Por segunda vez, en la expo hay una muestra para niños sobre producción de leche.

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FEDERICO IMAS Clase. Una vaca Holando Argentino, en el tambo que instalaron en la exposición.

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