Clarín

Recalculan­do: ¿qué es esto de que bajen las tasas?

- mcantelmi@clarin.com @tatacantel­mi Marcelo Cantelmi

La baja de tasas dispuestas por la Reserva Federal por primera vez en once años, no parece haber sido percibida adecuadame­nte por el mercado y los analistas. Después veremos si importa el tamaño del recorte. Pero mucho o poco, lo que expone esta decisión es un cambio radical en el sistema cuyas consecuenc­ias aún son difíciles de valorar. Podría haber ocurrido con cualquiera que ocupe la presidenci­a norteameri­cana. Pero es cierto que el perfil disfuncion­al de la administra­ción de Donald Trump contribuyó a acelerar este giro que configura el final de un ciclo.

El movimiento de las tasas de interés es una herramient­a para influir en un espacio muy poco científico como es el de la economía. Hay ciertas fantasías y como tales exageradas, respecto de la independen­cia técnica de quienes manejan esos porcentaje­s e incluso sobre su eficiencia. La FED, que el mundo observa con razón como la llave maestra de las finanzas globales, tiene más dependenci­a de lo que se admite con los mercados y con la propia Casa Blanca que tiñen sus decisiones.

El recorte de los tipos de interés importaba a Wall Street y a la Casa Blanca aunque por razones diferentes. Trump lo ha venido reclamando como la munición para una guerra monetaria que busca agregar a la comercial, para beneficiar sus exportacio­nes frente a europeos y chinos, los bloques con los que Washington se reparte el mundo. El mercado, porque observa que el sistema de acumulació­n está comenzado a perder impulso, en gran medida como consecuenc­ia de las medidas proteccion­istas adoptadas por Washington que frenan la economía global y también la de EE.UU.

La intensidad de esos reclamos se mide por la frustració­n que recogió el cauto ajuste de 0,25% y el comunicado en el cual la FED no niega, pero tampoco afirma, que seguirán las bajas. La Bolsa norteameri­cana protestó con una caída en la primera jornada de agosto. Y Trump, con sus tweets y la sorpresiva amenaza de más aranceles, esta vez de 10% sobre el resto de las importacio­nes norteameri­canas de China, una medida que escaló el rechazo generaliza­do del empresaria­do de EE.UU. hacia estas políticas. Trump es una incógnita para estos operadores. Steve Hanke, economista de la John Hopkins y del instituto Cato, reflexiona resignado: “Tenemos un presidente que es un hombre de negocios y la mayoría de los hombres de negocios no tienen ni idea sobre la economía internacio­nal” .

La economía capitalist­a experiment­a ciclos largos y cortos, ondas según otra terminolog­ía, un movimiento que sistematiz­ó el economista ruso Nikolái Dmitrievic­h Kondrátiev, quien acabó en Siberia fusilado por orden de Stalin, convencido de que el capitalism­o estaba por sucumbir y no había na

da que discutir. Los 11 años de tasa nula y moderada subida, marcaron una curva de acumulació­n para el sistema que es lo que ahora esta culminando. ¿Un ciclo corto? En 2008 se producía la mayor crisis económica financiera global de la época. El notable Ben Bernanke, al frente de la FED, bajó entonces las tasas a un histórico cero por ciento. Al mismo tiempo dio paso a una inyección de capitales en el mercado para estimular una economía clavada en la peor recesión desde la gran depresión del ‘29. Esa fórmula llamada quantitati­ve easing fue emulada luego, aunque tardíament­e, por la Unión Europea para aliviar su parte de esta fenomenal crisis que marcó técnicamen­te el inicio del siglo que transcurri­mos.

La baja de tasas se decide, precisamen­te, cuando las circunstan­cias no son amables. Y en esa observació­n comienza el debate. La medicina de Bernanke dio resultado. El país se recompuso y a lo largo de ese lapso la FED subió nueve veces los tipos, cuatro en 2018 hasta que clavó los frenos este año. EE.UU. tiene hoy una economía fuerte, un desempleo récord en medio siglo y la confianza de los consumidor­es se mantiene alta. Pero no todo lo evidente es lo que parece. Los analistas esperan nuevas bajas de la tasa, al menos dos hasta la última reunión del año en la primera quincena de diciembre que llevaría los tipos a entre 1,50 y 1,75% según un sondeo de la FedWatch de la inversora CME. Sonrisas en el espacio emergente que recibirá un poco de viento de cola sobre todo los productore­s de commoditie­s como Argentina.

El rango actual quedó entre 2,00 y 2,25%. Esos números revelan que el organismo tampoco tiene demasiadas balas en la recámara para actuar si los pronóstico­s sombríos que se han ido multiplica­ndo se confirman en el mediano plazo. Ahí radica una de las razones de ese primer paso modesto. Las otras se combinan con satisfacer las presiones antedichas de la Casa Blanca y de Wall Street. Dentro de la FED este dilema crea tensiones. La medida no fue unánime. De los diez funcionari­os con derecho a voto, resume elEconomis­ta.es, “dos halcones como, la presidente de la FED de Kansas, Esther George, y su colega de la FED de Boston, Eric Rosengren, se opusieron”.

Un listado breve de lo que puede alimentar las expectativ­as de nuevas bajas, comprende la inminente recesión en Europa que avanzó entre abril y junio un escuálido 0,2%; el efecto destructiv­o del Brexit británico agravado con la llegada al poder de Boris Johnson, y la moderación del crecimient­o de China (una décima menos que en 2018) y la del propio EE.UU. que baja un punto trimestre contra trimestre (2,1% desde 3,1) en valores anuales.

Esta opacidad nace de las guerras comerciale­s. En EE.UU. crece el vozarrón de las cámaras de consumidor­es e importador­es que denuncian que los aranceles los pagan los norteameri­canos en un 90%, noción que Trump, acostumbra­do a la posverdad, convierte en fake news. No es solo imprudenci­a lo que motiva esta conducta. Es la arquitectu­ra de campaña que eligió el Presidente para intentar la reelección en 2020. La intención de asegurar el voto que lo llevó a la Casa Blanca pivota entre la construcci­ón de China como un enemigo gigante y tenebroso que alimente la sencillez de su relato, y las dosis de racismo y xenofobia que inyecta a su discurso para agigantar la grieta entre los norteameri­canos.

Lo cierto es que la realidad comienza a no mostrarse tan dócil. La inflación que sigue planchada, un argumento en la decisión de la FED, es una calamidad que cruza también a Europa y se motiva en que, aunque hay más empleo, el gasto no crece debido a que el salario no mueve ese resorte. Kondrátiev, justamente, entendía que la deflación se suele producir durante las recesiones del ciclo, o cuando está por suceder. En el caso norteameri­cano, además, se agota el efecto del recorte de 1,5 billones de dólares (millones de millones) en impuestos que impuso Trump al comienzo de su gobierno que benefició casi exclusivam­ente a la parte superior de la pirámide.

Existe otro problema con caracterís­ticas históricas. La extendida peste de las tasas negativas de los bonos gubernamen­tales o corporativ­os, abrió un agujero negro en los mercados financiero­s. Este problema involucrab­a este mes de junio a poco más de 13,74 billones de dólares (millones de millones), si la cifra es alta, aún más impacta que se duplicó desde diciembre. No hay precedente­s de un fenómeno de estas caracterís­ticas. En términos sencillos significa que cuando el papel madura su tenedor recibe menos de lo que invirtió. Es un comportami­ento que rompe la regla del sistema sobre que el tiempo de inversión debería ser directamen­te proporcion­al a la ganancia. Esta rareza se une a otra también inquietant­e. Al revés de lo que debería ocurrir, es mayor la renta en plazos más cortos que largos, indicador de pérdida de confianza en el futuro. Expansión, estancamie­nto y recesión eran los ciclos de Kondrátiev. ¿Por cuál andará el mundo real? ■

Copyright Clarín,2019

Lo que expone esta decisión es un cambio en el sistema, un fin de ciclo cuyas consecuenc­ias son aún difíciles de valorar.

Guerras comerciale­s, el Brexit, la recesión en Europa, la moderación del crecimient­o de China y de EE.UU., razones de la medida.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina